viernes, 25 de octubre de 2019

CUESTIONARIO FORZADO - 2


Continúo con el reportaje del cuestionario, en el que mi sometido esclavo, seguirá contestando a vuestras preguntas maliciosas y en algún caso sádicas (cosa que por otra parte me encanta). Por si alguno de vosotros no las escuchó bien, os envío esta imagen de las interpelaciones que ya se le formularon a Porky y de las que todavía le quedan pendientes para el segundo vídeo, así como también, de alguna imagen elocuente, mostrando como el cuerpo del animal, iba tornándose hermosamente rojizo a lo largo de la sesión.   



En el reportaje anterior, hubo un comentario que me llamó la atención y me pareció interesante comentar. Posiblemente bastantes de vosotros desconoceréis a lo que en él mismo se hace referencia. Dicho mensaje lo envío al blog, peqe75 y en el mismo daba por hecho que Porky, probablemente se encontraba caliente, cuando recibía el correctivo que duramente le apliqué durante el interrogatorio. Se basaba para dar esa opinión, en un concepto denominado "subespacio", o dicho de otra forma, el éxtasis que puede llegar a experimentar un sumiso en algunos momentos de duro castigo físico, dominación e incluso vejación.

Pues bien, debido a ese comentario de peqe75 y queriendo profundizar más en ese tipo de experiencia, aprovecho en darla a conocer para todos aquellos que no sepáis de que va ese tema. El post que en principio pensaba colgar para dar fin a la serie CUESTIONARIO FORZOSO, iba a ir acompañado de un texto bastante escueto, pero a consecuencia de traerme a colación el interesante tema, se ha convertido al final, en una narración extensa y que constará de 3 ó 4 partes.



El alargarme tanto en la narración, ha sido como consecuencia de recordar el desconcierto e incluso susto que sentí, la primera vez que viví la forma en como Porky se vio sumergido en el estado del "subespacio". Los recuerdos de aquellos hechos han vuelto a mi memoria de forma abrupta y creo que merece la pena que los conozcáis. 

Como acabo de contar, mi perro esclavo, ha traspasado en alguna ocasión la barrera que antecede a ese estado. De hecho y desde aquella primera vez, cuando en alguna sesión, interpreto o percibo que el cerdo puede entrar en esa fase. Inmediatamente suspendo el castigo, tratando de evitar que llegue a experimentar ese trance, hasta que vuelvo a comprobar, que el dolor y la total consciencia retornan a su cuerpo y mente, reanudando entonces la tortura y constatando que el peligro de la inconsciencia en el esclavo, ha pasado.

Os preguntaréis el porqué, de mi manera de actuar, pues bien, os cuento: lo que yo pretendo y busco con el cerdo, siempre que le doy una sesión de adiestramiento o humillación, es asestarle el máximo sufrimiento, degradación, vejación, etc. y en ningún caso constatar, el que no llegue a percibir fuerte dolor. En esos momentos, en los que lo primordial para mi es la liberación de adrenalina, solamente lo considero como un animal de mi propiedad que, a base de suplicios, debe pagar muchos comportamientos pasados y en algún caso presentes, aunque estos últimos sean mínimos.

Es posible que muchos de vosotros no sepáis de que estoy hablando, cuando me refiero al "subespacio". Por ese motivo voy a daros una escueta explicación al respecto. Cuando el esclavo es golpeado o duramente vejado, al principio, lo normal es que sienta dolor, vergüenza, humillación, pánico, etc., pero en algunos momentos, cuando aparentemente parece que no se pueda ir más allá en la resistencia del sumiso torturado, es cuando inesperadamente, el cerebro del sometido entra en ese estado semi hipnótico y de éxtasis o "subespacio" motivado por las endorfinas y encefalinas, que afectan al sistema nervioso simpático, bloqueando el dolor, y que al mismo tiempo lo sumen en un trance de incoherencia, que alteran su percepción de la realidad.

Quizás esta explicación, os haya parecido algo excesiva, aunque puedo aseguraros que me he quedado corta, pero para entender mejor a lo que me estoy refiriendo, os voy a contar la primera vez en que inesperadamente, vivimos una experiencia semejante.



Los hechos a lo que me voy a referir, sucedieron en el mes de junio del año 2011. Aquel día estábamos invitados a la boda de un familiar cercano, mi puñetera suegra, mi hija (que no quiso asistir), yo y Porky. Para la ocasión, yo me vestí con un vestido muy vaporoso y bastante escotado, de color azul cielo, medias negras de nylon transparentes y sandalias abiertas de tacón alto, me sentí guapa al mirarme al espejo y por lo acontecido después, a más de algún asistente también le pasó lo mismo, ya que a lo largo de la fiesta comprobé muchas miradas posándose sobre mi cuerpo y la parte alta de mis pechos que generosamente mostraba. El cerdo llevaba un traje de color gris, con corbata granate, cuyo nudo quedaba en parte oculto por su voluminosa papada, y calzado con zapatos negros. El color del traje, por cierto, le iba perfectamente con su patético carácter.


Después de la ceremonia religiosa, vinieron las consabidas fotos de rigor y seguidamente, con el fin de hacer tiempo para el banquete, fuimos unos cuantos de los invitados a tomar un vermut por la calle D. Jaime, muy cerca de la Basílica del Pilar. La madre del tocino, que también nos acompañaba, no se despegaba de su lechoncito. La muy pesada no paraba de hacer comentarios de lo guapo que estaba su hijito, mientras el cerdo sonreía estúpidamente, escuchando los halagos de su puta madre. Aunque yo estaba hasta el coño de aguantarlos, la verdad es que no me vino nada mal esa complicidad de la reducida piara, que con sus mutuas babosadas, distraían su atención hacia mí, facilitándome de esa forma, el poder ser blanco de algún que otro escarceo familiar, porque aprovechando las circunstancias, los que no se despegaban de mi lado, eran un primo y el tío de Porky, que con cierto disimulado atrevimiento, se rozaban sin parar contra mi parte trasera y los muy pillos, con la excusa de tomar y dejar la bebida sobre el mostrador, alargaban el brazo pasándolo descaradamente por delante tocando mis tetas e incluso dejándolo pegado más tiempo de lo normal, cosa que desde luego no me importaba facilitar, a pesar de que mis pezones ya se marcaban duros, resaltando la tela del vestido y mostrándose muy visibles para cualquiera de los presentes, varios de ellos y ellas, miraban la escena con poco disimulo, percatándose de mi consentimiento a los roces y de la estupidez del cornudo, que no percibía absolutamente nada, de lo que a sus espaldas acontecía, ni que decir tiene que la cerda madre, con mirar y alabar a su lechoncito tenía bastante.

Estando cercana la hora del banquete, alguien dijo de marchar ya hacia el restaurante, y todos nos pusimos en marcha. El gorrino llevando a su mamá del brazo, marchaban delante de mí, que iba custodiada en medio de tío y primo, dándome conversación divertida, sobre anécdotas del pueblo y al mismo tiempo obsequiándome con más de algún roce discreto, procurando no ser vistos, ya que, caminando unos pasos por detrás, venían varios de los invitados, que casi seguro irían expectantes, observando nuestro comportamiento (menuda recua de hipócritas reprimidos).



Para que os hagáis una idea de cómo eran mis dos admiradores, os doy algunos detalles: los dos eran hombres curtidos por el trabajo en el campo, el tío de mi maridín y por consiguiente mío, tendría unos 60 años y su hijo no llegaría a los 35, este último estaba muy bien físicamente y su padre aunque dejaba algo que desear, se mostraba más decidido y morboso, aparte de todo eso cuando estuvimos en el bar, pude notar en mi trasero, que el muy bruto, era portador de un prominente bulto, que con todo descaro me apoyaba de forma intermitente.

Mientras nos dirigíamos paseando, entre broma y broma, (algunas veces picantes), me solicitaban con insistencia, que les permitiera tomar asiento lo más cerca posible de donde yo me ubicara en el banquete, y si podía ser pegados a mí, mucho mejor. Para que accediera a ese requerimiento me ponían como excusa, el seguir hablando de los chismes del pueblo. Yo les contesté que al llegar veríamos como lo podíamos hacer, no os negaré que me apetecía mucho más sentarme con ellos, que con el cornudo y su tetuda madre. En mi pensamiento bullía la intención, de que Porky se sentara a mi izquierda con la jamona pesada a su lado y que a mi derecha se colocaran padre o hijo, (eso me resultaba indiferente). Consideré que de esa forma podría disfrutar de una comida mucho más "entretenida", pudiéndome librar de la absurda conversación, de los dos componentes de la mini piara.



Para mi decepción y la de mis dos cariñosos admiradores; al llegar al restaurante, nos encontramos con un cartelón, asignando la colocación de los invitados en las mesas, con lo cual no pude llevar a cabo lo planeado mentalmente, y me tocó tener que soportar durante el banquete, la compañía de gente aburrida con las que tenía muy pocas cosas en común, aunque desde la mesa cercana, donde habían colocado a mis familiares, los dos me lanzaban miradas comprometedoras y algún que otro guiño, a los que yo correspondía con sonrisas picaronas, e incluso en algún momento, inclinándome disimuladamente hacia delante, dejaba que contemplaran el canalillo de mis tetas, a lo que ellos correspondían con gestos obscenos y abriendo los ojos con deseo. De esa forma y con ese tipo de coqueteo, la comida se me hizo más llevadera y pude distraerme de mirar hacia mi izquierda, para ver como el cerdo y la vaca se ponían morados de tragar todo el pienso que les llegaba a sus platos.

Después de toda la parafernalia que se monta en las bodas. Que si fotos, que si cortar la tarta nupcial, que si el vals de rigor, etc. etc. etc., llegó el jolgorio y comenzaron a poner música pachanguera, con el fin de animar a los invitados a desmadrarse y como no podía faltar, empezó a sonar "Paquito el Chocolatero". Inmediatamente, mis queridos parientes por parte de mi cónyuge, vinieron a la mesa donde nos encontrábamos sentados, mi cornudo, la tetuda vaca y yo, animándonos con insistencia a sumarnos al tumultuoso sarao, Porky todo congestionado no quería salir, pero casi empujándolo lo metieron en la rueda, con la clara intención de cansarlo, (según me confesaron después), le instaban a moverse y le hacían girar, mientras, el sobrino se ponía detrás mío para aprovechar los bamboleantes movimientos de ese pasodoble, podéis imaginaros lo que pasó con mi culo, y la cantidad de hábiles y excitantes puntazos que recibió. Entre el gentío y a una prudente distancia, pude apreciar, como mi puta suegra, con rostro sudoroso, se había sentado para reposar todo el pienso que había ingerido.

Tanto tío como primo hermano, con aviesas intenciones, se turnaban para hacer bailar al cebón, hasta conseguir agotarlo. Cuando comprobaron el aspecto deplorable que presentaba, con la cara enrojecida, la corbata del revés, el cuello de la camisa abierto y toda llena de sudor, le permitieron retirarse, pero sin dejar de tenerlo controlado en todo momento. Los muy pillos se turnaban, para mantenerlo en la barra libre y conminarle a beber copa tras copa, con todo el propósito de emborracharlo; mientras uno de ellos hacía esa labor, el que quedaba libre bailaba conmigo, sobándome con muy poco disimulo y escandalizando a más de alguna reprimida maruja que pudiera percatarse de los "inocentes juegos" que entre familiares estábamos llevando.
 

Tengo que deciros, que tanto el padre como el hijo, tenían mucha práctica a la hora de embriagar a los foráneos, ya que, en su pueblo, como en muchos otros por aquel entonces, era una práctica muy habitual el llevar a cabo ese tipo de diversión. Los mozos se las ingeniaban para con la excusa de brindis tras brindis, y casi siempre mezclando bebidas para conseguir mayor efecto, conducir al forastero hasta un estado etílico deplorable, para posteriormente reírse de él y poder manejarlo a su antojo , haciendo con el borracho las mayores ridiculeces, incluso en muchas ocasiones, fotografiarlo en actitudes tremendamente vergonzosas, que al recuperar la serenidad en días posteriores, las comprometedoras imágenes podían ser usadas, para manipularlo, e incluso aprovecharse del incauto sin ningún reparo, extorsionándole sibilinamente, para obtener más de algún favor o invitación.

En aquella ocasión, emplearon esa misma táctica con Porky, pero entonces el objetivo a ganar era muy distinto, el trofeo no era otro, que conseguir mis favores, que por otra parte era demasiado obvio, que en lugar de molestarme su actitud, me prestaba gustosa a ese juego morboso, así que mientras espiaba desde lejos, como mi "amado esposo" se apoyaba en la barra sudoroso como un cerdo y era víctima de la manipulación de sus familiares, las pollas del tío o primo, se iban turnando rozándose contra el coñito de su amada esposa, siempre hasta ese momento por encima de la ropa, (aunque yo deseara disfrutarlas más íntimamente) mientras sus rudas manazas de macho, abarcaban la parte baja de mi cintura para presionar más fuerte contra ellos.

Me sentía muy zorra cachonda, y en mi interior, ansiaba el momento de poder despistarnos hacia algún lugar más oculto y sentir esos duros rabos de una forma más contundente y sin prenda alguna de por medio. Mientras ese momento pudiera llegar, comenzó a sonar una pieza muy lenta, el tío de Porky estaba a mi lado y movida por el deseo, fui yo la que me abracé a él, comenzando ambos a bailar muy pegados, sintiendo como nuestros calientes cuerpos se acoplaban al son de la balada, percibía en mi ingle, como su miembro estaba durísimo, me tenía muy sujeta, con una mano por la parte superior de mis nalgas y la otra por la espalda, sus labios se acercaron a mi cuello y comenzó a chupetearlo, mientras me decía palabras muy calientes, haciendo que mi cabello se erizara,
- Cómo me gustas Dana y que caliente me pones ¿Notas lo dura que tengo la polla?
- ¡Siiiii..., ummm, la siento! pero ten cuidado, nos van a llamar la atención y vamos a dar un escándalo.
- No te preocupes Danita, mientras no nos vea mi sobrino, los demás no me importan, aunque con la cogorza que lleva tu maridito, no se entera de nada.
- Pero nos puede ver la cerda de su madre y es una bruja chismosa.
- Qué le den a esa cabrona. Llevo la pija que me va a explotar, estoy manchando el pantalón, ya puedo cuidar   que no me lo vean, ja,ja,ja, ¿Y tú cómo llevas la braga, putita?
- Llevo un tanga de color negro,
- Ummm... me excita ese color, me lo tienes que enseñar, pero lo que te preguntaba es ¿Vas mojada?
- Siiiiiii......
- Que puta estás hecha y tu marido que cornudo, seguro que no te da lo que te mereces.
- No lo cuentes, pero tiene un penecito de niño chico, con eso te puedes imaginar cómo estoy
- No te preocupes, que desde ahora no te va a faltar lo que tú deseas zorrona. ¿No te gustaría tener un bebé con genes de macho?
- ¿Qué cabrón estás hecho, ¿no te da pena tu sobrinito?
- Creo que es lo que se merece Dana, nunca te tenías que haber casado con ese medio hombre.
- Tienes razón, es lo que se merece
- Cómo me estás poniendo con los movimientos que haces, me voy a correr bailando.......bufff, nunca me ha pasado esto.
Mientras me susurraba todo este tipo de guarradas, yo cerraba los ojos y me dejaba manejar a su antojo, no sabía a qué movimientos se refería, hasta que caí en la cuenta, y es que cuando estoy caliente con algún macho, sin proponérmelo, mi pelvis efectúa movimientos giratorios, buscando acoplar los labios vaginales a la dureza del miembro viril del semental que tengo enfrente, hasta que siento como los fluidos de mi coñito, irremediablemente se escurren por mis piernas.

Me encontraba excitadísima y casi flotando, gozando de tan sensual baile. Cuando de pronto una altisonante voz al lado de mi oído, rompió todo el encanto y me sacó del dulce sopor en el que me hallaba sumergida, la dueña de aquellos desagradables bufidos, no era otra que mi puta suegra increpándome,
- Ya está bien ¿Nooo? menudo espectáculo estás dando, pareces una puta en celo, y por si fuera poco, con tu tío Juan.
Por un instante me sentí desconcertada al ser pillada infraganti, e instintivamente me aparté de mi pareja de baile, sin darme cuenta de que, haciéndolo, dejaba a la vista de los más cercanos, la prominente hinchazón y humedad que mostraba el pantalón de Juan, así como el delator manchurrón de mi vestido a la altura pélvica, cosa que sin lugar a dudas delataba el gran calentón que ambos llevábamos. Me da reparo deciros que no pude evitar sonrojarme, mientras la mala bruja continuaba recriminándome,
- ¿En qué lugar estás dejando a mi niño? ¡Qué vergüenza! ¿Qué pensará mi nieta cuando le diga lo que hace su madre? eres una golfa.
Estas palabras, refiriéndose a mi hija consiguieron enfurecerme, aunque solamente fueran escuchadas por el grupo de invitados más cercano a nosotros; miré hacia donde se encontraba Porky y vi que no se enteraba de lo que sucedía, (bastante tenía con sujetarse en el mostrador), Juan a su vez, trataba de ocultarse de las chismosas miradas, al mismo tiempo que hacía por taparse la mancha húmeda de su bragueta, y a su vez pugnaba nervioso, por calmar a la vaca tetuda.

Toda aquella desagradable situación me cogió desprevenida y mi rostro enrojeció, debido seguramente a la mezcla de vergüenza e ira que sentí. El martilleo de los berridos de mi puñetera suegra, en mis oídos, lanzando andanadas verbales contra mí, me sacó de mis casillas y no pude contenerme replicándole de muy mala manera,
- ¡La zorra es usted!, ¿se piensa que no sé los cuernos que le ponía a su difunto marido? Ahora se quiere hacer la estrecha, ¿Pero a saber a cuantos se tiraría para tener un hijo tan inútil? seguro que ese atontado es fruto de mil leches y entre ellas la de algún perro callejero, porque de otra forma no sé explica un producto tan anormal.
- Pero que dices, tú estás loca, calla, calla - respondió en un tono mucho más bajo
- ¿Se cree que no sé, los escarceos que se llevaba con el cura de la parroquia y con algún que otro "amigo" del cornudo de su marido?. El tonto de su hijo me ha contado muchas cosas y aunque él es muy fácil de engañar a mi también me resulta muy fácil atar cabos de todo lo que he ido escuchando, además sé perfectamente por una "amiga" suya, la clase de penitencia que le ponía el curita, siempre que la confesaba, por cierto, bastante a menudo. Así que la golfa es usted, zorra.

Mi suegra, totalmente blanca ante mi fuerte reacción, acompañada de todos los improperios que salieron por mi boca, se quedó muda y sin poder defenderse de mis acusaciones, enrojeció y comenzó a llorar, alejándose acompañada por Juan, que en actitud desconcertada intentaba calmarla. Reconozco que fui muy dura con ella, pero al mismo tiempo, pienso que después de lo que me había dicho, se merecía algo así.

Me retiré hacia una silla más apartada, para tratar de tranquilizarme, fumando un cigarrillo, antes de volver a ir al lado del cornudo, y desaparecer de la fiesta cuanto antes. A consecuencia del disgusto, se me había bajado toda la lívido que había ido acumulando a lo largo del día y solamente quería alejarme de todos los invitados que habían estado al tanto del altercado.

No habrían pasado ni quince minutos, cuando me di cuenta de que venían hacia donde yo me encontraba, los dos porcinos, madre e hijo, cogidos de la mano y con gesto malcarado, sobre todo la cerda, ya que Porky bastante tenía con mantener el equilibrio. Al llegar donde yo me encontraba, se pararon frente a mí en actitud desafiante, y entonces el puerco sin soltar a su mamá de la pezuña, me dijo balbuceando,
- ¡Qué sea la última vez que le hablas de esa forma a mi madre, no te lo voy a consentir, por mucho que yo te quiera, ella es lo primero, pídele perdón!.
Aquella frase interpelativa y de palabras arrastradas a causa del alcohol, en boca del cornudo, me desconcertó por un instante, aunque casi inmediatamente contuve mi cólera, y mentalmente decidí que debía jugar bien mis cartas, adopté un gesto de falso arrepentimiento y dirigiéndome a la bruja, le dije
- Le pido que me perdone, todo ha sido por culpa de la bebida, no sé ni lo que he dicho ni lo que he hecho, si la he faltado el respeto lo siento, no volverá a suceder.
Miré hacia Porky y con inmensa rabia contenida, contemplé como sonreía con satisfacción machista. En ese momento los recuerdos de los tiempos pasados con él, cuando se creía muy superior a mí, vinieron a mi cabeza y no pude evitar enrojecer de ira, aunque haciendo acopio de toda mi fuerza interior, la pude refrenar, pero a partir de ese momento comencé a pensar, en cómo debía actuar para volver las aguas a su cauce.

Tanto el tío como el primo, viendo el cariz que habían tomado los acontecimientos, cobardemente optaron por alejarse y desaparecer de la escena, dejándome tirada y lidiando con todo el marrón. Taimadamente comencé a tejer mi plan y adoptando una actitud cariñosa al mismo tiempo que dócil me cogí del brazo de Porky, que envalentonado seguía pavoneándose, el muy desgraciado, seguramente imaginaba que había recuperado su estatus como hombre de la casa. El verlo tan confiado me provocaba una sonrisa malévola que lógicamente y para llevar a cabo mis taimados propósitos, no exterioricé. Al cabo de una media hora, ya demasiado harta de ver el gesto hosco de la cerda madre y de las estupideces que el puerco borracho hacía, le dije al oído con voz melosa,
- ¿Cariño, te importa que nos vallamos a casa? tengo muchas ganas de tener sexo contigo, que hace mucho tiempo que no lo hacemos., si te parece bien, acompañamos a mamá a su piso y luego tú y yo solitos nos vamos a lo nuestro.
El cabestro me miró con ojos muy abiertos a pesar de la borrachera, como no dando crédito a lo que escuchaba, y con muchísima torpeza en la lengua, me contestó.
- Si, si, pedimos un taxi, dejamos a mamá en su piso y nos vamos a casa los dos juntitos.

Mientras hicimos el recorrido y dejamos a la vaquita tetona, Porky torpemente, me iba sobando la pierna, yo me dejaba hacer, aunque me resultaba asqueroso aguantar su baboseo, pero consideré que debía seguir simulando deseo, para que todo el plan que iba diseñando en mi vengativa mente se pudiera realizar sin contratiempos.

Espero que tengáis paciencia hasta que termine de colgar, todo lo relacionado con el tema que ocupa mi reportaje del CUESTIONARIO FORZADO, como ya he dicho al principio, el comentario de peqe75, referente al "subespacio" despertó mis recuerdos y consideré que podía ser un buen momento para hablar de ello, esperando que os resulte interesante y quizás morboso.






Aunque no tengan nada que ver algunas de las fotos que acompañan este texto, las pongo para tratar de hacerlo más vistoso y también más jocoso, contemplando las imágenes de "La cerda desnuda" tal y como le ordené posar a Porky, espero que el montaje que realicé con la puerquita maricona, despierte alguna risa en vuestro rostro, viendo la ridiculez de semejante y afeminado animal, de incipientes curvas (reclamo vuestra atención en la firma del cuadro). Por cierto ¿No pensáis, que la oronda cerdita, podría ser un buen ejemplar para prostituirla?.  


miércoles, 9 de octubre de 2019

CUESTIONARIO FORZADO - 1


Aunque con algo de retraso, por fin llegó el momento en que el cabrón hijo de puta de Porky, os da respuesta a las preguntas, que con aviesa intención, varios de vosotros le hicisteis llegar. Como podéis comprobar y disfrutar, las contestaciones del puerco fueron arrancadas desde el dolor, es innegable que a base de martirio y sufrimiento, se consiguen mejores resultados y obtengo como resultado, las respuestas auténticas que yo deseo escuchar.



Si os dais cuenta, el interrogatorio lo llevé a cabo ayudada por Dom Látex, que colaboradoramente le fue leyendo las preguntas del cuestionario al esclavo, mientras yo disfrutaba y quemaba adrenalina, torturando al animal con diferentes instrumentos; algunos de ellos con bastante poder de persuasión, tales como las ruedas de pinchos cortantes, la uña metálica afilada, (que puede rasgar la piel, según la fuerza con que se aplique), los diferentes látigos, entre los que destaco, el de filamentos de goma con bolas duras en las puntas, que producen pequeños hematomas de color cárdeno, muy bellos a la par que extremadamente dolorosos, etc.



El animal lo paso muy mal, debido a que el interrogatorio se alargó bastante más tiempo, de lo que el muy perro hubiera querido; el barro que medio taponaba sus orificios auditivos, añadido a la máscara y el ruido de los golpes, además del shock mental, le dificultaban para escuchar las preguntas con nitidez y había que repetírselas una y otra vez, con lo cual el suplicio traumático se alargó algún tiempo más de lo que el imbécil hubiera deseado.



Como ya imaginaréis, el cuestionario se llevó a cabo después de haberle dado el baño de barro, con lo que su mente ya venía bastante trastocada por toda la humillación sufrida. Después de la ducha que ya contemplasteis, en el reportaje del puerco en el barro, y una vez que la bestia ya estuvo en parte aseada, con el objetivo de poder contemplar mejor las marcas que sobre su porcina piel pensaba grabar, lo amarramos bien sujeto al banco de tortura, donde se iba a efectuar la divertida y dolorosa sesión del cuestionario, con el fin de arrancarle, respuestas fidedignas a vuestras malintencionadas y a la vez morbosas preguntas.



La segunda parte del vídeo queda pendiente para el siguiente reportaje, espero que el dolor del tocino os haya proporcionado diversión y os motive para seguir escuchándolo gruñir en el siguiente post.