viernes, 9 de febrero de 2018

Sensaciones en Pub Swinger - 1



Hay días en los que tengo una apetencia especial de morbosear y que manera más fácil se me ofrece que acudiendo a algún pub swinger de mi ciudad o de cualquier otra si estoy viajando.




Cuando esto ocurre lo primero que hago es ordenar al cornudo de mi marido que me prepare una ropita sexy para ir vestida de forma llamativa, luego el muy cabrón se encarga de pintarme las uñas de los pies y ayudarme con el maquillaje, además de ajustarme los ligueros el día que me los pongo, pero eso si con el mínimo contacto de sus zarpas sobre mi piel, mientras hace estas tareas propias de su condición me gusta hacerle preguntitas humillantes, tales como,
- ¿Crees que ligaré esta noche cornudo?
- ¿Resultaré atractiva para algún chico con buena polla?
- ¿Piensas que alguno querrá follarme hoy?
- Perro, tu te limitarás a ser muy complaciente y servicial si alguno se me acerca, no quiero que me ahuyentes los posibles amantes ¿Has entendido cabrón?
Y el muy estúpido, como no podía ser menos, se limita a asentir mostrando esa ridícula expresión de perro apaleado con la que yo tanto disfruto, mientras el muy estúpido continúa con su labor de acicalamiento para que su señora se muestre guapa y otros machos la puedan disfrutar.





Cuando termino de verme arreglada lo suficientemente sexy, le arrojo al suelo la ropa que ha de ponerse el cerdo, consistente siempre en prendas de vestir ya muy gastadas y de aspecto viejo y nada atrayente, para lo que es él....., demasiado elegante.




Lo más probable al salir de casa es que no tenga demasiado claro a cual pub vamos a ir esa noche, es muy probable que me dirija al más cercano, pero si no encuentro aparcamiento al llegar, entonces le mando al "chofer" que me lleve al otro que está algo más lejano.




Cuando entro en el pub elegido, son muchas las sensaciones placenteras que experimenta mi cuerpo, lo más normal es que los chicos que casi siempre hay en la barra, se queden mirándome y tratando de adivinar que expectativas pueden tener conmigo, me encanta notar sus ojos recorriendo mi cuerpo, algunos de ellos con disimulo y otros de forma mucho más directa y casi desnudándome con un tipo de mirada agresiva que a mi me encanta, a estos últimos los veo más viriles y decididos, observo también como sus miradas se detienen por corto espacio de tiempo en la cara de mi estúpido acompañante, al cual siempre trato de forma despectiva delante de todos, para dejar lo más clara posible la situación y quien es la que manda.





Mientras sirven la bebida que en ese momento me apetece, me gusta sentarme en alguna de las sillas altas dejando que la faldita quede bastante elevada dejando a la vista de los posibles espectadores, la parte alta del muslo donde comienzan las medias casi siempre negras que suelo ponerme y si hay alguno más atrevido que me da conversación, no tengo reparo en entreabrir  y cerrar las piernas dejándole entrever el color de mi braguita.
Mientras el cornudo por orden mía, se encuentra situado cerca de mi, pero siempre dejando un espacio que revela su insignificante e inútil presencia.





Después de estar unos minutos en la barra me dirijo al manso con palabras similares a
- Vamos adentro cabrón, que quiero que me saques unas fotos mientras alguno de estos chicos me acaricia.
Pasamos entonces a esa especie de pasillo francés en el que apenas se vislumbran las sombras de los machos que se colocan detrás de la mampara enrejillada, por ese motivo, estaría bien que valoraráis la labor del cerdo de mi marido a la hora de fotografiar, ya que lo tiene que hacer adivinando en que posición me encuentro.





Una vez en el interior de ese cuarto oscuro, comienzo a moverme sensualmente en una especie de danza erótica, mientras el puerco comienza a disparar el flash de la máquina fotográfica, iluminando la estancia y permitiendo que los chicos me vean aunque sea de forma fugaz y de esa forma pierdan ese respeto que a alguno de ellos les cuesta más de la cuenta vencer, poco a poco me voy acercando hacia los agujeros y las manos comienzan a extenderse, la mayoría de las veces de forma muy discreta, acariciándome los brazos o la nuca, comprobando de esa forma que mi acompañante no es más que un objeto a mi servicio. 





Esos comienzos ya consiguen excitarme y por consiguiente no pongo la más mínima oposición para evitar esas aproximaciones eróticas, como bien podréis suponer pasito a pasito esas manos se vuelven más osadas y empiezan a tocar mis pechos por encima de la ropa, para al poco tiempo meterse por dentro de mi top procediendo a amasarme las tetas acariciando los pezones, todo ello me excita enormemente y ya entonces mi deseo es que alguna polla más decidida se introduzca por los agujeros de la mampara, cosa que normalmente no suele tardar demasiado, cuando eso ocurre mi mano vuela hacia esos penes casi siempre ya duros, con la curiosidad morbosa de ver el tamaño que los machos de turno ostentan, una vez sopesados de largura y grosor me dedico con más intensidad a la polla que más satisface para mis deseos, pero siempre sin despreciar las demás pijas que anhelantes esperan su turno, me gusta ir pasando de unas a otras sintiendo como mi mano se humedece con ese líquido viscoso y transparente que soltáis los tíos cuando estáis cachondos.





Me encanta disfrutar sobando esos glandes gordos y suaves de los cuales no para de salir ese caliente jugo pre seminal, recorro con mis dedos toda su anchura y siempre presto especial atención al agujerito palpitante que boquea como si de un pececito se tratara, cuando tengo la mano totalmente humedecida, me gusta llamar al maricón de mi maridín y pasársela por la cara además de meterle los dedos en su asquerosa boca para que me los deje limpios, mientras yo me excito con su sometimiento y humillación.





Como podréis suponer hay algunas ocasiones en las que me encuentro solamente con un macho dispuesto al juego, eso suele ser en días de muy poco aforo en el local, cuando eso ocurre me dedico con más intensidad a ese hombre y el morbo quizás no es tanto, pero eso no quita para que también procure pasarlo bien, desde luego me pone más cachonda cuando veo a varias sombras varoniles agolparse al otro lado extendiendo infinidad de brazos para alcanzar mi cuerpo, siento sensaciones maravillosas cuando estoy con sus pijas en la mano y noto como ellos me meten mano debajo de la faldita y me bajan la braga o la apartan a un lado para sobarme el chochito y bastantes veces pajearme con maestría hasta lograr que mis fluidos mojen sus manos, hay ocasiones en que me encuentro tan excitada que casi sin darme cuenta, me encuentro con una polla en cada mano, mis tetas metidas en los agujeros y mamadas por esos chicos, mientras unos dedos me penetran la vagina y otros me acarician el culo y muslos, como podréis entender en esas circunstancias es muy difícil no orgasmar gimiendo como una perra.