domingo, 24 de febrero de 2019

UNA MAÑANA FRÍA y CALIENTE


En la mañana del pasado sábado me arreglé y maquillé un poquito para ir a ver a una persona con la que había quedado para conocernos un par de días antes, el primer contacto lo habíamos tenido por correo electrónico y posteriormente por wasap.



Nos citamos en la puerta de un hotel discreto y ambos con exquisita puntualidad, nos encontramos en ese lugar. Después de los dos besos de presentación y una vez comprobado que la primera impresión había sido buena, decidimos buscar un sitio menos visible para ver si podía surgir algo más entre nosotros, mientras tomábamos estas decisiones, el cerdo callado e ignorado permanecía de pie a una distancia prudencial y conveniente para una mascota, (Tal y como tiene aprendido en el adiestramiento que con él llevo a cabo) y en espera de mis órdenes para husmear un lugar adecuado a mis gustos.





La mañana era ventosa y fresca, la verdad es que no era nada propicia para llevar puesto un atuendo demasiado liviano. Conducidos por el ciervo/chofer, dimos unas cuantas vueltas por la zona ya que había mucha gente en el parque al que me gusta acudir y también deportistas con bicicletas y corriendo, así que después de un buen rato, nos metimos por un camino que aunque no estaba deshabitado del todo, nos pareció que podía servir para tener un poquito de morbo.






Aparcamos el coche y por un sendero de tierra, nos dirigimos cogidos de la cintura y con el perro siguiéndonos dos pasos por detrás, (como es preceptivo), hacia un sitio un poco más apartado, en el que había un claro rodeado de 5 ó 6 pinos. El lugar quedaba algo resguardado de la vista de los posibles ciclistas que rondaban por allí cerca; aparentemente se podía prestar para el juego morboso que a mi me gusta, aunque el viento fresco pegaba bastante fuerte y no invitaba a desprenderse de los chaquetones.





El macho iba caliente y se percibía, no hicimos llegar y ponerme enfrente de él, para que sin pausa alguna, tomara la iniciativa de besarme con mucha pasión, (Con anterioridad yo le había dado la orden a Porky de que empezara a fotografiar y grabar), me gustó su manera de manejar la lengua recorriendo mis labios e introduciéndose en mi boca, mientras me abrazaba y metía la mano por el interior de mis leggins, tocándome el coñito y pajeándome, tampoco os negaré que por mi parte, me encantó acariciar su verga de buen tamaño, dura y caliente.





El juego morboso transcurría perfectamente, me gustaban sus caricias y no podía evitar que la calentura me hiciera humedecer, pero echaba en falta, (como casi siempre me ocurre), que el macho humillara al cornudo, así que traté de provocar el que se diera una situación propicia. Como una imagen vale más que mil palabras, podéis ver en el vídeo lo que pasó a partir de ese momento.



Al bajarle los pantalones para exhibir al animal a la vergüenza de ser contemplado por un hombre de verdad, me encontré con la sorpresa, de que el muy hijo de puta se había puesto calzoncillos; ¿Donde se ha visto una maricona con ropa interior de hombre?, como veis en la grabación, me sentó fatal ese comportamiento y no pude por menos que abofetearlo y escupirle en el hocico, restregándole las salivas mezcladas, de mi amante y mía por toda su asquerosa cara porcina.
 

Lo dejé allí medio desnudo temblando de miedo y frío, aguantando el viento que castigaba sus grasientas carnes, mientras yo me retiraba de su lado y volvía a fundirme en besos y caricias con el macho Alfa. Lo cierto es que no estuvimos demasiado rato, ya que nosotros dos, a pesar de estar casi vestidos, no terminábamos de estar demasiado cómodos con esa frescura que nos envolvía, así que cortamos la situación y solo entonces permití que el engendro tapara sus vergüenzas, ordenándole que nos siguiera de nuevo al coche para llevarnos al mismo lugar donde habíamos iniciado la cita y donde mi caliente amigo había dejado su vehículo.



 
Sin más, al llegar a la puerta del hotel, nos despedimos cariñosamente y cada uno nos fuimos por nuestro lado, pero yo no iba demasiado contenta con el comportamiento del animal y mucho menos por no haber podido exteriorizar algo más de mi vena sádica que me gusta ejercer sobre el puto puerco.



 

Con esa insatisfacción no pude por menos que al pasar cerca de un tramo de carretera circundante al polígono, ordené al idiota que parara y bajara del coche, a empujones lo llevé a unos escasos metros de la vía por donde no paraban de pasar vehículos, con el fin de humillarlo y castigarlo, le hice mostrarse semi desnudo luciendo el cinturón de castidad, tiramos unas fotos y un poco de grabación (Muy mal hecha por cierto, se me dan mejor otras cositas) pero desafortunadamente la situación fue muy cortita ya que como también podéis escuchar en el vídeo, había unos camioneros que estaban mirando y en un momento dado iniciaron un acercamiento hacia donde nos encontrábamos nosotros, así que por si las moscas, hice vestirse al cabrón y yo me guardé las tetas (símbolo de dominación sobre el manso) dentro del sujetador, dando por terminada esa mañana tan Fría, pero por otra parte tan Caliente.






domingo, 17 de febrero de 2019

¡AHÍ TE QUEDAS CORNUDO!


En una tarde del mes de diciembre, andaba por casa algo aburrida pero con ganas de algo de diversión y en vista de que no se me presentaba un mejor plan, decidí acercarme con el ciervo al pub swinger, así que le dije al cornudo que preparara la cámara de fotos y vídeo para que grabara mis posibles juegos morbosos en el club. Al oír mi orden le cambió el semblante tornándosele tristón y tratando de contagiarme su falta de alegría, me pidió por favor, que no fuéramos ese día porque no se encontraba bien y tenía dolor de cabeza.



Ya podéis imaginar que no le hice ni puto caso y con gesto muy serio le advertí que no quería excusas estúpidas y que si le dolía la cabeza que se aguantara, porque quizás podía deberse a los cuernos que pensaba ponerle.

De todas formas, me cabreó bastante su falta de atención hacia mi, sin preocuparse de que yo pudiera disfrutar y satisfacerme, así que mientras íbamos en el coche, me pasó por la cabeza el darle un escarmiento para que en otra ocasión se lo pensara mejor.

En la parte de arriba del pub, solamente hay un pequeño recibidor por el que pasan los clientes, me pareció un buen sitio para putear al cornudo, así que le hice sacar la cámara y grabar este pequeño vídeo, en el que le hice la preguntita con el fin de ver si había recapacitado sobre su falta de atención hacia mis gustos, ante su imbécil respuesta, no dudé en seguir adelante con mi plan.



Nada más terminar de grabar la peliculita, lo dejé plantado en ese lugar y yo me bajé a divertirme con los machos que había en la zona de pendoneo, tengo que deciros que pasé una noche movidita y bastante viciosa, lo único que siento es que al no tener al ciervo para plasmarla en imágenes no puedo poner ningún otro documento visual de los tocamientos a los que tan viciosamente fui sometida, estuve zorreando más de dos horas, mientras el pequeño cabrón, se jodía de celos sin poder verme gozar. Cuando subí para marcharnos lo encontré con un aspecto algo desmejorado, cosa que me satisfizo enormemente, ya que era una señal inequívoca de que el castigo había sido el adecuado.

lunes, 11 de febrero de 2019

REENCUENTRO 5




La cita ya estaba tocando a su fin, debido principalmente a que M, por cuestiones de trabajo, debía estar en otra ciudad bastante alejada un par de horas más tarde. Se mostraba ya algo nervioso por motivos de tiempo y le costaba concentrarse y alcanzar el máximo de erección de su hermosa polla.

No obstante el poco rato que estuvimos amartelados como dos novios cariñosos, yo lo disfruté plenamente, me gustaron sus caricias y los lametones que me regaló en mis duros pezones, era delicioso sentir su lengua jugar con ellos y humedecerlos, primero uno y después el otro para que no pasara envidia y como no para que el manso, observara mi entrega al macho Alfa.



Cuando ya estábamos a punto de despedirnos aún nos quedó tiempo para burlarnos de la pichinita del tocino (como se puede apreciar en el vídeo), después de esas risitas a costa del bufón, salimos a la barra y nos despedimos con un beso mientras nos tocábamos con deseo, dejando bien patente para todos, la condición del cornudo que a nuestro lado agachaba la cabeza con resignación.