Cornudo, esclavo, cuckold, perro, cerdo, cabestro, picha corta, maricona, sissy, hubby, henpecked, manso, etc., son algunos de los calificativos despectivos que me gusta emplear cuando me dirijo a mi sumiso porky, el vejarlo o humillarlo dentro de nuestra relación BDSM como AMA y sumiso es un placer para mi, Ama Dana.
Saludos a todos mis calientes seguidores y
amigos, de nuevo por aquí para concluir con este cuarto reportaje sobre la sesión de adiestramiento y
sometimiento que le administré a mi perro esclavo Pug. Y digo “Mi perro” porque
mientras lo tuve a mi disposición fue totalmente mío y además sé positivamente
que en todo momento en que lo pueda tener delante de mí su voluntad dependerá
exclusivamente de la mía.
Como ya comenté en el primer reportaje,
conocí a Pug el verano pasado, después de varios intercambios de mensajes que
hacían presagiar que la sesión podría ir bastante bien como así fue. Cuando
llegó y se presentó ante mí, lo hizo tal y como todo esclavo que se precie debe
hacer ante el Ama que va a dignarse a perder su precioso tiempo en adiestrarlo.
Reconozco que a simple vista me causó
buena impresión física, cosa que por otra parte cuando trato con animales no me
importa demasiado ya que el contacto con las bestias en la mayoría de las
sesiones suele ser mínimo. En el caso de Pug esa buena impresión se vio
refrendada al entregarme el tributo que con anterioridad él me había ofrecido
“motu proprio” y además siguiendo esa forma ejemplar de comportamiento
generoso, me trajo como sorpresa extra, otro regalo con el cual yo no contaba y
que me hizo muchísima ilusión. Hay que tener en cuenta que soy Ama, pero
también soy mujer y a que mujer no le gusta un regalo sorpresa.
Una vez roto el hielo habitual que se
establece en el primer contacto visual y físico, procedí sin más demora a
impartir las órdenes que me parecieron oportunas tanto para Pug como para mi
cerdito Porky, aunque sí que es verdad que lo hice centrándome mucho más en mi
nuevo perro, con el fin de ir probando como respondía a mis mandatos y si estos
después de pasar por su animalizado cerebro tenían algún efecto en su penecito
que me delatara su sentir.
Durante la sesión le fui dando los
diferentes tratamientos que habéis podido contemplar en los reportajes,
concediéndole premios que a pocos sumisos les doy, pero que en este caso el
perro Pug se ganó con su obediencia y sobre todo con su falta de iniciativa o
decisión. Me molestan y me cabrean mucho esos sumisos de pacotilla que alargan
la mano o la boca tratando de tocar o lamer lo que no les ha sido concedido. Estoy
harta de encontrarme listillos de ese tipo que no saben distinguir la
dominación del sexo y que cuando un Ama accede a darles una sesión son tan
bobos que se piensan que van a terminar follando.
Como ya he dicho la impresión de este
esclavo fue excelente y al finalizar después de ordenarle como última prueba y
a sabiendas de lo duro que es para un tío comerse su propio semen, le obligué a
hacerlo y una vez más comprobé ese grado de obediencia que siempre aspiro
encontrar en un buen perro.
Al término de la sesión y al haber quedado
tan satisfecha con la sumisión del esclavo quise compartir con él esos momentos
de after-care que a mi parecer se
había ganado.
Para terminar, solamente me queda decir que
tanto mi intención como la que me transmite Pug en sus mensajes, es volver a
repetir otra sesión similar, para la cual ya voy ideando nuevas ideas perversas
que la hagan algo más dura para que el adiestramiento del animal sea todavía más efectivo y que las marcas
mentales ya que físicas no pueden ser, queden marcadas en su cerebro de forma
perenne y a consecuencia de ello, pueda recordar con excitación durante toda su
puta vida que un día tuvo el privilegio de estar a los pies de AMA DANA.