miércoles, 8 de septiembre de 2021

¡¡ 1.000.000 de VISITAS !! Y RETORNO AL PASADO - 3

 


¡UN MILLÓN DE VISITAS! en cuatro años...buuufff... ¡Quién lo iba a decir!. Siendo tremendamente sincera, el día en que me decidí a abrir este el blog, ni se me pasaba por la cabeza el poder alcanzar una cifra de visitantes como la que gracias a todos vosotros he alcanzado y menos en tan poco tiempo, así que en estos momentos, solo puedo deciros que me siento muy orgullosa de que mi vida de vicio y dominación, haya tenido tan buena acogida entre mis "viciosos" seguidores. Quiero imaginarme que todo este "éxito", se deba al hecho de haber conseguido despertar vuestra imaginación y porque no decirlo, también vuestras pollas en muchos de los casos. No hace falta explicar, porque lo iréis viendo, que toda esta ingente cantidad de lectores amigos, me motiva muchísimo más para seguir siendo cada día más zorra caliente, si cabe, y por supuesto continuar inexorablemente, con la degradación física y psíquica del desgraciado animal con cuernos que tengo por marido.

 




     Y ahora ya sin más premisas, doy paso a seguir con el relato que comencé en las 800.000 visitas, continué en las 900.000 y ahora mismo, tal y como os prometí concluiré en el MILLON.

 




     Los que habéis leído los dos anteriores capítulos de este relato, recordaréis que Braulio se encontraba bastante angustiado, debido a que tenía muchas dudas sobre la inclinación sexual de su hijo mayor Abel y también recordaréis, que yo como buena samaritana, me ofrecí para tratar de despejárselas. Mi amante, con algunas más que evidentes dudas me dio conformidad para que hiciera lo que estimara oportuno.

 




    Inmediatamente me puse a cavilar la forma en que debía llevar a cabo la estimulante investigación. Lo primero que había que hacer, era establecer un plan que pudiera resultar efectivo y que no despertara las sospechas del chaval, le pedí a Braulio que me dejara sola un rato ya que necesitaba concentrarme en cómo llevar a cabo mis propósitos. Accedió un poco a regañadientes porque quería saber a toda costa lo que yo quería hacer, al final se alejó y yo me quedé en la hamaca, maquinando un plan de ataque para esa misma tarde.

 




     Después de darle unas cuantas vueltas al asunto y una vez que tuve bastante claro lo que debía hacer para salir de dudas con los gustos de Abel, llamé a su padre, que unos metros más allá no me quitaba ojo pendiente a mi señal. Se acercó rápidamente ávido de curiosidad, queriendo saber a todo trance lo que yo quería hacer con su retoño, pero se encontró con que en mi ánimo no estaba el desvelarle absolutamente nada de lo que había pensado, así que corté en seco sus preguntas, diciéndole que si quería averiguar si a su niño le gustaban las mujeres o los hombres, debería dejarme hacer las cosas a mi manera y a posteriori ya se enteraría de todo lo que había pasado, fuera para bien o para mal.

 



     Como disponíamos de muy poco tiempo, mandé a Braulio a que se acercara al Bazar Chino y que comprara un par de espejos de adorno para pared de unos 30 cm. Mientras cumplía mi encargo, me fui a mi apartamento para dejar preparado en el ordenador, el cebo que quería emplear con Abel.

 





     Busqué en mi portátil un montón de carpetas con fotos de sitios y lugares que había visitado a lo largo de diferentes viajes. Las tenía perfectamente guardadas con nombres y fechas, pero dupliqué varias de ellas, guardándome las primeras y desorganizando las copiadas todo lo que pude. Para estas últimas creé varias carpetas nombrándolas como FOTOS y una numeración correlativa, de manera que me sirvieran para llevar a buen término mi pervertidor plan.

 





     Creé entonces una nueva carpeta con el título FOTOS y metí en ella toda esa serie de carpetas que había hecho, pero añadiendo una con imágenes mías bastantes sensuales, con lencería provocativa, enseñando pechos y masturbándome de forma insinuante, etc. etc., aunque eso sí, me abstuve de meter ninguna imagen de esas que vosotros conocéis en las que estoy follando con buenos y potentes machos. Lo último que pretendía es que esas instantáneas de sexo explícito fueran demasiado para Abel y se me asustara. Busqué también por internet varias fotos de tíos guapos con buenas pollas y en actitudes homosexuales, metiéndolas en otra carpeta. Una vez hecho esto, cogí ambas carpetas y las numeré de la misma manera que las normales buscando que no se distinguieran. La de los chicos, la nombré como: Fotos 7 y la de mis imágenes como Fotos 9, creo que en total metí 12 ó 14 carpetas, todas nombradas igual, salvo la numeración y de esa forma quedó preparado el señuelo que pudiera darme la pista sobre la inclinación sexual de Abel.

 





      Acababa de terminar con la preparación del ordenador cuando llegó Braulio con 3 espejos circulares decorativos para pegar en la pared y que me parecieron una solución perfecta para lo que yo quería hacer, aunque si es cierto que el diámetro me pareció algo reducido. Le pedí que me ayudara y entre los dos colocamos la mesa primero, el ordenador después y por último los espejos de manera que reflejaran hacia el pasillo y quedaran en una posición que me hiciera visible desde el primer escalón de la escalera todo lo que yo quería ver. En el espejo que colocamos más alto se podía ver aunque muy de refilón, la pantalla del ordenador y parte del rostro del chico y en los otros dos más bajos, estaba convencida de que podría visualizar bastante bien la zona púbica y los brazos de Abel, en el caso de que mi plan surtiera efecto. Cuando todo estuvo listo según mis deseos, le dije a Braulio que saliera de mi apartamento e hiciera vida normal hasta las cuatro de la tarde, en que debería ingeniárselas para que su vástago viniera a "ayudarme" con el ordenador. Se marchó refunfuñando porque quería saber más, pero me mostré inflexible y no quise desvelarle nada.

 





    Sobre la hora prevista, llamó Abel a la puerta, diciéndome que le había dicho su padre que pasara Porky a su apartamento que lo necesitaba y que él venía para mirarme lo del ordenador, me dijo también, que no sabía mucho de informática y que seguramente no sabría hacer nada de lo que yo le pidiera, me di perfecta cuenta de que no le hacía ninguna gracia estar metido en mi apartamento mientras su hermano estaba divirtiéndose por la piscina.

 





     Para tratar de convencerlo y que se sintiera a gusto, le conté que yo tenía muy poca práctica en el manejo del PC y estaba segura de que para un chico inteligente como él, sería sencillísimo ordenar por fechas todas las fotos que tenía desorganizadas. Le pedí melosamente que me lo hiciera y le prometí un "regalo" en cuanto terminara el trabajito. Me puse a su espalda y le dije que abriera la carpeta: FOTOS 1, en la que yo había metido muy mezcladas como unas 40 instantáneas de las típicas que se hace la gente en vacaciones y le pedí que fuera pasándolas a otras carpetas que él debería ir creando con las fechas de las fotos. Se sentó delante del ordenador dispuesto a llevar a cabo mi encargo, mientras que yo le dije que me iba a acostar un rato mientras lo hacía, porque había dormido muy mal la noche anterior y además tenía la espalda bastante cargada, pero que cuando terminara el trabajo no dudara en avisarme y le daría su "regalito"

 




    Salí del cuarto de estar y como sabía que aún tardaría un cierto tiempo hasta que llegara a las carpetas viciosas, me dediqué a preparar un ambiente lo más sugerente posible, perfumando la habitación con un ambientador sensual que había adquirido hacía un tiempo en una tienda erótica. Al mismo tiempo elegí una braguita muy reducida de color negro y un camisoncito corto muy transparente que insinuaba todo mi cuerpo, particularmente los pezones, que no sé a causa de qué, se encontraban excesivamente puntiagudos, probablemente se debiera a que me ponía cachonda perdida, la idea viciosa de mostrar a un jovencito las mieles del sexo y poder ser esa mujer que recordaría toda su vida al hacerle perder su virginidad. Por cierto, en ningún momento pregunté a Braulio por la edad de su hijo. Ni lo supe entonces ni lo querría saber ahora, me crea mucho menos remordimiento el ignorarla, aunque mental y morbosamente me lo imagine de la edad en que más excitación me produce.



 

     Cuando calculé que había pasado un tiempo prudencial y que Abel podría estar muy próximo a la apertura de las carpetas trampa, me puse en acción y sigilosamente bajé la escalera descalza hasta llegar al primer escalón, desde el cual, asomando mis ojos un poquito, podía ver los espejos estratégicamente colocados, que efectivamente me devolvían el reflejo de lo que yo pretendía observar. Abel todavía estaba organizando fotos normales, así que me armé de paciencia y esperé con mucho cuidado de no hacer el mínimo ruido. Tardaría como unos 15 minutos más hasta abrir la "carpeta trampa" de los hombres gays, cuando lo hizo, me di cuenta de que su gesto cambió radicalmente, muestra evidente de que aquello le había desconcertado y pillado muy de improviso. Para mi sorpresa se entretuvo demasiado mirando aquellas fotografías de contenido sexual masculino, tanto y tan lentamente las iba pasando, que me indujo a pensar que su padre no andaba tan descaminado al creer que su chico pudiera ser homosexual, cuando hubo visto todo el contenido (dos veces) cerró la carpeta y abrió rápidamente la de FOTOS 8, en cuanto vio que eran imágenes normales la cerró y pasó rápidamente a la FOTOS 9, en esa carpeta como ya sabéis, se encontró de pleno con todas mis poses sugerentemente eróticas y en algunas casi pornográficas. Vi cómo le cambiaba la expresión de la cara mientras se recreaba con ellas y como su mano bajaba rápidamente hasta su zona genital, comenzando a sobarse la erecta polla por encima del bañador.

 





     De repente cerró la carpeta sorpresivamente y con cuidado de no meter ruido se levantó de la silla despacito. Esos movimientos fueron para mí como un resorte que me impulsó a subir la escalera rápida, pero quedamente y tumbarme en la cama boca abajo haciéndome la dormida, aunque me costaba trabajo fingir, porque mi corazón latía sin control. La verdad es que faltó muy poco para que me pillara. Permanecí en aquella posición hasta que pasado un instante, escuché un suave movimiento a mi lado y sentí su mirada clavada en mi espalda y seguramente más clavada todavía en mi prominente culo, no había más que oír su agitada respiración para darme cuenta de que era así. Continué muy quietecita pero al mismo tiempo agudizando el oído al máximo, hasta que pude escuchar los casi imperceptibles pasos de Abel alejándose, dejé transcurrir como unos cinco minutos hasta incorporarme y volver a descender la escalera hasta llegar a mi punto de observación, encontrándome entonces con el chasco de que el muy cabroncete había cerrado la puerta del salón.




 

     - ¿Y ahora que hago? pensé - Si no puedo ver lo que sucede ahí dentro, todo mi plan se viene abajo, por una jodida puerta. - Lo único que se me ocurrió en aquel momento fue subir a la habitación y desde allí dar unas voces llamando a Abel y diciéndole: - cariño abre un poco la ventana que da al jardín para que haya algo de corriente, estoy sudando con tanto calor y no puedo dormir. -

Noté contrariedad en su voz al contestarme con un escueto - Vale, ya la abro - así que, con esa pequeña artimaña mía, fue suficiente para que la puerta tuviera que quedarse abierta. Una vez conseguido salvar ese obstáculo, dejé pasar un tiempo prudencial con el fin de que el jovencito fuera tomando confianza y pensara que todo seguía controlado para decidirse a seguir mirando mi carpeta morbosa.




 

     Cuando consideré que podía ser el momento adecuado, me deslicé de nuevo hasta mi observatorio y al asomarme me quedé pasmada con lo que vi; Abel se había puesto de pie y tenía una foto mía en la pantalla en la que se me veía masturbándome con un dildo de un tamaño considerable y él a su vez se estaba meneando la polla a una velocidad increíble, por su cara de salido pervertido, vi que tenía que acelerar mi intromisión para llegar antes de que se corriera y con ello pudiera perder el efecto que yo trataba de conseguir, así que irrumpí en el salón sin hacer el menor ruido hasta estar muy cerca de él, con la malvada intención de sorprenderle con las manos en la masa o mejor dicho..., en el rabo, sin darle tiempo a taparse y mucho menos a quitar las fotos que estaba mirando.

 




    Al excitado jovencito se le puso la cara de todos los colores, intentaba ocultar su empinado miembro mientras tartamudeaba asustado,

   - Lo...lo...lo... siento, es que me...me... han salido unas fotos y no sé que me ha pasado - decía mientras trataba de ocultar la pantalla del ordenador con su cuerpo, me imagino que no quería que me diera cuenta de que se estaba pajeando viendo mis fotos. Con el susto, el bulto de su bañador iba menguando poco a poco, a la par que la rojez de su rostro iba en aumento, y mucho más cuando le cogí del brazo y lo aparté para ver la foto con la que tan febrilmente se la estaba meneando. Como ya he dicho era una en la que yo estaba recostada tocándome un pecho, mientras con la otra mano me estaba trabajando el chochito con un vibrador de buen tamaño, mientras una minúscula braguita negra quedaba corrida a un lado mostrando casi la totalidad de mi rajita. Sonriendo y muy cariñosa, traté de tranquilizarlo,

   - Qué buen gusto tienes, esa foto también me gusta mucho a mí. No te preocupes que no le voy a decir nada a tu padre, pero eso sí, quiero que hablemos tú y yo, antes de que te marches, anda apaga el ordenador y vente conmigo arriba, que estaremos más cómodos.

Balbuceando y extremadamente nervioso me contestó,

   - Pero aun no he podido terminar de organizar lo que me ha pedido - dijo tratando de escabullirse. Se notaba que no le apetecía entrar en un tema tan delicado para él, pero llegados a ese punto yo tenía acorralada a mi presa y no le iba a dejar salida.

   - Pero no me hables de usted cariño, sobre todo ahora que me conoces más íntimamente - le dije amorosamente, mientras que su cara enrojecía de forma considerable.

Apagó el portátil y me siguió a la habitación superior, al llegar arriba advertí que Abel hacía movimientos la mar de extraños tratando de ocultar una nueva y delatadora erección, provocada sin duda alguna, por el hecho de haber subido la escalera detrás mío, pudiendo haberse recreado a través de las transparencias del camisoncito, con todo el cimbreante bamboleo insinuante de mis nalgas, entre las que se incrustaba la minúscula braguita. Le cogí de la mano y tiré de él, casi obligándole a sentarse en el borde de la cama al lado mío, el contacto con sus dedos me transmitían todos los temblores de desconcierto que el adolescente estaba experimentando. Me encantaba ese juego vicioso y confieso que mi entrepierna estaba muy pero que muy húmeda. Con voz muy suave y mientras disimuladamente dirigía su mano a que descansara sobre mi desnudo muslo, comencé a hablarle.

   - Mira cielo, no tienes que preocuparte por nada, lo que te ha pasado son cosas normales para tu edad y no debes sentirte mal por eso, aunque si te digo la verdad, me cuesta entender que te hayas excitado viéndome a mí que tengo más edad que tu madre, pero también te digo que eso me halaga y mucho. - Te quiero preguntar una cosa y me gustaría que fueras sincero ¿has besado a alguna chica o has hecho más cositas con ellas?

El desconcierto de Abel era evidente, temblaba de los pies a la cabeza y más cuando apreté su mano con las dos mías acariciándosela y haciéndola girar para que descansara sobre mi mullido y caliente muslo. Titubeante contestó.

   - En una fiesta de amigos hace un par de meses le di un beso en la cara a una chica que me gustaba, pero no hicimos nada más.

   - Pero eso no es un beso cariño, a una chica para conquistarla la tienes que besar de otra forma, ¿Quieres que te enseñe, para que no quedes mal la próxima vez? - bajó la mirada y encogió los hombros, indicándome claramente que estaba dispuesto a aprender.

   - Vamos a tumbarnos en la cama que estaremos mejor - no reaccionaba, pero tiré de él y lo acosté a mi lado - si no te gusta lo que te haga me lo dices y pararé, lo último que deseo es que te sientas obligado, y sobre todo quiero que todo lo que hagamos, quede en un secreto entre tú y yo.

Encogió de nuevo los hombros, pero en esta ocasión mirándome y se tumbó boca arriba, yo me puse pegada a su cuerpo, comenzando a acariciarle el pelo, mientras pasaba mi muslo izquierdo por encima de sus piernas atrapando los dos suyos y aproximándome maliciosamente hasta casi rozar sus genitales, acerqué mi boca a su oído y comencé a susurrarle cosas bonitas, diciéndole que lo iba a besar como todo macho debe saber hacerlo. Mientras le decía esas palabras calientes, mi mano libre se adentró dentro de su camiseta y ascendió hasta alcanzar uno de sus pezones, lo tenía duro y erecto, cuando lo pellizqué suavemente dio un gemido y comenzó a temblar descontroladamente, en ese instante besé sus labios que torpe e inexpertamente mantenía cerrados, le susurré que abriera la boca, como un autómata obedeció y mi lengua se introdujo en su interior buscando la suya, al sentir la húmeda invasión, se puso como loco, parecía encontrarse en un éxtasis de placer, dándome cuenta de su calentura, me decidí y ataqué más a fondo, mi muslo ascendió hasta posarse y moverse frotando su dura pollita, sus manos perdieron toda timidez y empezó a tocarme por todos lados, lo desnudé sin dejar de tocarlo y besarlo, recorrí con mi lengua todo su cuerpo bajando lentamente mientras los espasmos de placer que daba me motivaban a ser cada vez más viciosa con él, llegué hasta su polla que se veía estaba en pleno desarrollo, era muy bonita y parecida a la de su padre, se podía apreciar que no tardando demasiado tiempo llegaría a ser un buen semental, tenía algo de vello suave en el pubis, que lo hacía muy deseable y sobre todo para mí tenía el encanto excitante de la novedad prohibida. No me costó nada conseguir que me follara, aunque no tenía un enorme pollón, sus movimientos rápidos e incontrolados, incluso diría que animalizados, me resultaron terriblemente excitantes, tardó poquísimo en correrse entre gemidos y convulsiones, pensé que le daba algo. Encima el muy cabroncete ni me avisó y me dejó el coño lleno de leche, se quedó exhausto encima de mí, aplastándome con todo su peso, hasta que lo hice rodar y descansar sobre la cama. Que cara de felicidad tenía el guarrillo, lástima que por aquel entonces todavía no tenía mucha costumbre de hacerle tragar lefa a Porky, porque el mozalbete me dejó unos buenos chorretones que a día de hoy, no se habrían desaprovechado en beneficio y degradación de mi puto puerco.

 




     En cuanto pude liberarme de sus abrazos, me metí en el baño para asearme y retocar mi corrido maquillaje, volví al cuarto toda bien limpita y con el coñito perfumado, encontrándome con que Abel estaba otra vez en pie de guerra y quería más de lo mismo. Le di otro morreo intenso, mientras sus manos se perdían por todos los rincones de mi cuerpo, azuzaba como un perro salido, jadeando y llenándome de babas. Me costó librarme de su acoso y para conseguirlo le tuve que decir que no podíamos seguir, porque su padre podría sospechar algo y armarse una gorda.




 

     Como estoy de vacaciones, (por cierto, da la casualidad de que este año he cogido el apartamento en la misma urbanización que aquel verano), no me voy a alargar mucho más, aunque pasaron más cosas en ese par de días que quedaban.



 

     Informé a Braulio de la orientación sexual de su hijo, aunque no la pude precisar del todo, le comenté que como mínimo la bisexualidad estaba asegurada y que las mujeres le gustaban y de que manera, quiso saber cómo lo había averiguado, pero decidí no contarle lo que había sucedido, no le fuera a parecer mal el que hubiera desvirgado a su retoño, lo único que le dije, que si quería averiguarlo le preguntara a su primogénito. No le gustó demasiado mi contestación, pero no le quedó otro remedio que aceptarla.

 





     Esa noche no me apeteció salir a la Zona Roja, me había quedado muy satisfecha con la aventura y eso todavía mosqueó más a Braulio que se había acostumbrado a ser mi pareja nocturna.

 




     A la mañana siguiente bajé a la piscina, mientras Porky se quedaba realizando su tanda de tareas domésticas que se había ganado por castigo, como ya sabéis. En cuanto me vieron tanto padre como hijo, dejaron a Luca bañándose y se acercaron rápidamente al lado de mi tumbona en donde me disponía a tomar el sol, en cuanto saqué la crema protectora, Braulio se ofreció a ponérmela por la espalda, pero lo que nos pilló muy de sorpresa la decisión de Abel, diciéndole a su padre que él también quería extendérmela por el cuerpo. Me pareció divertido y halagador, parecían un macho frente a otro, disputándose a la hembra, yo me puse de espaldas y les dejé hacer, pero nunca se me olvidará la cara de tonto que se le quedó a Braulio.

 



     Lo peor fue el resto del día, Abel me seguía a todas partes como un perrillo en celo, su hermano lo llamaba para que se metiera en la piscina, pero él no le hacía ni caso, mientras que el pequeño solo hacía que preguntarle,

   - ¿Abi te pasa algo? jolín que raro estás hoy... anda metete conmigo

   - Que no me meto que hoy no tengo ganas de agua - contestaba despectivamente

Anda que no sé yo... lo que tienes ganas de meter - pensaba para mis adentros cuando le escuchaba responder -

Pero el cabroncete salido, en cuanto yo me metía en la piscina ya estaba dentro rozándose conmigo sin parar, mientras que yo disimulaba todo lo que podía, intentando que su padre no se diera cuenta. Para ser el último día que me quedaba de vacaciones, que mal lo pasé, no había manera de despegarlo de mí, ni aunque hubiera tenido una espátula a mano.



 

     Esa última noche de mis vacaciones, aproximadamente sobre las dos de la mañana, me despertó el sonido insistente del watsap, lo miré algo molesta por lo intempestivo de la hora, aunque pronto se me pasó el enfado cuando comprobé que era Braulio, rogándome que tuviéramos un último encuentro antes de marcharme. Todavía algo adormilada, le contesté que me diera media hora para ponerme algo de maquillaje y lencería sexy, ya que en Vera me gusta dormir totalmente desnuda. Desperté al cornudo y le ordené que abriera la puerta y esperara a que llegara mi amante y que cuando lo hiciera se quedara abajo en el sofá sin molestarnos, hasta que no se lo permitiéramos. El cabestro obedeció de no muy buena gana y cuando llegó Braulio nos encamamos y me estuvo follando hasta pasadas las seis de la mañana, corriéndose tres veces, mientras que yo alcancé a tener como cinco ó seis orgasmos. Menos mal, que el que tenía que conducir al día siguiente era el estúpido ciervo, mientras yo dormitaba y me recuperaba de esa noche tan sexualmente intensa, durante las horas que durara el trayecto de vuelta. A veces no está nada mal tener un gilipollas de marido como sirviente y poder sacar de él alguna utilidad, ya que como hombre no sirve de nada.

 




     Para finalizar este capítulo, os comento un poquito las fotos que ilustran el reportaje: como más destacables están las que le hicimos al puto Porky, obligándole a meterse el plumero en el culo y hacerle limpiar el polvo moviendo el trasero como una maricona y con la advertencia de azote si rompía algo, el muy idiota se quejaba de que el mango llevaba rebarbas que le arañaban el recto. Lo que nos pudimos reír Braulio y yo viendo los apuros del cabestro, mientras nosotros sentados en el sofá nos metíamos mano para escarnio del muy estúpido.

 




     Hay otras de las fotos, en las que se ve al cerdo dentro de una cabina de teléfono antigua. Pues bien, vistas así no dicen mucho, pero se las hice en un día en que no me gustó un comentario que hizo mientras bajábamos a la playa, me cabreé con él y le hice quedarse metido en ella, hasta que yo volviera de vuelta, unas dos horas más tarde. Como podéis ver el anormal trataba de disimular cuando pasaba gente, haciendo como que estaba usando el teléfono, cuando la mayoría de los que transitaban sabían que esa cabina llevaba años inservible. Lo cierto es que cuando volví, me encontré al gusano sudando como un gorrino y bastante decaído por haberse pasado la mañana allí metido, en lugar de estar disfrutando de la playa.

 




    El resto de las fotos tienen poca historia y solamente las pongo por adornar un poco el reportaje, ya que como bien sabéis no obtuve el permiso de Braulio para poder colgar alguna imagen de nuestros encuentros.

 



    De todas maneras, como hay demasiadas fotos de mi puto esclavo y pocas mías, os voy a poner de propina, unas cuantas mías, sacadas hace muy pocos días, en la playa del Pinedo, espero que os gusten.

 



     Termino ya mismo, pidiendo disculpas, porque es muy posible que encontréis en la lectura, algunos fallos ortográficos y también de redacción, ello es debido a que estando de vacaciones, se me hace muy cuesta arriba emplear mucho más tiempo en correcciones, etc. etc.