El encuentro con Félix continuaba por los cauces que a mí me
gusta gozar cuando estoy con un buen macho, la intensidad del morbo iba
subiendo por momentos; me tumbó hacia abajo mientras su mano acariciaba entre
mis nalgas y se introducía entre ellas rozando mi ano una y otra vez, después
decidió quitarme la braguita para actuar con mayor libertad, la cogió
olfateándola y con el máximo desprecio se la pasó al cebón cornudo por el
cuello para que la guardara a modo de collar y recordatorio de su infame condición
de marido impotente, además de esa forma mientras el muy bobo hacía la
grabación, podía sentir el aroma de mi coño caliente invadiendo su hocico.
Mi amante me pidió que me diera la vuelta porque quería
masturbarme y comerme el chochito, me abrí de piernas para él sintiendo como su
lengua penetraba en mi interior al mismo tiempo que su aliento quemaba
alrededor de mi vulva y conseguía activar mis sentidos hasta un límite casi
inaguantable de placer.
Me corrí entre sus labios entre fuertes gemidos y convulsiones,
pero al mismo tiempo le pedía que no parara de chupar y dar pequeños mordiscos
sobre mi castigado conejito.
Mientras el hijo puta del cornudo, grababa toda la escena de
su puesta de cuernos con la totalidad obediencia de un poco hombre sumiso y degradado
a lo más bajo, su cara porcina y tristona delataba el sufrimiento que tenía que aguantar y vencer como buen
animal obediente ante su dueña, podéis contemplar la cámara filmando y os
aseguro que es una pena no poder colgar esas escenas de un momento tan morboso
y sexual.
Después Félix me concedió un pequeño descanso al que dio fin
sacando del bolsillo del pantalón ese chupa-chup que veis en las fotos, me
pareció un elemento bastante imaginativo y que daba mucho pie para guarrear y
divertirnos, comenzó pasándomelo por los labios del coño e introduciéndolo
dentro para seguidamente sacarlo y meterlo unas veces en su boca y otras en la
mía, a veces el muy cabrón, me pasaba la piruleta por los pezones para luego
lamerlos devorándolos como el mejor de los manjares.
Llegó un momento que me apoderé del chupa-chup, siendo yo
entonces quien comenzó a jugar con el cuerpo de mi amante, rebañando con el
dulce caramelo el abundante líquido preseminal que salía de la cabeza de su
polla, me encantaba meterla después en mi boca para sentir el dulzor mezclado
con esa babilla tan rica que sale del miembro del macho caliente, pero toda
excitada como yo me encontraba comencé a comer su pija directamente sin
caramelo por el medio, cuando estoy muy excitada me gusta sentir el rabo gordo
de un buen macho llenando mi boca mientras palpita contra mi paladar y lengua.
Deseosa de sexo más fuerte, me monté sobre su cara metiéndole
el chocho contra sus labios y mientras me volvía loquita de deseo nos chupamos
los dos con auténtica desesperación, mientras yo estaba encima y el movía su
lengua dentro de mi yo jugueteaba pellizcándole los pezones y poniéndoselos muy
duritos, notaba como le gustaba al muy cerdo lo que yo le estaba haciendo,
tenía el miembro duro como una piedra y destilando sin parar una buena cantidad
de líquido preseminal.
No pude resistir más y le pedí que me la clavara con fuerza,
necesitaba ser bien jodida por un semental como era Félix, no se hizo de rogar
tomándome así como estaba situada encima de él me cogió de las caderas y
apuntando su mástil en mi raja lo clavó hasta que sus huevos hicieron tope en
mi ingle, sus movimientos de cadera me hacían botar y en cada bajada clavarme
más en aquella maravillosa pija, llevándome al éxtasis del placer; después de
estar follándome así un buen rato me dijo que se iba a correr y quería que lo
lamiera y pajeara, así que me dispuse a tomarla con mi mano y boca para sacarle
la leche, me gustaba notar el sabor de mi coño en su pija y tragué todos los
jugos que la envolvían, hasta que con un gemido sordo terminó derramando su
rico semen.
Aunque el momento estaba cargado de sexualidad y vicio, no me
olvidé del puerco cornudo y mojé el chupa-chup en la leche que expulsó mi macho
para dárselo a tragar al marrano y rebajar más su condición de astado medio
hombre, le hice llevar la piruleta un buen rato en la boca, sacándola y
mojándola en los goterones de semen hasta que tragó prácticamente todos los
restos de aquel primer orgasmo de mi amado Félix.
Dejamos caer nuestros cuerpos sudorosos sobre las sábanas y
para recuperarnos de esa primera batalla sexual, nos tumbamos los dos
amorosamente abrazados, mientras el ciervo recogía un poco la habitación y
recargaba la batería de la cámara con la seguridad de que debía grabar la
continuación de lo que sin duda aún no había terminado, por supuesto el muy
cornudo siempre supeditado a mis órdenes o caprichos.