jueves, 26 de agosto de 2021

PERRO PAMPLONA - 2

 


     Saludos de nuevo viciosetes. Aunque ya estoy disfrutando de unas largas y merecidas vacaciones, podéis comprobar que no me olvido de mis morbosos seguidores, a pesar de toda la dificultad que me acarrea el preparar un reportaje fuera de mi hábitat habitual.




 

    Os puedo adelantar que en los pocos días que llevo desde que emprendí mi ruta veraniega he tenido alguna experiencia de muy alto voltaje y que a pesar de la dificultad que entrañaba grabarla, lo pude conseguir. En su momento podréis disfrutar de lo que sucedió, pero por ahora prefiero no desvelar nada de lo que sucedió en aquella caliente tarde.

 




     En este segundo reportaje, mezclo imágenes de las dos sesiones que le di a "Perro Pamplona" junto a mi esclavo Porky, lo hago de esta forma, porque pienso que en una de ellas no llegué a grabar, pero sí a fotografiar y me apetece mucho el que veáis el máximo contenido visual que dispongo de las mismas.




 

    Es una lástima que no podáis apreciar el patetismo de los dos putos animales tratando de acercarse a mis tetas o a oler el aroma de mi coño. Desafortunadamente y como ya os comenté en el anterior reportaje, por aquel entonces no tenía ni la más mínima idea de que en algún momento podría disponer de un programa de edición de vídeo, que me permitiera garantizar el anonimato de los intervinientes en la sesión. Debido a ese desconocimiento de por aquel entonces, restaba toda importancia a algunos detalles del escenario que pudieran ser identificativos y esa es la razón y no otra, de esa molesta difuminación rectangular tan molesta para la visualización, ya que detrás había colgadas imágenes y fotos que no pueden salir a la luz, para seguir preservando mi anonimato.

 


    Haciendo hincapié en el patetismo y degradación de las dos mariconas, quise darle una oportunidad a Porky para que demostrara que él también podía ser un machito, aunque el resultado era más que previsible como así sucedió, pero con esa prueba tan divertida de las dos cerditas pajeándose, también me interesaba que ambas putas se encelaran, para que la monta de la más zorra por parte del semental ganador fuera más degradante y que al mismo tiempo mantuviera la polla bien dura durante el tiempo en que estuviera cubriendo a la "hembra" y consiguiera dejármela bien preñada.

 




    Hasta aquí esta segunda parte, lo dejo en este punto, porque ahora mismo me bajo a la playa naturista a ponerme bien morenita por todos los rincones de mi cuerpo. Quiero aprovechar al máximo estos días de asueto que tanto tiempo llevo deseando.        

 




























viernes, 6 de agosto de 2021

PERRO PAMPLONA - 1


 

     Estando ya muy cerquita del inicio de mis vacaciones (que, dicho sea de paso, espero que sean muy moviditas y morbosas), doy comienzo a este relato o experiencia, que en principio constará de tres partes, en las que quiero mostraros toda la cantidad de fotos que se sacaron durante la sesión y también algunas de las diferentes secuencias del vídeo que se grabó.



 

     Debido a la premura y al poco tiempo que dispongo en estos momentos, vais a comprobar que el texto va a ser mucho más cortito de lo habitual, de hecho, os contaré únicamente lo indispensable, para resaltar algunos detalles que puedan pasaros inadvertidos a través de las imágenes.



 

     Comenzaré el relato, diciendo que el principal protagonista de esta historia es un sumiso cuyo nick es el de "Perro Pamplona" y también que lo que voy a contar, se remonta a los años 2012 y 2013, con una diferencia de tres meses entre las dos sesiones que le di. Por aquel entonces, era todavía la época en la que yo andaba explorando y tomando conciencia de lo que podía suponer en mi vida la dominación y la superioridad que podía llegar a ejercer sobre los putos sumisos, como después pude constatar sometiendo tanto a Porky como a aquel otro nuevo perro.

 



     Si no recuerdo mal todo se inició, cuando "Perro Pamplona" me envió un mensaje expresando sus deseos de esclavitud, rogándome el poder ponerse a mi servicio. Después de intercambiar algunos mensajes en los que me explicaba sus ganas de ser sometido y también sus límites, decidí darle la oportunidad de conocerlo y ver que clase sumiso era.

 


     Acordamos una fecha para la cita y a la hora fijada el perro se presentó obedientemente en el lugar que yo le indiqué, fue muy puntual, sobre todo, teniendo en cuenta que tuvo que hacer muchos km. de desplazamiento desde su ciudad hasta Zaragoza, pero hizo lo que se espera de todo buen esclavo: no hacer esperar al Ama ni un segundo.


 

     Habiendo pasado tanto tiempo desde aquellas sesiones, no puedo evitar tener bastantes lagunas de cómo se desarrolló la primera toma de contacto entre Ama y perro. Si que recuerdo, que tanto su aspecto como educación, no me desagradaron y creo que fue aquel día, cuando después de reconocer al animal en un parque discreto, me lo llevé a una tienda del Corte Inglés, para divertirme y comprobar que grado de obediencia mostraba al ser humillado.

 


     Porky en su denigrante papel de mascota obediente y siempre siguiendo mis órdenes, sacó alguna foto en la que se puede ver como "Perro Pamplona" obedientemente se ponía una faldita delante para mostrarme el efecto, mientras que yo en voz alta le decía como le podría sentar puesta, por supuesto alrededor nuestro había algunos clientes que miraban sorprendidos. Elegí esa falda de cuadritos y me lo llevé al probador para que se la pusiera, mientras que mi cerdo sumiso se quedaba fuera esperando.

 



     Hasta ese momento, todo lo que pude apreciar de aquel nuevo sumiso me pareció bien y de confianza, así que decidí ir más allá y probarlo más a fondo dándole una sesión. Le ordené montarse en el coche, tirado en el suelo de los asientos de atrás como un animal y me lo llevé a mi rincón del sado. Por aquel entonces no lo tenía acondicionado a como lo tengo ahora y esa es la causa de todos esos difuminados que salen en la grabación. Por otra parte, nunca en aquellos años pasó por mi imaginación, el qué con el tiempo, pudiera ser capaz de manejar un programa de edición de vídeo, como del que ahora dispongo.

 


     Nada más llegar a mi rincón secreto, ordené desnudarse a los dos puercos y procedí a inspeccionarlos de arriba a abajo, prestando especial interés en el nuevo ejemplar. Me recreé especialmente en el volumen de los genitales de ambos animales de manera comparativa, con la perversa intención de poder precisar cuál de los dos podría ser el macho y cual la hembra en el hipotético caso, de que en el transcurso de la sesión me apeteciera presenciar un degradante apareamiento animal. Para saber a cuál de los cerdos elegí como semental, solo tenéis que fijaros en cuál es el que lleva corbata, aparte claro está, de la comparación en el tamaño de rabo, que resulta altamente visible y eso que por aquel entonces, Porky todavía no había visto reducida su virilidad a la mierda diminuta que a día de hoy le cuelga entre las patas.

 


     Una vez concluida la vejatoria inspección y de haber asignado a cada uno el papel degradante que les correspondía mantener durante la sesión, empecé a divertirme con la humillación y sometimiento de los dos animales. Lo primero que se me pasó por la cabeza, fue el obsequiarlos con una apetitosa alimentación, lo más apropiada posible para unos cerdos como ellos. Me encantó prepararles el repugnante y cremoso pienso, aunque antes de ponerlo al alcance del hocico de las bestias, me compadecí de ellos y de manera altruista quise mejorar el sabor, aderezándolo con un espeso salivazo en cada recipiente, revolviéndolo seguidamente con mis dedos enguantados, para que todo aquel suculento engrudo quedara muy bien mezclado. Puse los comederos delante de ellos, que como dos animales bien adiestrados esperaban mi orden para lanzarse a engullir su alimento. Después de unos segundos de espera en los que ambos me miraban sin saber muy bien que hacer, les permití tragar la bazofia, que como dos gorrinos gruñendo sin parar (para mi deleite), comieron hasta dejar limpio el recipiente en un festín porcino y grotesco.



 

     Seguidamente me dispuse a darles un aspecto mucho más adecuado a su condición de cerdos, para ello procedí a rasurar el culo y genitales de ambos cochinos, dejándoles el ojete bien visible y limpito. Como podéis escuchar, a mi seboso puerco no le hacía ni gota de gracia el que después del afeitado lo frotara con masaje por toda la zona rasurada ¡Qué se joda ! Ya sé que escuece y por eso lo hago.

 



     De lo que no se quejaba el hijo de puta mal parido, fue del ordeño que le hice a continuación. Por aquel entonces, una de las cosas con las que yo disfrutaba y me resultaba tremendamente divertido, era ponerlo cachondo perdido y hacerlo jadear hasta que presentía que estaba a  punto de correrse, en ese instante paraba la manipulación de su rabito y lo abandonaba, mientras entre risas, escuchaba sus lastimeros y suplicantes gemidos, quedándose el muy imbécil con los cojones llenos y en la mayoría de las veces doloridos, eso le creaba una enorme frustración y lo hacía ser mucho más servicial y obediente. Si por un casual, como en alguna ocasión ocurrió, no paraba en el momento adecuado y el lechón llegaba a expulsar algo de semen, indefectiblemente era obligado a tragarlo sin dejar una gota, cosa que hacía entre arcadas, pero lo hacía. Actualmente todo eso ha cambiado de manera radical, ya no es hombre (virilmente hablando) su diminuta pollita me resulta ridícula y repelente, siéndome causa de asco no exenta de risa y humillación.

 


     Por ahora la primera parte del relato se queda aquí, aunque es cortito espero que os haya divertido y sobre todo, sirva para no perder el contacto durante mis largas vacaciones. Por cierto y como ya dije en el anterior reportaje, os recuerdo que voy a viajar por varias ciudades de nuestra geografía, así que si alguno de vosotros está interesado en poder conocerme, deberá escribirme por privado a mi correo y os contaré los sitios que voy a visitar, siempre claro está, que yo vea que puede resultarme morboso y sabe jugar a lo que a mí me gusta.