Acabamos de superar las 800.000 visitas en
el blog, una cifra que en mis más optimistas previsiones nunca pensé que
alcanzaría tan rápidamente. Para celebrarlo, me parece un momento ideal para
retornar al pasado, haciendo una retrospectiva que permita valorar todo lo
vivido en estos placenteros años de morbo, vicio y perversión, además de
contemplar una pequeña parte de la evolución sexual que yo he ido
experimentando y al mismo tiempo poder observar también, la evidente involución
como persona del desgraciado cerdo cornudo que tengo por marido.

Comenzaré mi relato remontándome a las
VACACIONES del 2011. En el momento en que empieza esta historia, mi aprendiz de
esclavo sumiso y yo llevábamos unos 10 días veraneando en una bonita
urbanización de apartamentos en la costa Almeriense, lugar casi idílico al que
siempre que puedo me gusta acudir, me encanta recrearme y disfrutar del magnífico
clima y sobre todo aprovecharme del morbo liberal que al caer la noche ofrece
esa zona, sin dejar de lado y haciendo mención especial a poder dar rienda
suelta a la práctica del naturismo sin cortapisa alguna.

Fue por aquel entonces cuando llegaron al
apartamento colindante tres nuevos inquilinos, se trataba de dos chavales
jóvenes y un varón adulto que casi inmediatamente averigüé que era su padre y
que además se acababa de separar, estando por aquel entonces en plenos trámites
de divorcio. Por lo que luego supe, el motivo de ese veraneo con sus hijos no
era otro que el de relajarse e ir tratando de adaptarse a la nueva situación
familiar además de conseguir una relación más estrecha con sus dos revoltosos
chiquillos.
Los chicos abordaron la vivienda con
bastante estrépito y algarabía, (no parecía que estuvieran viviendo ningún tipo
de trauma por la separación de sus padres) El adulto sin embargo mostraba una
actitud bastante más reservada, aunque su agradable sonrisa dejaba entrever que
hacía lo imposible (según supuse), por no dejar translucir su verdadero estado
anímico.
A la llegada de estos nuevos residentes,
tanto Porky como yo nos encontrábamos sentados en el pequeño jardín al que solo
un seto más bien bajo separaba del otro apartamento. Aquel apuesto hombre, al
darse cuenta de nuestra presencia nos saludó amablemente.
- Hola vecinos, mucho gusto en conocerles, mi nombre es Braulio y mis
hijos son Abel, el mayor y Luca el pequeño revoltoso, se llevan solo un año y
como ya os iréis dando cuenta son algo gamberrillos, ya sabéis lo que son las
edades adolescentes, pero por favor, si hacen algo que os incomode hacédmelo
saber.


Me gustó su forma de hablar y también su
porte varonil e interesante, aunque algo tristón, inmediatamente correspondí a
su saludo levantándome de mi asiento, al mismo tiempo que la toalla que cubría
mis pechos se quedaba aposentada en la silla de madera (me encanta exhibir mis
pechos haciendo topless y más aún, en esa zona almeriense tan sumamente
liberal) me presenté y Porky a una señal discreta mía, también lo hizo, (con su
nombre de pila, claro está), dejé que mi mano se elevara por encima del seto y
el alargó la suya estrechándome los dedos y transmitiéndome fortaleza en aquel
apretón. Porky con su natural apocamiento y endeblez, tendió también su
gordezuela mano de dedos cortos y lasos, (me imagino que queriendo hacer
patente su presencia), pero Braulio parecía no darse cuenta de su existencia y
seguía reteniendo la mía, mientras sus ojos se quedaban fijos en los míos y
únicamente los apartaba para posarlos sobre mis desnudos senos, que sin yo que
yo pudiera evitarlo consiguió que mis pezones se endurecieran de forma abrupta.
Ese saludo tan especial duró escasos segundos, pero no sé muy bien a causa de
qué, por mi cabeza pasaron a ritmo muy lento. Porky al sentirse ignorado retiró
su lacia mano (Recordándome por un momento, a esos relojes gelatinosos que
pintaba el gran Dalí) y solamente balbuceó un tímido:
- Encantado de tenerle como vecino.
Después de esos primeros saludos, ellos
siguieron con la "mudanza" y nosotros (Perro y Ama), terminamos de
tomarnos el aperitivo, mientras escuchábamos su continuo ir y venir descargando
equipaje. A mí, la llegada de aquel nuevo vecino me generó expectación e
incluso me despertó un cierto hormigueo en la entrepierna, pero tampoco le di
mayor importancia, eso me sucede en otras ocasiones y al final solamente se
queda en alguna fantasía morbosa que me sirve para masturbarme pensando en el
tío que consigue excitarme y hacerme olvidar a la piltrafa sebosa que me ha
caído en suerte y que tan difícil se me hace soportar en infinidad de
ocasiones.


Bien entrado el mediodía, pasamos al
interior y nos dispusimos a comer. Yo comí una ensalada variada y alegrada con
frutos secos, mientras que a Porky le tenía preparado un cubo con patata
cocida, mezclada con plátano maduro y salvado de trigo, aderezado con melaza
(Esta dieta de engorde porcino me la había enviado un ganadero amigo mío, con
el que mantenía correos periódicamente. Lástima haber perdido el contacto con
él porque ahora mismo, no me hubiera importado llevar a mi puerco cornudo a su
granja para hacer algún experimento de cruce zoofílico, con diferentes
animales, buuuuffff... me excito de pensar en ese sublime y perverso
espectáculo).


Después de comer, me puse en el ordenador
a seguir con mi aprendizaje de métodos expeditivos en la dominación, mientras
que el abotargado tocino, sudoroso y con la panza bien llena se quedaba dormido
en un sillón. Su porcino descanso, no le duró demasiado, debido a que los dos
adolescentes conectaron música a todo volumen, despertándolo sobresaltado. El
cerdo abrió sus aborregados ojos con gesto contrariado y molesto al escuchar el
fuerte sonido y algarabía provenientes del apartamento colindante. El muy
idiota se atrevió a insinuarme, que como yo había mantenido más conversación
amistosa con Braulio, me pasara a pedirle que bajaran el volumen, yo le
contesté, que a mí no me molestaban y que fuera él si tenía cojones, empezó a
remolonear y a decir que ya total ¿para qué? si ya se le había pasado el sueño.
No pude por menos que sonreír burlonamente al ver los pocos arrestos que tiene
como hombre, y obviamente pasé de él y continué viendo las páginas bdsm.


A media tarde, cuando ya el sol tenía
menos fuerza, decidí que debíamos ir a la piscina a darnos un baño y relajarme.
Yo no sé nadar y tengo bastante miedo al agua, así que me metí por la parte del
1,20 e hice algunos ejercicios relajantes sujeta a la escalera. Porky por su
parte y a pocos metros de mí, daba manotazos en el agua salpicando como un
crío, es un nadador pésimo y aguanta poquísimo flotando, así que con lo miedoso
que es, tampoco se atreve a meterse donde le cubre. A veces me quedó mirándole
divertida, aunque me produce grima ver su patética forma de moverse en el agua.
Salí de la piscina en cuanto estuve fresquita y me acosté boca arriba en la
tumbona para secarme y broncearme, me resulta muy placentero el sentir el sol
acariciando mis tetas desnudas y húmedas, me gusta muchísimo cuando siento como
mis pezones al secarse se contraen con la tirantez de la piel, dan la impresión
de tener vida propia. No tardé mucho en abrir el libro que estaba leyendo, me
puse una pamela y me concentré en la muy interesante lectura. Habrían pasado
unos 15 minutos cuando escuché la voz grave de Braulio:
- Buenas tardes vecina, ¿te importa si me siento aquí? estoy todavía
algo desubicado, además de aburrido y estresado, estos dos diablillos que tengo
por hijos me vuelven del revés.
Me hizo gracia ese comentario y
amablemente le conminé a que se sentara en la tumbona de Porky, que
infantilmente seguía dentro de la piscina. Enseguida se estableció entre
nosotros un muy entretenido e informal diálogo, estuvimos charlando sobre lo
bien que se estaba en esa zona almeriense y del microclima reinante, tan
sumamente agradable. Me preguntó también por que tipo de alicientes de
diversión podría haber por allí, ya que para él era la primera vez que visitaba
el lugar (tengo que decir qué durante casi toda la conversación, su mirada de
una forma bastante descarada e intermitente, se posaba en mis pechos una y otra
vez, haciéndome sentir agradablemente halagada) un poco acalorada por la
situación, contesté a su pregunta,
- Si lo que buscas son sitios para llevar a tus hijos, puedes ir al
poblado del oeste, en donde se grabaron infinidad de películas de ese tipo, yo
no he estado, pero algún día me quiero acercar (debo decir que a día de hoy
todavía no lo he visitado). También tienes un AcuaPark aquí al lado y por
supuesto me imagino que ya estarás al tanto de todas las visitas que podéis
realizar por el Cabo de Gata, sin olvidaros de la magnífica playa que tenemos
aquí mismo.
Sin darme cuenta, en el momento
que Braulio había llegado e interrumpido mi lectura, el libro que yo estaba
leyendo quedó apoyado sobre mi pierna, abierto y con la portada hacia arriba,
así que el título se podía visualizar perfectamente. Vi que se quedó mirándolo
con mirada inquisitiva y entonces me dijo sonrientemente,
- Interesante lectura ¿Te gustan esos temas?.
Ahora mismo y después de tantos años, se
me hace difícil recordar exactamente que libro estaba leyendo por aquellos
días, pero de lo que sí estoy convencida es de que si no era: El AMA. Memorias
de una Dómina, de Annick Foucault, sería seguramente, el de Pierre Bourdieu,
titulado: LA DOMINACION MASCULINA. En cualquier caso, ambos títulos decían
demasiado de mis gustos. Sin ningún tipo de pudor le contesté descaradamente,
- Me encanta todo este tipo de lectura, me resulta altamente
instructiva, e inevitablemente aprendo muchas cosas nuevas e interesantes.
Haciendo uso de esa provocadora
maldad que algunas mujeres dominamos, cambié de tema rápidamente, dejándolo
pensativo y expectante; al mismo tiempo que miré hacia la piscina, buscando la
cabeza de Porky no fuera que el muy capullo se me hubiera ahogado. Vi que
seguía "nadando" y que a pocos metros de él estaban los niños de
Braulio haciendo piruetas en el agua.
- Mira tus hijos que bien se lo están pasando, menudo par de
gamberrillos tienes, son muy guapos.
Se levantó de la tumbona mirando
hacia donde los chicos estaban divirtiéndose y yo aproveché el momento para
admirar su bien formado cuerpo, algo peludo para mi gusto, pero muy fibroso y
bien formado, aunque lo que más llamó mi atención fue el ver que su bañador
estaba sospechosamente abultado, no pudiendo por menos que preguntarme si
quizás sería yo la causa de aquella hinchazón.
Después de ver a sus hijos, se sentó de
nuevo con gesto complacido al comprobar que los adolescentes se lo estaban
pasando en grande e inmediatamente volvió a lo del libro, me di perfecta cuenta
de que estaba muy morbosamente interesado en saber más de mis gustos.
- A mí también me gustan bastante las lectura picantes, incluso veo
porno alguna vez, ja,ja,ja, - (se río nerviosamente) - El problema, me imagino,
es que aunque aprendas muchas cosas si no tienes con quien practicarlas de poco
te pueden servir.
- ¿Y quién te ha dicho que no tengo con quien practicarlas? - contesté
desafiante -
Se quedó descolocado y con gesto
interrogativo, me reí divertida al ver su expresión incrédula y le dije,
- En estos días que vamos a compartir vecindad, te darás cuenta de que
estás muy equivocado.
- Te burlas de mí, me estás tomando el pelo.
- Nada
más lejos de la realidad, tú obsérvanos a mi maridín y a mí y verás que no te
estoy tomando el pelo..., es más, aunque no tenía previsto nada al respecto, te
quiero empezar a dar las primeras pistas.
Me volví hacia la piscina donde
el botarate de Porky seguía chapoteando como un perro que lo han tirado de
sorpresa al agua. Di una palmada y un silbido, en cuanto el inútil lo escuchó
giró rápidamente su cabeza mirándome, le hice un gesto seco con la mano
indicándole que viniera. Salió del agua rápidamente y se acercó,
- ¿Qué deseas cariño? - preguntó -
- Vete rápidamente al apartamento y tráeme las sandalias transparentes -
le ordené con gesto serio, sin mirarle siquiera -
- ¿Me puedo secar antes? - Preguntó casi susurrando y seguramente
descolocado por la presencia de Braulio, que asistía con incipiente curiosidad
a todo lo que yo hacía y decía -
- Solamente los pies para que no manches la casa y date prisa que es
para hoy.
Se frotó la toalla por las
plantas apresuradamente y salió raudo hacia la vivienda. Braulio estaba con
expresión de no dar crédito a lo que estaba viendo.
- ¿Vas pillando? le dije con mirada enigmática.
- Me cuesta pensar que sea real lo que estoy imaginando.
- Bueno, es normal que estés confundido, ya me hago cargo, pero tú
relájate un poco que quiero que tus dudas se disipen totalmente, túmbate largo
y no digas nada, aunque todo lo que va a suceder te suene extraño o te
desconcierte.
Volvió Porky trotando cual
cerdito cochinero trayéndome las sandalias, le reprendí con gesto serio,
- Ya me estaba cansando de esperar, cada día eres más lento, te me estás
haciendo viejo, a este paso va a haber que buscarte pronto repuesto.
- Perdona cariño, es que no sabía que estaban en el armario pequeño - me
contestó azorado
- ¡Déjate de monsergas, que me aburre tu estúpida verborrea y pónmelas!.
Cuando termines dale un masaje en los pies a Braulio que los lleva muy cansados
por el largo viaje y le duelen.
- Pero cariño... - comenzó a decirme todo colorado y bajando la mirada
-.
Le corté la frase de forma
abrupta,
- Házle el masaje de la misma forma en que me lo haces a mí siempre que
te lo ordeno y no me vengas con historias que no estoy para cuentos y ya sabes
que si te cansas te jodes. Hasta que Braulio o yo no te digamos de parar tú
continúa.
Agachó la cabeza y pesadamente
por todo el pienso que había ingerido en la comida, se puso de rodillas a los
pies del vecino que totalmente asombrado y sin saber que actitud tomar (pero al
mismo tiempo expectante e inmóvil tal y como yo le había dicho), se dejó
masajear sin oponerse a los manejos del gorrino. Yo le sonreí y le guiñé un
ojo. El bulto en su bañador era ahora bastante más ostensible, acerqué mi
tumbona a la de él poniéndome a pocos centímetros y le dije susurrándole al
oído,
- Por las noches, cuando acuestes a tus niños, tienes si te apetece,
otro tipo de diversión más de adultos y muy cerquita de aquí, solamente tienes
que pasarte por lo que aquí llaman "La Zona Roja". A mí me gusta ir
casi todos los días y me lo suelo pasar genial, hay varios clubs y bares de
copas, casi todos ellos de ambiente muy liberal.
- Braulio desbordado por la situación, pero al mismo tiempo complacido
(Se le notaba en el bañador), me dijo muy despacito,
- Perdona por mi pregunta si te parece indiscreta..., - calló un momento
como dudando si hacérmela, pero ante mi mirada inquisitiva al fin se atrevió -
¿Hacéis intercambios de pareja?
- ¡Noooo! - le respondí bajito - Lo nuestro es bastante distinto, en
nuestro matrimonio lo que realmente prevalece son mis gustos exclusivamente y a
"este" le tengo prohibido el mirar a cualquier otra mujer, por lo
tanto, en esas salidas "divertidas" la que debo quedar a gusto y
satisfecha, soy yo. Para mi marido la única opción que le queda es la de ser
feliz a través de mi felicidad, sea con quien sea ¿No sé si me entiendes?
- Buffff..., estoy perplejo..., había oído algunas historias al
respecto, pero no terminaba de creer que alguien tuviera ese tipo de vida y
mucho menos que yo pudiera conocer a una pareja así. Me cuesta asimilar todo lo
que estoy viendo y que tú me estás demostrando, pero creo que me voy haciendo
una idea de tu maravillosa y excitante forma de vida, me da un morbo enorme el
poder hablar contigo de estas cosas y más cuando me acuerdo de lo sosa que era
mi exmujer con todo lo relacionado con el sexo.
Lo veía moverse nerviosamente
mientras Porky continuaba masajeando los dedos de sus pies, uno por uno, el
abultamiento del bañador daba a entender que tenía una dotación bastante
aceptable. De pronto vi como miraba hacia Porky (que seguía a su trabajo con la
vista baja) y entonces, en un arranque de decisión alargó su brazo
atrevidamente y acarició disimuladamente el pecho que quedaba más cercano a él,
al mismo tiempo que me susurraba
- Me estoy poniendo muy caliente, ¿Se enfadará tu marido si se da cuenta
de lo que estoy haciendo?
Por respuesta sujeté su mano
sobre mi pecho y silbé, Porky levantó la cabeza y le dije burlonamente,
- Mira lo que le gusta a Braulio ¿Tienes algo que objetar?
- Nada cariño - dijo con rostro apesadumbrado, mientras bajaba la mirada
y continuaba con el masaje en los pies del hombre que estaba sobando las tetas
de su querida esposa.


Al ver que no había oposición por ninguna
parte, continuó acariciándome el pecho y dedeándome el pezón, poniéndomelo
extremadamente duro e inhiesto. Poco a poco, se fue girando acercándose más
hacia mi cuerpo, hasta que su boca se encontró a muy pocos centímetros de mi
tieso botoncito, sentí su aliento casi pegado a mi areola, que en ese momento
se encontraba invadida de pequeños bultitos deseosos de ser lamidos o
absorbidos por los labios de mi agradable vecino, mi piel estaba erizada y la
entrepierna tremendamente húmeda manchaba sin remedio la braguita del bikini.
Cuando parecía que aquella boca iba a mamar de mi ubre, toda la magia del
caliente momento se rompió al escuchar aproximándose las voces de los hijos de
Braulio que reclamaban su presencia, provocando obligatoriamente el que toda
aquella caliente escena se terminara de manera tan abrupta. Me recompuse lo
mejor que pude, con el rostro arrebolado de deseo, aunque al mismo tiempo no
pude evitar la risa al contemplar el fuerte empujón que le dio a Porky
apartándolo con el pie, provocando que el bobo se quedara ridículamente sentado
en el césped y con cara de haber hecho algo mal. La escena era un poco
grotesca, resultaba muy jocoso contemplar los apuros de mi vecino por ocultar a
la mirada de sus niños aquel enorme bulto que en aquel momento dibujaba su
bañador. En mi caso me resultaba mucho más fácil el ocultar la humedad que
mojaba la caliente y deseosa abertura sexual.


Hasta aquí fue todo lo que aconteció el
primer día de esta historia. Como podéis ver, parece que muy poco tengan que
ver las fotos que acompañan el reportaje de esta primera entrega, con lo que os
he relatado hasta ahora, pero nada más lejos de la realidad, como podréis
comprobar si no os perdéis las vivencias de los días que precedieron a este
primer contacto y que seguiré narrando en sucesivos reportajes.
Aprovecho también para hacer alguna
referencia y comparativa de las fotos de aquellas vacaciones con las que os voy
poniendo más actuales en otros reportajes. Como podéis comprobar yo todavía
fumaba y estaba bastante más delgada que ahora. Fue una pena que al dejar el
tabaco pillara algunos kilos de más, cosa que me fastidió bastante ya que
algunos de los muchos vestidos sexy que tenía se me quedaron pequeños, pero por
otra parte, también se me quedaron pequeños los sujetadores ya que mi talla de
pecho aumentó su volumen, cosa que no me pareció nada mal ¿No creéis?.



Igualmente es bastante notorio el cambio
corporal que ha experimentado Porky en el transcurso de estos años. Cuando me
paro a contemplar de nuevo las fotos que hace años no veía, me doy perfecta
cuenta de que he estado enrollada con tíos de cuerpo mucho menos atractivo al
que por aquel entonces lucía el cabrón. La verdad es que fue una lástima, que
resultará ser un auténtico hijo de puta, así que por muy atractivo que pudiera resultar
ya no había vuelta atrás.
El tiempo a veces te hace darte cuenta de
cosas que en su momento no sabemos apreciar o pasamos por alto, y ese
indudablemente es mi caso, era tanto el desprecio que sentía por el puto
desgraciado y por sus comportamientos de machito de mierda, que en aquella
época solamente me generaba inquina y ganas de joderle la vida.
En aquellos primeros años de mi liberación
como hot wife, estaba tan sumamente enfadada por todo lo que había vivido con
aquel puto cabrón, que en mi mente solo existía el odio y los deseos de
venganza acumulados por todos los desprecios que había tenido que soportar a
manos de aquel bastardo asqueroso. Toda la frustración que había ido
amontonando durante tantos años al haberme sentido menospreciada y humillada
por semejante bazofia humana, eran la causa de la cerrazón u obcecación que
sentía para infringir el mayor dolor y humillación a la escoria mal parida e
inevitablemente todos esos penosos años de calvario a su lado, me impedía
sentir el más mínimo sentimiento de piedad hacia el mal nacido de Porky.
Aunque ya habían pasado un par de años
desde el comienzo de mi vida como hembra caliente y dominante, mis objetivos
para el futuro los tenía clarísimos: aparte de poder divertirme y gozar
sexualmente, catando y disfrutando de buenos machos que supieran apreciar mis
cualidades como mujer, quedaba como principal objetivo el destruir lo más
cruelmente posible tanto cuerpo como mente del mezquino hijo de puta que tanto
había socavado mi autoestima. Quería obligarle a derramar lágrimas de sangre e
implorar piedad ante todo lo que iba planificando para su inevitable y dura
destrucción (sobre todo psicológicamente). Si no hubiera sido por el hecho de
la hija que tenemos en común, habría conducido al anormal hasta el borde del
abismo (cerebralmente hablando) y lo habría mandado a tomar por el culo de una
patada, dejándolo en la calle con lo puesto. De cualquier manera, reconozco que
estoy contenta de haber vencido aquel impulso visceral y ahora mismo me alegro
mucho de no haberme desecho de él, ya qué de haberle dado puerta, me hubiera
perdido un gran perro esclavo de por vida y por supuesto todas las enormes
satisfacciones que su degradación y sufrimientos me han ido proporcionando
hasta el día de hoy, sin contar con toda la perra y arrastrada vida que le
queda hasta el día que se muera.
Por aquella época, (asesorada en parte por
un buen amigo) me encontraba inmersa en la experimentación de los efectos y la
evolución del cuerpo de Porky, a consecuencia de la administración de algunos
tipos de hormonas femeninas que yo me encargaba de mezclar en la pastura diaria
que el cerdo ingería. De igual manera y de forma complementaria estaba poniendo
en marcha todo el proceso de cebamiento animal con el que pretendía conducirlo
al estado semiporcino y seboso que hoy ostenta. El volumen que iban adquiriendo
sus pezones, me hacía constatar que el tratamiento implantado, llevaba el
camino adecuado para lograr el cambio genético que yo pretendía llevar a cabo
para ir satisfaciendo mi tan esperada venganza.
En este reportaje incluyo también algunas
fotos de aquel mismo verano en la playa de Torimbia (Asturias), en las que
Porky fue paseado humillántemente con los huevos anillados y el collar de
perro, demostrando ante los bañistas presentes (no demasiados) su canina
condición.
Para facilitar el que os hagáis una mejor
idea de donde se desarrolló la historia, os pongo también esta serie de
fotografías, donde podéis ver el pequeño seto que separaba los dos
apartamentos, además de la bonita piscina y algunas de las calles más próximas
a la urbanización naturista. Por si no os habéis fijado, hago hincapié en el
detalle de la pulsera de tobillo que me gusta lucir por la playa, como muestra
para todos aquellos varones que entienden del tema, de que soy una mujer
caliente y abierta a determinadas propuestas viciosas. Las sandalias que llevo
puestas son las que le pedí al cerdo que me trajera para demostrarle a Braulio,
su condición servil.

Como ha pasado tanto tiempo, es muy
posible que se me escape algún hecho de los que ocurrieron esos días, así como
que algunos detalles de lo que cuento puedan ser imprecisos, pero os aseguro
que pongo todo mi esfuerzo e interés por tratar de ser lo más fidedigna posible
al narrar toda la caliente historia de aquellas estimulantes vacaciones.
Como ejemplo de mi inseguridad en el
recuerdo, quiero comentaros, que ahora mismo tengo una imagen muy difusa de las
caras de aquellos tres divertidos vecinos y que probablemente si me los
encontrará ahora mismo por la calle, dudo mucho de que los reconociera.
Desafortunadamente, Braulio no estuvo por la labor de hacernos ninguna
fotografía juntos, se lo pedí uno de los días, pero me contestó, que debido a
todos los problemas del divorcio que tenía encima, no quería correr el riesgo
de que le pudiera sobrevenir otro más y posiblemente más gordo. Por supuesto
que yo lo entendí y por esa causa no puedo mostrar ninguna imagen con ellos y
bien que me fastidia, sobre todo, porque esas fotos me ayudarían a recordar
mejor aquellos morbosos días y también a aquel querido "amigo".