DURO CAMINO - 1

       Lo que voy a narraros en esta ocasión, no es otra cosa, que la ingrata experiencia de unas vacaciones que me resultaron tremendamente estresantes y en las que me vi abocada a tener que aguantar situaciones muy desagradables e incluso preocupantes, pero que gracias a Dios o al diablo (vete tú a saber), finalmente pude darme por satisfecha ya que, con la inevitable aplicación del castigo adecuado, concluyeron mucho mejor de lo esperado. Ahora bien, lo que sí me quedó bastante claro a través de aquella lamentable experiencia, fue que el adiestramiento de un animal, no es cuestión de un día, sino que para conseguir los mejores resultados en el sometimiento y anulación de la bestia, a veces hay que recorrer un "DURO CAMINO" (que puede ser largo o corto), siempre dependiendo del grado de inteligencia que dicho animal demuestre, para absorber en su limitado raciocinio, todas esas duras enseñanzas que con tanto esfuerzo y trabajo yo le he ido enseñando, tratando siempre de conseguir un ser totalmente amaestrado, dependiente en todo momento de mis decisiones y órdenes. Lamentablemente y de forma inimaginable para mí, aquellas vacaciones se torcieron de mala manera y de forma muy sorpresiva. Y ahí fue cuando surgió toda la base del problema y también de esta historia, porque como todos vosotros sabéis, mi perro sumiso es bastante limitado, cerebralmente hablando. Por mi parte, de todo lo sucedido en aquellas extrañas vacaciones, también saque varias enseñanzas y conclusiones tales, como la de que hasta conseguir el total adoctrinamiento y manipulación mental del esclavo, es necesario no bajar la guardia en ningún instante, cosa que estuve a punto de hacer yo en aquellos días en los que me asaltaron muchas dudas y bastantes momentos de flaqueza, que estuvieron a punto de echar por tierra todo el intenso trabajo de deshumanización de Porky, llevado a cabo por mí durante todos los años anteriores a estos hechos. Y dicho todo esto, no quiero enrollarme más, así que después de esta pequeña introducción, doy comienzo a mi historia.

 

     Como en más de alguna ocasión os he comentado, siempre que viajo por motivos de placer (nunca mejor dicho), lo primero que hago es colgar un anuncio para toda la zona en la que voy a estar, explicando bien a las claras lo que busco tanto para satisfacerme a mí como para degradar al cornudo. En aquellas ajetreadas vacaciones seguí esa misma tónica y como casi siempre, recibí un montón de correos y llamadas, muchas de ellas me llegaron durante el trayecto de ida, cosa que me gusta, porque me sirven para irme calentando y además el viaje se me hace mucho más corto, es obvio que al cornudo que va escuchando los diálogos calientes que me llevo con los que posiblemente sean sus futuros corneadores, le sucede todo lo contrario, no tengo más que mirarle a la cara para ver el rictus de amargura e impotencia que denota su patético rostro. Mientras hablaba con toda aquella retahíla de machos, iba tomando nota y seleccionando los que me parecieron más morbosos o me inspiraron mayor confianza en que pudieran satisfacer mis expectativas viciosas.

 

     Al poco de llegar a Vera e instalarme en el apartamento, dejé al cornudo deshaciendo el equipaje y yo me fui a tomar un café con dos de los hombres que había hablado por la mañana, con una diferencia de una hora entre cita y cita, charlamos amigablemente, pero los vi muy carentes de morbo y decisión, por lo tanto, no me quedaba otra que seguir buscando otro macho que me aportara el morbo que yo busco. Más tarde hablé con otro joven que me causó muy buena impresión por teléfono, pero qué, hasta la medianoche, por temas de su trabajo no podía quedar. Al final de la conversación quedamos citados en el Pub del Hotel Naturista.

 

    Serían cerca de las doce de la noche cuando se presentó y se acercó a la mesita en que yo estaba esperando acompañada de mi "mascota", se sentó a mi lado ignorando al imbécil y casi desde el primer momento entablamos una animada conversación no exenta de bastantes nervios por su parte. Me cayó realmente bien, además, físicamente era el tipo de macho que me atrae, así que después de unos veinte minutos y de haberse roto el hielo entre ambos le ofrecí de forma velada, la opción de salir a morbosear un poco y conocernos algo más íntimamente, inmediatamente aceptó y amparados por la oscuridad de la noche fuimos hacia un rincón discreto, para que el cornudo obediente y humillado pudiera fotografiar lo que se presumía como el principio de sus próximos cuernos.

 

     El oscuro recoveco donde pretendía estar oculta de miradas indiscretas, estaba muy cerquita, le ordené al perro que nos siguiera y que me llevara el bolso, ya que a mí me apetecía ir cogida de la cintura por un macho de verdad, me gustaba presumir de hombre al pasar delante de personas que nos conocían del hotel y que se quedaban mirándonos con bastante curiosidad, sobre todo, me imagino que observando la mano del joven en la parte alta de mis nalgas, mientras yo rodeaba su cintura apretadita a él y el manso dos pasos más atrás portaba un bolsito de mujer. En cuanto llegamos al sitio elegido, el chico se lanzó a sobarme las tetas casi de inmediato, se notaba que lo estaba deseando desde que me vio en el pub, me gustaba sentir sus fuertes manos sobre mis pechos y todavía mucho más, cuando sus labios se apoderaron de los erectos pezones, sentía la dureza de su verga apretándose contra mí, pero necesitaba tocarla y sentirla palpitar entre mis dedos, comencé a recorrerla a través del pantalón, retrasando unos instantes el sacársela y poderla acariciar, el macho estaba súper caliente y yo cachonda como una perra, todo lo contrario que el cabestro que mostraba una expresión de animal herido que daba asco verlo, se le notaba mucho más disgustado que en otras ocasiones, yo pensé que le había afectado el que el primer día de llegar a Vera ya estuviera metiéndome mano con un tío y sobre todo que me viera tan a gusto con él, me fijé en su porcino y triste rostro, pero lo único que se me vino a la cabeza fue un ¡QUÉ TE JODAN CORNUDO DESGRACIADO!.

 

     Llevábamos como unos 15 minutos en aquel oscuro rincón y la situación era extremadamente viciosa, ya no podía aguantar más sin tocar la verga desnuda del macho, mientras que él no paraba de amasarme los pechos, comencé a trastear su pantalón para extraer aquel duro cipote, pero cuando ya había metido los dedos dentro y comenzaba a sobar el ardiente y húmedo glande, nos interrumpió un coche alumbrándonos con sus faros y luego otro más aparcó al lado de donde estábamos morboseando. Paramos rápidamente, recomponiendo el vestuario y disimulando lo que podíamos. Vimos que se trataba de varios jóvenes que iban a uno de los chiringuitos que había allí cerquita, por su parte nos dimos cuenta de que ellos también nos observaban y no se marchaban, quizás percibieron algo de lo que estábamos haciendo y esperaban a que continuáramos. Pudimos habernos marchado a otro lugar, pero mi nuevo amigo tenía unas circunstancias personales que no le permitían estar mucho más tiempo. Yo me quedé con ganas de haber jugado un ratito más, pero ya tenía claro, que si a él le parecía bien y estaba de acuerdo, tendríamos un encuentro sexual tal y como a mí me gusta (sin límites de tiempo), aunque también es cierto, que lo vi un poco juntitos en el tipo de juego que yo busco, ya que para con el imbécil asilvestrado de mi cornudo marido no tuvo ninguna palabra degradante, cosa que siempre pido para todo aquel macho que desee estar conmigo en una sesión de sexo fuerte. A pesar de eso, su aspecto, educación y limpieza me agradaron lo suficiente para tener ese encuentro vicioso, antes de despedirnos me contó que los horarios de trabajo y familiares que tenía eran un poco complicados, pero eso no sería un obstáculo insalvable. Seguimos en contacto telefónico y la verdad es que por mi parte tenía muchas ganas de meterme en una habitación con aquel macho para tener vicio y sexo desenfrenado, además de joder y torturar al hijo de puta cabrón. Tanto interés tenía en ello, que el subnormal de mi marido se dio cuenta y empezó a mostrarse contrariado y celoso.

 

    A los dos ó tres días de aquella primera cita, me apeteció darle una sorpresa a mi apetecible amigo, así que decidí arreglarme provocativamente y fuimos a comer al bar donde el chico trabajaba. Al cornudo le informé por el camino de adonde nos dirigíamos y desde el momento en que se lo dije, no paró de rumiar por lo bajito y poner objeciones. Fui tajante con el muy imbécil mientras que le apretaba las pelotas y lo amenacé con que si no se portaba correctamente se iba a enterar, dicho esto se las solté porque teníamos peligro de colisionar o salirnos de la carretera.

 

     Cuando el camarero que yo daba por hecho sería mi próximo amante me vio entrar por la puerta, abrió unos ojos como platos y le cambió la expresión, yo actué como si no lo conociera y le pregunté que mesita podíamos ocupar. Nos atendió con total discreción, como si fuéramos unos clientes habituales, aunque sus miradas eran casi constantes, se le notaba bastante nervioso y todavía mucho más cuando en una de las veces en que nos estaba aconsejando que comer, dejé caer la servilleta a mis pies de forma disimulada. Tal y como yo quería él se agachó a recogerla, en ese momento la pisé con el tacón y abrí mis piernas para que pudiera ver la minúscula tanga roja que me había puesto para la ocasión, se demoró unos segundos, pero no se atrevió a tocarme y cuando dejé que la servilleta quedara liberada, se levantó y me la entregó nerviosamente con la cara totalmente enrojecida, dándome con ello la prueba de que había visto lo que yo maliciosamente pretendía que viera. El cornudo, bien aleccionado, aunque con gesto ensombrecido, se comportó bastante aceptablemente y hasta ese día todo fue perfectamente normal, dentro de lo que puede ser normal el estar al lado de una hembra tan juguetona como yo.

 

     Los mensajes con mi amigo continuaron de forma bastante caliente, en el primero que recibí, me contaba lo mucho que le había gustado verme la mini braguita, que era una puta cabrona y que no había podido evitar pajearse varias veces pensando en ese momento. Yo por mi parte le contaba las enormes ganas que tenía de estar íntimamente con él y de lo cerda que me ponía al pensar todas las guarrerías que podríamos hacer. Faltaban un par de jornadas para que el semental tuviera su día libre y por lo tanto comenzamos a preparar el tan deseado momento para hacer realidad todas las fantasías viciosas que íbamos imaginando. Al concertar la hora, me dijo que traería una botella de vino para beber algo durante la sesión y obligar a la chacha que nos sirvieras.

 

     En previsión de que el encuentro se desarrollara con el máximo morbo y degradación del ciervo, lo primero que hice, fue informar al astado, haciéndole saber lo que iba a suceder y que su única función en el encuentro no sería otra que ser nuestra criada y servirnos en todo lo que nos apeteciera. Yo estaba muy contenta e ilusionada por que llegara la cita viciosa y resultaba muy obvio que mi interés por aquel macho era superior al mostrado por algunos otros tíos. Porky a pesar de ser medio idiota, percibió por mi forma de actuar, que estaba deseando gozar con aquel corneador y comenzó a refunfuñar y a rogarme que no lo hiciera, incluso llegó a ponerse de rodillas suplicante.

 

    Me cabreo mucho aquella deplorable actitud que hacía muchísimo tiempo que parecía olvidada por haber asumido su papel de cornudo obediente. Hasta tal punto me resulto cansino y agobiante que llegó un momento en que me harté de escuchar sus patéticos lamentos, le ordené desnudarse y cogiéndole fuertemente de las pelotas lo encerré en el baño, diciéndole desde detrás de la puerta, que me iba a follar con ese macho y que se iba a joder sin poder estar él delante, (aunque mi cita era para el día siguiente, el puerco no lo sabía). Antes de marcharme bloqueé la puerta cruzando una silla atada a la manilla y mientras que de forma amortiguada escuchaba los sollozos y súplicas del cerdo para que lo dejara salir, di un fuerte portazo y me fui a la calle. Mi intención en aquel momento no era otra que dejar pasar un tiempo largo para jugar con la mente del puerco y darle un buen escarmiento.

 

     Serían como las siete de la tarde pasadas, cuando salí del apartamento, me di cuenta de que era muy pronto todavía, así que decidí hacer tiempo tomando un helado en una terraza y después viendo los chiringuitos de playa, cuando me cansé de pasear me metí en una pizzería y cené frugalmente. Al terminar miré el reloj y comprobé que habrían pasado unas tres horas, dudé en ese instante de si el castigo del gorrino habría sido suficiente, pero pensé malévolamente que un poco más de ración de enclaustramiento, no le iría nada mal al hijo de puta, así que estando muy cerquita de La Divina, entré a escuchar música, tomando una copa.

 

     Ese día me di cuenta de que hay veces en que el diablo juega con la casualidad y prueba de ello es lo que sucedió aquella noche. Yo me encontraba sentada tranquilamente en la barra, dejando transcurrir el tiempo, cuando de pronto, una mano se posó en mi desnudo hombro, volví la cabeza con curiosidad y me encontré de lleno con el rostro sonriente de un "amigo" con el que el año anterior había estado morboseando en el jacuzzy del hotel, estaba acompañado por otro chico muy guapo y algo más joven que él y al que me presentó, nos saludamos con la alegría normal de volvernos a encontrar y enseguida me invitaron a otra copa. Comenzamos a charlar y a bromear distendidamente hasta que la conversación se volvió algo más picante, momento que aprovecho mi "amigo" para irla derivando hacia lo que había pasado entre nosotros dos el verano pasado. Ha pasado mucho tiempo, pero a groso modo lo más notable de aquel diálogo, fue más o menos así - comenzó dirigiéndose al más joven, que tendría unos 24 años,

   - Aquí donde la ves - le decía a su amigo - esta mujer está casada con un tío que es un cornudo redomado, no te puedes ni imaginar la paja que nos hicimos los dos dentro del jacuzzy teniendo al marido enfrente.

   - ¡Jodeeer! ¿y el tío no se enteraba?

   - Claro que se daba cuenta, él y todos los que estaba metidos, menuda cara de vicio teníamos los dos y menuda corrida que nos pegamos, ¿Verdad zorrón?

   - Ya lo creo cabronazo, estuvo súper morbosa la situación y disfruté cachonda perdida, mientras me tocabas el coño y más al sentirme observada y con el plus de saber que alguno de los que estaban dentro nos conocían tanto a mi sumiso marido como a mí.

Mientras se desarrollaba esta conversación, las manos de mi "amigo" me sobaban el culo y espalda descaradamente, el otro joven únicamente miraba sin atreverse a nada más, (pensé que quizás fuera gay, ya que La Divina es un pub muy frecuentado por homosexuales de ambos sexos). El que me estaba metiendo mano, viendo que le faltaba decisión a su compañero le dijo,

   - Acércate más a ella que no muerde... vamos, eso creo... porque un poco loba sí que es...ja,ja,ja. Ponte pegado a Dana y así ocultas ese costado con tu cuerpo

El jovencito no se hizo de rogar, de hecho, parecía que lo estaba deseando, me flanquearon uno por cada lado y entonces mi morboso "amigo", sin pedirme permiso alguno me desabrochó un par de botones de la camisa, abriéndola por arriba y mostrándole a su amigo mis empitonados pechos, apenas cubiertos por un escaso y transparente sujetador. Omito decir que yo estaba ya lo suficientemente caliente para poner objeciones y además esa actitud decidida me hacía humedecer y flaquear. Le habló con una actitud chulesca que yo le desconocía, pero que no podía evitar que me excitara. Cogió una de mis tetas, (todavía embutida en el sostén) por la parte de abajo elevándola y mostrándosela al otro joven como si exhibiera una mercancía. Con lo que estaba pasando allí y a la vista de alguno de los clientes de La Divina, me sentí como una ramera caliente, pero la humedad de mi braguita no me permitía escapar de la bochornosa pero libidinosa situación.

   - Mira que tetas más ricas tiene la cabrona, toca si quieres que es una calentorra viciosa y le gustan las situaciones morbosas. No tienes más que ver los colores que le han salido, está que arde la zorrita.

Me tocaron un pecho cada uno por encima del sujetador, rozándome con la punta de sus dedos en la zona donde se marcaban mis ya duros pezones, arrancándome suspiros. Yo estaba cerda perdida con los dos chicos guapos metiéndome mano y algún cliente que no perdía detalle.

   - Que polla nos estás poniendo putón, ¿te quieres venir a nuestra habitación y nos montamos una buena fiesta? - me dijo al oído uno de ellos -

   - Me estáis mojando el coño cabrones, me apetece ir con vosotros, pero ahora mismo no puedo, he dejado al ciervo encerrado y tengo que ir a soltarlo, no me fío de él (parece que presentí algo). Voy al apartamento, veo como está y vuelvo, me cuesta menos de media hora.

Debieron de pensar que les estaba mintiendo y que me echaba atrás, así que insistieron sin dejar de sobarme,

   - Vaaaa...No seas así, coño... déjalo y olvídate del imbécil ese que tienes por marido, ese gilipollas no es más que un puto cornudo y tú lo que necesitas es que te llenen el chocho con unas vergas como las nuestras, pedazo de golfa.

Me estaban poniendo caliente como una perra y más cuando mi "vicioso amigo" le dijo al otro chico, como si yo no estuviera delante,

   - Vamos a ponerla cachonda perdida, que a esta zorra hoy nos la follamos, métele la mano dentro del sujetador y trabájale el pezón, así como hago yo... jodeeer que duros los llevas putarrona...buuuff...te vamos a dar leche hasta que te hartes...¡Jodeeer!... te vas a marchar del hotel rellena como un pavo, para que el cornúpeta de tu marido se pueda tomar el yogurt antes de irse a dormir.

Como disfrutaba escuchando todas esas guarrerías, me sentía entregada a la lujuria del momento, mis manos iban a su puta bola, bajaron y agarraron fuertemente los tiesos bultos que formaban las durezas de sus vergas. Cerré los ojos y me dejé llevar... sus codiciosos dedos, algo molestos por la opresión del sujetador, se metieron dentro de él y extrajeron mis tetas de las cazoletas, dejándolas indecentemente expuestas, pudiendo ser vistas por cualquiera de los presentes y sobre todo por los camareros, que desde la parte interior de la barra no perdían detalle. Los dos machos se pegaban más y más a mi caliente cuerpo restregándose contra él en obscenos movimientos, mientras que sin el más mínimo recato me sobaban por donde querían y sus bocas me mordían el cuello y me susurraban al oído toda esa serie de obscenidades lujuriosas y procaces que tanto me excita escuchar cuando estoy cachonda.

   - Eres una cerda pervertida y te vas a venir con nosotros para que te demos polla y lechazos hasta hartarte cabrona, anda que no me he hecho pajas acordándome del ansia con que me meneabas el rabo en el jacuzzy cacho puta... que eso es lo que eres..., una puta perra caliente... y tu marido un desgraciado cornudo, ¿Verdad que sí golfa? dime lo que eres que quiero oírlo...¡Venga... zorraaa...!, ¡DILO YAAAA! o nos marchamos,

Titubeé un poco, no quería llamar más la atención, la situación ya me parecía demasiado denigrante para aumentarla con aquellas sucias palabras, pero mi frágil resistencia a decirlas cambió radicalmente en el momento que le escuché decir - Déjala y vámonos que parece que no le gusta

   - Soy una puta...soy una puta... ¡Siiiii, soy UNA PUTA! - grité desesperadamente para que no pararan -

   - Eso está mejor cerda... muy bien... y que más... continúa joder que me gusta oírte... Venga coñoooo

   - Soy vuestra putaaaa... me gusta que me follen y me llenen de lefa para el cornudo de mi marido

   - Me gusta oírte hablar del cornudo y llamarle así... nos vas a hacer corrernos aquí mismo, putarrona, marrana, sigue tocando polla cerda... ¿Qué es tu marido?

   - Aaaagggg, Un cornudo, siii, mi marido en un puto CORNUDOOO

   - Dilo más veces que me pone escucharte hablar así de ese desgraciado que tienes por esposo

   - Conudooo.... cornuuudooo...aagghh....CORNUDOOOO...AAAGGHHHH.

   - Jodeeeer, cabrona mira lo que has hecho, pedazo de marrana ¿Te has meado o es una corrida? me has manchado el pantalón y tú mira cómo te has puesto también, estás hecha una puerca cochina. Anda vamos, acompáñanos a nuestra habitación que nos ducharemos y terminaremos lo que hemos empezado. El idiota de tu marido que se espere que ya le llevarás un buen regalito de nuestra parte.

 

     Si no me hubieran nombrado al cabestro, seguro que me hubiera ido con ellos, pero al hacerlo, me acordé de como lo había dejado y además, con el pedazo de orgasmo que me habían proporcionado, mi cabeza volvía a adquirir algo de sensatez, así que me disculpé prometiéndoles volver al día siguiente, pero les dije que iría acompañada de mi mascota, con el fin de añadir más morbo y también para que el otro chico comprobara in situ la clase de bufón cornudo que tengo por esposo. Reconozco que no les sentó nada bien el tener que quedarse con las pelotas llenas y aunque a regañadientes, no les quedó otra alternativa que aceptar mi ofrecimiento, recompuse mi maltrecho vestuario y coloqué mis tetas dentro del sujetador lo mejor que pude, debido a que mis pezones se encontraban bastante doloridos al haber sido mamados tan intensamente por aquellos dos perversos cachorros, me despedí de ellos con un buen morreo acompañado de mucha lengua y tapándome lo mejor que podía con el bolso, me fui hacia el apartamento paseando lentamente por zonas en penumbra que me permitían ocultar el desastroso estado de mi ropita y maquillaje, tardé como unos veinte minutos en llegar a la urbanización, me hacía mucho bien el respirar intensas bocanadas de brisa marina que me ayudaban a recobrar el pulso normal, aunque bien es cierto en que al llegar, pensaba mostrarme ante el cornudo con mi desastroso aspecto para hacerle sufrir mentalmente, todo lo que pudiera y más.         

 

    Al entrar en el apartamento no se oía absolutamente nada, así que llamé al cabestro para seguir mortificándolo y con la también mordaz intención de dejarlo algo más de tiempo en reclusión y contarle desde el otro lado de la puerta todo lo que había disfrutado esa noche con el amante con el que él pensaba que yo había estado. Lo llamé por tres veces sin recibir respuesta alguna. Me extrañó aquel silencio e insistí un par de veces más obteniendo el mismo resultado, eso me alarmó, porque cuando le impongo algún castigo no suele quedarse dormido. Desbloqueé la puerta abriéndola y entonces me di cuenta de que sin yo pretenderlo lo había dejado con la luz apagada y con la imposibilidad por su parte de poder encenderla ya que se conecta desde fuera del baño. La encendí rápidamente mientras que un olor desagradable invadía mi olfato, todo aquello me causó estupor y sorpresa, el cuadro que me encontré fue deplorable, Porky estaba acurrucado entre la taza del baño y la bañera, el muy asqueroso se había orinado en el suelo, había vomitado y tenía el rostro lívido y desencajado mientras que un susurrante e ininteligible balbuceo escapaba por su hocico. No os puedo negar que me asusté, le ayudé a salir de allí como pude (estaba casi encajado en el estrecho refugio en el que se había metido), lo tumbé sobre una alfombra vieja, después le hice una manzanilla y lo arropé con una manta, tenía la mirada perdida cuando le comencé a hacer preguntas intentando saber que había pasado y el estúpido desgraciado hacía por contestarme pero de una forma que casi no se le entendía lo que quería decirme, así que pensé que lo más adecuado sería meterlo en la cama, esperando que a la mañana siguiente estuviera más recuperado. Pasó la noche con pesadillas, sobresaltos, algún gruñido, etc. etc. así que cuando me desperté, después de la noche que el hijo de puta me había dado, observé si se encontraba mejor, pero no lo vi nada bien y decidí que debía llevarlo al ambulatorio del pueblo de al lado, aunque antes de salir traté de espabilarlo con algunas bofetadas, sobre todo para advertirle de lo que debía decir si le preguntaban. Lo tuvieron en observación cerca de tres horas y al final me dieron el informe médico en el que ponía que el memo de mi marido había tenido un fuerte ataque de ansiedad, le recetaron unos tranquilizantes y mucho reposo sin sobresaltos.

 

     A pesar de todo el resentimiento y ganas de venganza que me inspira el puerco cabrón, no dejo de reconocer que, aunque como persona y menos como hombre no me aporta absolutamente nada, sin embargo, me resulta un objeto bastante útil como diversión, criado, perro, bufón, cornudo, mamón, mamporrero, etc. etc. Resulta muy explicable por todos estos motivos, el que a mí me asaltara una cierta preocupación por la salud del asqueroso puerco, el temor a perder mi juguete y que no pudiera encontrar otro tan manejable y divertido era la única causa de esa preocupación.

 

    Nada más volver del ambulatorio, le dije al desgraciado que se sentara enfrente mío ya que debíamos hablar muy seriamente del problema que me había ocasionado, así que, de una forma nada convencida, comencé a interrogarlo de forma suave pero tajante a la vez,

   - Vamos a ver..., me has dado un susto tremendo y me has hecho sentirme culpable por lo que te ha pasado, así que quiero preguntarte y que me aclares ¿Si lo que tú quieres, es que deje esta forma de vida que hemos emprendido y en la que yo soy tan feliz?. Piensa bien tu respuesta, porque de ella van a depender muchas cosas en lo sucesivo.

Me miró tristemente y medio temblando comenzó a balbucear,

   - Lo siento Ama, pero es que yo no puedo ver y soportar todos los desprecios que me hace delante de otros hombres, siempre que la veo besarse apasionadamente con ellos, como nunca lo ha hecho conmigo, se me cae el mundo encima y sufro terriblemente cuando la veo tener relaciones sexuales con ellos, porque la siento disfrutar muchísimo más que cuando lo hacía conmigo.

Se le saltaban las lágrimas patéticamente mientras me decía todo eso. No me gustaba nada lo que estaba escuchando, pero aún así y conteniendo mi enfado le hablé cariñosamente, acariciándole la cabeza como lo haría con un niño pequeño, intentando conseguir que entrara en razón,

   - Escúchame chiquitín... no tienes porqué sentirte mal por ser tan poquita cosa, piensa que la culpa de que tú seas así, en realidad es mucho más de tus papás que tuya, está claro que para salir algo como tú, tuvieron que poner muy poco empeño cuando te engendraron. Si la naturaleza no te ha dotado como hombre, ni física, ni mentalmente, no debes sentirte culpable, por otra parte, también sabes que estuve muchos años dedicada a ti y que tuviste todo mi amor. Fue una pena que no lo apreciaras en su momento y que tu comportamiento de entonces diera pie a que yo pudiera conocer hombres infinitamente superiores a ti en todos los aspectos y eso ahora mismo es muy difícil de olvidar ¿no te parece?, de todas formas, si no eres capaz de asumir que yo necesito machos de verdad para ser feliz y sentirme plena, estoy dispuesta a dejar todo, si tú me lo pides, pero eso sí, con todas las consecuencias.

Pensé que al hablarle de una forma tan cariñosa reaccionaría de otra manera, pero desafortunadamente se me quedó mirando con cara de tonto y gesto de sorpresa, bajó la cabeza meditabundo, durante unos largos minutos en los que su cortito cerebro debía estar hecho un lío, hasta que al final, todavía sin levantar la vista, comenzó a hablar muy bajito, mientras las lágrimas corrían por su atocinada cara,

   - Perdóneme Ama por lo que le voy a pedir, pero es que mi existencia es un calvario y quiero dejar esta vida que me está matando. Yo era muy feliz antes y querría volver a estar como cuando nos casamos, ya me he dado cuenta de todo lo que hacía mal y le juro que no volverá a pasar, seré el mejor de los maridos y el mejor padre para Yolandita.

Me enfadé mucho interiormente, pero estaba decidida a hacerlo, me cogió en un momento bajo, quizás por todo lo que había sucedido y también por no haber podido pegar ojo en toda la noche, así que aguantando mi frustración y aunque no muy convencida de poder volver a retomar aquella vida tan convencional y aburrida, acepté diciéndole,

   - No creo que sea lo más adecuado, pero si eso es lo que quieres estoy de acuerdo. En cuanto volvamos a Zaragoza, me desharé de todo mi vestuario sexy, además de todos los juguetes sexuales y también los de disciplina. Ahora mismo cancelaré todas las citas que tengo pendientes y veremos que sucede a partir de hoy.

Porky se arrodilló a mis pies llorando de felicidad y diciéndome casi gritando,

   - Gracias cariño, gracias mi amor, te quiero mucho y me he dado cuenta de lo mucho que te deseo - buscó darme un beso en los labios, pero le volví la cara (sin poder evitar el asco que me produce) y me lo dio en la mejilla -

Todo aquello me estaba pareciendo un mal sueño y aunque en aquel momento estaba dispuesta y convencida de volver a mi deprimente pasado, al muy hijo de puta se le veía feliz, lloraba y lloraba, pero lágrimas de alegría. Yo lo miraba y se me hacía difícil contener todo el rechazo que siento hacia él, pero la decisión estaba tomada y era plenamente consciente de que debía hacerlo por mucho que me costase, aunque tenía clarísimo que nunca jamás permitiría que los desprecios que tuve que aguantarle volvieran otra vez. Pensé absurdamente, que esa animadversión que me inspira el desgraciado se iría diluyendo después de los primeros días y terminaría por aceptar su contacto.

 

     A partir de aquel momento, para mí comenzaron unas nuevas y aburridas vacaciones, todo lo contrario que para el cabrón de Porky, que se mostraba pletórico de felicidad y no sabía que hacer para complacerme, lo peor era cuando babosamente me pedía tener sexo o me buscaba la boca (que yo siempre le negaba) y eso que cerraba los ojos tratando de imaginar que quien tenía delante, era alguno de los hombres con los que había estado fornicando en algún momento especial o también en el tamaño de las gordas vergas que habían penetrado mi coñito y que teóricamente ya no volvería a catar. Ese pensamiento se me hacía insoportable, sobre todo al tener al cerdo encima de mí, todo sudoroso y notando su pequeña lombricilla (que apenas me hacía cosquillas) en el interior de mi vagina. No podía evitar mi repulsión e incluso algunas veces me tenía que levantar de la cama a vomitar. Las veces en que eso me sucedió, me quedaba en el baño dejando pasar un poco de tiempo para recomponerme mentalmente y después volvía a la cama, le cogía la pollita con dos dedos, se la meneaba un poquito y a las cuatro o cinco sacudidas, se corría en su tripa de puerco seboso, consiguiendo que me dejara tranquila otro día más.

 

     Conforme pasaban las jornadas, mi frustración iba en aumento y las dudas de haber hecho lo correcto se hacían más y más grandes, sobre todo, cuando recordaba la promesa que les había hecho a los dos machos de La Divina y que no pude cumplir, o también en todas aquellas noches, en que mis sueños me trasladaban a escenarios de orgías viciosas en las que me encontraba rodeada de varios tíos con enormes pollas, con las que me surtían de semen por todos mis agujeros. Me despertaba en medio de la noche, sudorosa y mojada, teniendo que levantarme con cuidado de no despertar al puerco y salirme al saloncito a ver algún vídeo porno en el ordenador, para poder terminar masturbándome como una poseída y poder dormir relajada el resto de la noche. Era obvio que aquella nueva situación llevaba muy mal camino ya que tanto en mi cuerpo como en mi cabeza se habían implantado unas necesidades sexuales y viciosas que me iba a costar muchísimo olvidar.

 

    Por el momento y con la gran extensión que ha adquirido este relato, me veo obligada a dejar aquí la narración, no sin antes comentaros que la razón del título del reportaje: "DURO CAMINO", se os revelará en la segunda parte, que también será extensa y con un grado de morbosidad similar a esta primera.

 

    Lo cierto es que al ponerme a redactar este reportaje, me ha sucedido lo que tantas otras veces me viene ocurriendo últimamente, comienzo a escribir con la idea de relatar mi historia de manera escueta y breve, pensando simplemente que sirva como apoyo a las imágenes que tengo grabadas de todos aquellos momentos o días vividos y al final termino con un texto erguirme, motivado sobre todo, por los recuerdos morbosos que comienzan a fluir en mi cerebro, no pudiendo evitar el ponerme cachonda perdida rememorando todo aquello, así mismo tampoco puedo evitar (al revivir aquellas situaciones viciosas) el contároslas lo más detalladamente posible, tratando de transmitiros mi calentura con la libidinosa y maliciosa intención, de que vuestras pollas se pongan duras como piedras y me dediquéis la leche que puedan generar vuestros cojones mientras me leéis y me veis. Todo lo que os he contado y que seguiré relatando, fue lo que dio origen a este "truculento" reportaje, con un final como el que podréis ver pronto y que espero no os defraude.

 

    Para ir terminando, os explico un poco más sobre las imágenes que ilustran la historia y de esa forma, os podáis meter un poquito más en situación sobre los lugares en donde se desarrollaron los hechos. No hace falta mucha imaginación, para ver que las instantáneas corresponden a la noche en que conocí a aquel macho que tan buena sensaciones me dio a mí y tan malas al puto cornudo, algunas de las fotos me las sacó el puerco, mientras íbamos camino del pub del hotel, otras de ellas están tiradas dentro de ese mismo pub, mientras esperábamos la llegada de mi cita y el resto fueron las poquitas que pudo sacar el ciervo mientras estaba morboseando con mi nuevo pretendiente, unos momentos antes de que nos interrumpieran las luces de los coches. Por cierto, debo contaros que mi estúpido marido ya vino dando muestras evidentes de protesta durante todo el viaje por carretera, aunque no se atrevía a decir nada y mucho menos protestar, su puta cara de cerdo amargado resultaba patente, cada vez que yo recibía llamadas y me escuchaba morbosear por teléfono con los machos que deseaban contactarme y decirles la clase de basura cobarde que él está hecho y sobre todo, las ganas que tenía de conocerlos. Si os fijáis en una de las fotos (creo que fue la primera que me sacó) le estoy apuntando con el abanico de forma autoritaria, mientras le recriminaba de bastante mala leche su estúpida actitud, ordenándole que se limitara a fotografíarme y que se callara de una puta vez. Antes de eso el muy imbécil me había estado dando la lata, con que había mucha gente cerca, con que nos iban a ver, con que había visto a la guardia civil cerca (también está su coche en otra foto), que a lo mejor nos multarían, etc. etc., en fin, que me tenía hasta el coño con sus estúpidos comentarios.

 

     Y sin más y por ahora (que ya está bien) dejo aquí las explicaciones, esperando que os merezca la pena haberme leído y sobre todo, que ojalá vuestros rabos se os hayan puesto duros como piedras, con todo lo que os he contado hasta ahora y en el caso de que sea alguna mujer la lectora, deseo que saque las mejores enseñanzas para que comience a disfrutar (si no lo ha hecho ya) de la misma manera en que yo lo hago.