miércoles, 14 de julio de 2021

DURO CAMINO - 2


 

     Después de todo lo ocurrido y relatado en el reportaje anterior y debido al cariz que habían tomado los acontecimientos, al cabrón de Porky se le veía feliz, contento y recobrando la salud a ojos vista; yo por el contrario, cada día que pasaba languidecía más y me sentía fatal e imposibilitada de resignarme a ser la modosita ama de casa, amante de su atocinado maridín. Me encontraba tremendamente angustiada y muy necesitada de emociones calientes. Fue esa misma necesidad de morbo, la que me impulsó a hablar con Porky, para proponerle alguna solución que pudiera aportarme esa chispa de vicio que consiguiera ayudarme a conllevar la drástica vuelta a la rutinaria vida matrimonial y consiguiera despertar alguna de mis adormiladas fantasías sexuales, para por lo menos poder masturbarme lo más placenteramente posible.

 



    Con la idea preconcebida de conseguir algo de morbo, me dirigí al salón en una de aquellas deprimentes noches y me senté al lado de Porky rozando mi pierna contra la de él mientras mirábamos la televisión, al poco tiempo le cogí la mano "amorosamente" y comencé a hablarle de forma suave, mientras que mi otra mano se desplazaba lentamente hasta alcanzar y comenzar a acariciarle la pollita por encima del pijama, no me costó gran cosa ponérsela tiesa y hacerle resoplar como un gorrino en celo. Una vez que lo tuve en ese estado de turbación o enajenación mental, entendí que era el momento adecuado, para ser más explícita y proponerle el ir a tomarnos una copa al Templo (pub swinger), asegurándole que solamente iríamos de mirones y con la única intención de poner un poco más de chispa en nuestra relación. Yo sabía que esa noche era la fiesta de los tríos y pensé que podríamos contemplar buenos y calientes espectáculos, que en mi caso y egoístamente, podrían servirme para alimentar mis fantasías, ayudándome a calmar esos deseos obscenos que me estaban matando, también es cierto que no tenía muy claro lo que podía suceder, ya que una parte de mi cerebro me decía que debía aguantar y resignarme, pero la otra parte me decía que... buuuffff... en fin, que tendríais que ver lo que me decía esa otra parte de mi cabeza. Como he dicho, me costó muy poco tiempo conseguir que el bobo con la pijita dura, me diera su aprobación para ir al pub, aunque eso sí, tratando de convencerme de que deberíamos estar muy poco rato. En cuanto dijo que sí, solté su penecito apresuradamente y lo dejé con cara de idiota sin poder correrse, pero asegurándole que cuando volviéramos de la morbosa salida, lo volvería a pajear. No quería correr el riesgo de que al eyacular se le quitaran las ganas y decidiera cambiar de opinión.

 



      Tremendamente ilusionada por volver a sacar del armario el tipo de vestimenta con el que tan a gusto me siento y a pesar de no llevar ninguna intención de tener contacto con nadie, me puse muy sexy y me calcé unos taconazos altos que me sacaban una bonita figura y realzaban mi culo provocadoramente. Cuando salí de la habitación y me puse enfrente del tonto, se me quedó mirando con rostro confundido, pero no fue capaz de reaccionar en ningún sentido (seguramente debió de pensar que me arreglaría de manera informal), tampoco le di opción a opinar, le di un besito "cariñoso" en la mejilla y sin dejarle hablar le cogí de la mano y partimos hacia El Templo.

 


     Al poco de entrar en el club y pedir la bebida, no tardó mucho tiempo en que un hombre de apariencia agradable y simpático se acercara al lado de Porky, preguntándole amablemente si le importaba informarle sobre el pub, diciéndole que era la primera vez que iba a un sitio así y se encontraba desubicado (más tarde me di cuenta de que era un zorro astuto y empleaba esa táctica para acercarse a las parejas) estuvimos hablando con él un buen rato, me pareció divertido, pero no me gustó el olor de su aliento ni su prominente barriguitas, además no paraba de mirarme el escote de forma algo grosera y eso me estaba poniendo nerviosa. No dejaba de contarnos chistes y anécdotas que paulatinamente iban siendo más picantes, por un lado, me hacía gracia, aunque no tanta como le hacía a mi maridín que como un idiota no se daba cuenta de las verdaderas intenciones de aquel hombre y no paraba de reírle sus bromitas, (en muchas ocasiones de doble sentido), mientras me miraba libidinosamente y me hacía gestos claramente lascivos a espaldas del tonto cornudo.

 


     Al cabo de un rato tuve necesidad de ir al baño y ambos se quedaron charlando, mientras les dije que enseguida volvía. Me metí por un pasillo que conducía al servicio, encontrándome en el corto trayecto con un chico joven que dificultaba el paso, debido a la estrechez del corredor y que provocó el que no pudiera evitar rozarme contra él, al sentir el contacto me miró a los ojos y sonrío pícaramente, yo le correspondí de la misma forma al mismo tiempo que me disculpaba y me separaba de su musculoso cuerpo sin poder evitar un escalofrío, cuando salí del baño, el chico todavía seguía en el mismo sitio, me volvió a sonreír y de forma natural me preguntó algo de información sobre el pub, era simpático y atractivo, así que no me costó demasiado entablar conversación con él, observé que mientras hablábamos de manera disimulada echaba su cuerpo hacia delante obstruyendo más el paso, recordé entonces que Porky estaba esperando y tuve un rayo de lucidez sobre lo que no debía hacer, así que quise pasar despidiéndome del chico, pero al intentarlo quedé pegada a su cuerpo y sus manos fueron a parar a mi cadera bajando desvergonzadamente hacia mi trasero, elevé la mirada y me encontré con sus ojos pícaros y atrevidos fijos en los míos, diría que de manera algo chulesca y ahí se fundió el tenue rayo de lucidez y fidelidad que yo pretendía tener, el caso es que estuvimos un rato metiéndonos mano, ignorando a todos y todas que pasaban y se quedaban mirando como aquel cabrito me había sacado las tetas y me las chupaba golosamente absorbiendo mis pezones como un bebé hambriento, no se el rato que estuvimos morboseando porque perdí la noción del tiempo, hasta que en un breve instante de lucidez me acordé del cornudo y me di cuenta de que debía salir fuera, sobre todo, porque lo que estaba ocurriendo rebasaba todo lo que yo me había propuesto al ir al club y también porque el coño me ardía.

 


     Cuando llegué a la barra comprobé que el pesado aquel que se nos había arrimado, seguía dándole el tostón al manso, con la pretensión clarísima de hacer un trío con nosotros, (eso lo sé porque me enteré posteriormente por boca de Porky). Al acercarme al lado de aquellos dos clows (los llamo así, porque me recordaban a esas parejas circenses formadas por el tonto y el listo), el más espabilado de los dos y sin que el payaso bobo se percibiera de ello, maniobró para cambiar de posición tratando de ponerse a mi lado mientras bromeaba y manejaba a Porky intentado jugar al desiste. Yo me di cuenta de sus intenciones de inmediato y lo esquivé rápidamente poniendo al bobalicón entre los dos, aunque procurando colocarme de manera que pudiera escuchar casi todo lo que el "listo" le estaba diciendo al cabestro, qué por cierto, ya comenzaba a mostrar en su cara algo de disgusto y malestar debido a que empezaba a darse cuenta de las verdaderas intenciones de aquel cabronazo. Porky trataba de escabullirse, pero aquel tío no era de los de soltar la presa y por eso tenía al cornudo bien sujeto del brazo "amigablemente" evitando que se distanciara de él y de sus viciosos comentarios, yo seguía apoyada en la barra haciendo como que no me enteraba de nada, pero con la música de ambiente, aquel cabrón debía elevar la voz y prácticamente me enteraba de casi todo lo que le decía. El cornudo con su cara agilipollada y con su escasa hombría se sentía obligado a aguantar todo lo que aquel vicioso salido le decía sobre mí,

   - Pero que buena está tu mujer cabronazo, le estoy viendo ese culazo que saca y me la tiraría ahí mismo, tal y como está apoyada en la barra, que pinta de zorra tiene, me imagino que le darás caña ¿Te la follas mucho?

   - Si... Casi todas las semanas - contestó el tonto, mintiendo y titubeante

   - No me jodas... solo la montas un día a la semana, ¿pero no sabes que una hembra tan cachonda como la tuya tiene que estar bien surtida de leche? Ya puedes andar con cuidado con ella, no vaya a ser que algún tío te la levante, por tenerla tan descuidada ¿por lo menos la tendrás gorda?

   - No entiendo, lo de gorda ¿Qué quiere decir?

   - Venga yaa.. la nariz... ¡No me jodas! ¿Te estás quedando conmigo? La polla, coño, que si la tienes grande para dejarla satisfecha jodeeer. Y trátame de tú, que somos amigos

   - Perdona que no te había entendido, sí que la tengo grande y la dejo muy satisfecha - siguió mintiendo el ciervo -, yo disimulaba, pero viendo los apuros que estaba pasando Porky al tener que contestar, me estaba partiendo de risa por dentro -

   - Menos mal cabronazo, ¿Pero cómo de grande?, ¿Cuánto te medirá más o menos? ¿La tienes como la que me está poniendo la puta de tu mujer meneando el culazo?...ven y mira como la tengo ahora... baja la mano con disimulo, cogémela y me dices si se parece a la tuya,

   - No gracias, que no me apetece hacer eso, lo siento, me da vergüenza

   - ¡Baja la mano coño! y pálpala para que me digas si le puede gustar ese tamaño a tu hembra, Vengaaa cabrón que no es ninguna mariconería jodeeeer.

Agudizando el sentido del oído al máximo, podía escuchar casi toda la morbosa conversación y viendo el cariz que tomaba aquello, me estaba mojando la braguita al ver como Porky era humillado. Hasta ese momento no presté atención visual, pero al oír como aquel hijo de puta le hacía tocarle la verga, no me lo quise perder, por ese motivo y para tratar de ver el máximo de lo que pudiera suceder, me puse unas gafas de sol, que no pegaban para nada dentro de la oscuridad del local, pero que me permitían espiar buena parte de lo que estaba pasando a mi lado. El tío aquel, cada vez me estaba cayendo peor, aunque por otra parte estaba disfrutando como una cerda de la forma en que estaba tratando al cornudo y me di cuenta de que sin saberlo ni pretenderlo, aquel pesado vicioso, podía convertirse en una herramienta ideal, para devolver al cabestro a su estado de sumisión primigenio.

 


     Ante la degradante petición de aquel cabronazo, me quedé observando la reacción de Porky. Por una parte quería que obedeciera humillado y por otra me hubiera gustado observar alguna reacción de dignidad en defensa de su Señora. El manso vacilante titubeó un poco como dudando. Con el rabillo del ojo observé como me miraba y pensando que yo no me daba cuenta, vi como su mano descendía hacia la bragueta del puerco aquel, que sonriendo viciosamente le decía,

   - ¿Qué te parece cabronazo, le gustará mi rabo a tu mujer? ¿La tuya es más grande o más pequeña?

   - Igual - balbuceó el cornudo, mintiendo de nuevo, mientras apartaba la mano como si le quemara

   - Tienes que convencerla para que yo me la pueda follar y no te preocupes que no soy egoísta y te dejaré participar, mírala que tetas tiene la guarra, me estoy poniendo malo de verla, cabrón... se me va a reventar la polla mirándola como mueve ese culazo, que putarrona está hecha, yo creo que me está comprometiendo, tócame el pollón otra vez... Vengaaa ostiaaa... baja otra vez la mano y métela dentro de la bragueta para que compruebes lo caliente que la tengo.

 


     Las maneras en que aquel hijo de puta le estaba hablando y de alguna forma dominando al cabestro, me estaban poniendo cerdísima y trataba de no perderme nada de lo que estaba aconteciendo. Aunque yo tenía muy claro que en ningún caso tendría nada sexual con aquel hombre, sentía mucha curiosidad de cómo podía terminar aquello. De pronto observé como Porky con mirada suplicante se volvía hacia mí diciéndome muy bajito, tratando de que no lo escuchara su "amiguito".

   - Cariño por favor, vámonos a casa ya, que no me encuentro bien.

   - Aún es pronto amor, - le dije cariñosamente - ahora te pido una manzanilla y ya verás que bien te sienta, estaremos un ratito más y nos iremos.

Porky quiso protestar, pero la presión de aquel tío sobre su brazo le hizo desistir

   - Ya has oído a tu esposa, ella quiere estar más rato y yo también quiero que se quede, así que pide una manzanilla a ver si tienen y si no tienen te tomas un whisky que también te animará, yo te invito, pero vengaaa coño... baja la mano de una puta vez para que notes lo caliente que está el pedazo de carne que le voy a clavar a tu hembra.

   - Pe...pe...pero, es que no me...me pa...pa...rece bien - contestó Porky, totalmente azorado y casi gimiendo -

   - Pa...pa...rru...rru... chas, - le dijo burlándose de su tartamudeo -

Me di cuenta de cómo los dedazos apretaban más fuertemente el brazo del cornudo y como el desgraciado poco hombre, totalmente sometido, bajaba la mano para encontrarse con la gorda verga de aquel cerdo que ya se la había sacado. Vi cómo se acercaba al oído del cornudo y como le decía cosas que desgraciadamente no pude escuchar, aunque posteriormente en casa y por boca de Porky, supe que le dijo que era una maricona y que se la meneara hasta que él le dijera, luego me contó que también se lo quiso llevar a un cuarto oscuro, aunque esto último no llegó a pasar.


 

     Estaba disfrutando como una perra con el desarrollo de los acontecimientos, cuando sentí una mano en la cintura, me volví intrigada y me encontré de frente con la mirada pícara del jovencito del pasillo, dejé de lado a los dos maricones y me volví sonriente hacia el chico iniciando conversación, mientras hablábamos él no dejaba de acariciarme la escotada espalda, provocándome escalofríos de excitación. Pasados unos pocos minutos, me volví hacia Porky que seguía con la mano abajo me imagino que meneando la pija del cabrón (digo me imagino porque el abusador dominante, había puesto una prenda delante ocultando la acción) y le dije que le iba a enseñar las habitaciones del pub al jovencito que había conocido. Esa acción estaba plenamente justificada ya que los chicos solos no pueden acceder al interior de las habitaciones si no van acompañados. Para los seguidores que no lo sepan, eso sucede prácticamente en todos los pubs swinger. Porky me miró suplicante, rogándome con su estúpida mirada, para que no me fuera. Yo hice como que no me había dado cuenta, así que dejé a aquellos dos sarasas, hablando o lo que fuera. El apocado de mi marido, no tiene agallas y no sabe negarse ante alguien dominante, así que de mala gana continuó soportando la conversación y el trato vejatorio de aquel tipo baboso sin saber cómo cortarle. Me dirigí al decidido joven y le ofrecí el dar una vuelta conmigo por todos los recintos ocultos del local en los que para él solo estaban vedados, nos cogimos de la cintura y nos alejamos de la barra. Mientras nos dirigíamos a la puertecita de acceso, volví un poco la cabeza y de reojo pude ver como el cornudo se quedaba sufriendo viéndome alejar y encima teniendo que soportar a aquel cabronazo clavándole los dedos en el brazo y metiéndole caña con comentarios como

- ¿Tú te quedas aquí y tu mujer se va con otro tío?, ¿Y tú no haces nada? Menudo cornudazo estás hecho cabrón, (todo esto también lo supe a posteriori, contado por el ciervo).

 


     Me llevé al jovencito a la parte de arriba y le fui enseñando las diferentes habitaciones del vicio, hasta que llegamos al cuarto oscuro, nos metimos dentro y nos faltó tiempo para darnos un primer y buen achuchón, yo ya iba muy cachonda pero con semejantes morreos e intercambios de saliva aún me calenté mucho más y él por lo dura que notaba su polla contra mi bajo vientre por supuesto que también. Fue en aquel momento de vicio extremo, cuando decidí olvidarme de mis promesas al cabestro. Necesitaba algo mucho más fuerte, gordo y duro, entre mis piernas que cualquier cosa que el "bicéfalo" me pudiera ofrecer en el resto de su puta vida. Llegados a ese punto, solo me faltaba comprobar que tipo de reacción tendría el cornudo ante mi decisión. En aquellos momentos en que el ardor de mi chocho se apoderaba de mi cerebro, solamente pensaba en ser bien montada y cabalgada por aquel joven semental. Después de todos aquellos penosos días que había tenido que soportar al lado del "mini pito", era obvio y sabía, que debería mostrarme con total determinación ante él. Mi decisión estaba tomada costase lo que costase: o el cabestro aceptaba su condición de ser inferior y sumiso o en caso contrario debería divorciare de él sin más contemplaciones.

 


    Totalmente decidida a poner las cartas sobre la mesa, tomé al chico de la mano y salimos los dos a la barra. Comprobé que allí seguían los dos "amiguetes". Por cierto, el pesado cabrón se había asomado al cuarto oscuro por la parte de la cortinilla y me había visto con las tetas fuera y con el chaval morreándome y dándome lengua hasta hartarme. El muy hijo de puta, ya le había pasado toda la información a Porky de lo que había podido ver. La expresión apesadumbrada en el rostro del cornudo lo decía todo. Eludió mirarme a los ojos, mientras se apoyaba en la barra mirando hacia el suelo, afligido y triste, en una actitud casi llorosa. Su "rebordenco amiguito" conteniendo la risa parecía darle falsos ánimos. La mano que antes sujetaba el brazo del cabestro, ahora reposaba cariñosamente sobre la cabeza de Porky o alternaba pasando su brazo por los hombros del cabestro en un gesto casi paternal, pero al mismo tiempo burlón. ¡Qué escena más tierna! - pensé, riéndome entre dientes -

 


    En cuanto me aproximé a donde ambos payasos se encontraban, intuí como aquel vicioso de aliento fétido, clavaba sus libidinosos ojos en mi cuerpo, recorriéndolo de arriba a abajo de forma obscena. Ignoré su pervertida mirada y me senté en un taburete alto casi pegada a ellos. Lo hice provocadoramente y de forma intencionada, para joder a aquel hijo de puta, dejé subir la minifalda muy arriba, mostrando mis muslos y casi enseñando el tanga que ya se encontraba bastante mojadito. Llamé al joven macho, que sin saber muy bien cómo comportarse, se había quedado un poco más atrás, le pedí que se acercara a mi lado cogiéndole de la cintura. El chico viendo que aquellos dos imbéciles no pintaban nada, me echó mano al muslo acariciándomelo y poco a poco empezó a desplazarse hacia arriba acariciando el interior de mis piernas que se abrían mansamente ante las suaves y calientes caricias. No tardó demasiado en alcanzar mi pequeño tanguita, lo apartó a un lado y comenzó a pasar un par de dedos por la húmeda rajita que tremendamente caliente pugnaba por abrirse permitiendo ser invadida, me recosté en la barra para no caerme, cerré los ojos y me abrí de piernas como una puta lujuriosa. El macho, al darse cuenta de mi entrega o abandono, hundió sus dedos dentro de mí y noté como los giraba implacablemente, ensanchando las paredes de mi rezumante vagina, metiendo y sacándolos una y otra vez, sentía el chapoteo de mis fluidos corporales que escurrían de mi chocho, mojando la superficie de la banqueta. De repente aquellos perversos dedos que me follaban se curvaron en mi interior tomando forma de gancho y alcanzaron mi punto "G" martilleándolo hasta hacerme orgasmar y gemir como una puta guarra. Rápidamente y como pude, cogí un puñado de servilletas de papel y las metí en mi boca para ahogar el grito gutural que pugnaba por salir de mi garganta y que me hubiera hecho ser el blanco de todas las miradas, cosa que en aquel instante no me apetecía en absoluto, a pesar de lo zorra exhibicionista que soy.

 


     Me encontraba desfallecida y todavía jadeando, cuando de repente llegó a mis oídos el inconfundible gruñido animal que exhalaba la boca de aquel cabronazo pervertido, al correrse. Aunque todavía seguía estando bajo los efectos del orgasmo y me costaba abrir los ojos, la curiosidad morbosa me empujó a mirar, volví la cabeza hacia donde provenía el grito y me encontré con la repugnante, pero al mismo tiempo estimulante escena de Porky siendo sujetado fuertemente por los hombros con el brazo izquierdo del cabrón, mientras que por obligación, su "pezuña porcina" sujetaba la verga que todavía cabeceaban y seguía expulsando leche espesa impregnando los dedos del cornudo y resbalaba hasta el suelo en un incesante goteo blanco. Me di cuenta (y luego lo supe a ciencia cierta), que el tipo aquel, viendo el espectáculo casi pornográfico que estábamos ofreciendo, le había ordenado a Porky de una forma casi violenta, que le meneara la pija mientras se recreaba y babeaba viéndonos y el desgraciado medio hombre debido a su patética condición sumisa no había tenido cojones para oponerse. Me pareció bien y sobre todo muy humillante para el gorrino. Además, pensé por momentos, que todo lo que estaba pasando esa noche, me podría ayudar y mucho en la reconducción de mi vida futura.

 


    Mientras los efectos de aquel primer orgasmo iban decreciendo y mi cuerpo recobraba algo más de normalidad, mi cabeza no paraba de darle vueltas a lo que había pasado y sobre todo me daba perfecta cuenta de lo imposible que me resultaría volver a comportarme como mujer decente y esposa fiel. En aquel mismo momento tomé la firme e irrevocable decisión que a día de hoy sigue acompañándome: ¡YO NECESITO SEXO! y el asqueroso cornudo impotente, en su puta y arrastrada vida de caracol, jamás me podrá proporcionar el más mínimo placer en ese aspecto. Otra cosa será, la diversión o satisfacción que obtengo, degradándolo, torturándolo, humillándolo, sometiéndolo, etc.etc.etc.

 



     Paulatinamente mi respiración se iba normalizando y cuando ya me encontraba algo más calmada, cosa que no me resultaba nada fácil, debido sobre todo a que aquel joven semental seguía pegado a mí sobándome sin descanso, tratando de calentarme de nuevo. Siendo sincera debo confesar que no le costó demasiado, se colocó detrás mío y comenzó a darme chupetones por el cuello mientras sus dedos tililaban mis erectos pezones y su rabo punteaba mi culo una y otra vez. Traté de aguantar y serenarme, pero me resultaba imposible, ya no podía más y necesitaba sentirlo dentro de mí, así que levanté la mano y llamé al camarero, sin importarme que me viera así de guarra y entregada, le pedí una copa en vaso de plástico, para poder llevármela a una de las habitaciones, no tardó nada en servírmelas mientras me miraba con una medio sonrisa claramente lasciva, miré al ignorado cornudo y riéndome en su puto hocico, me dirijí a él con gesto autoritario, ordenándole,

   - Coge mi copa y la de mi "amigo" que vamos a subir a un reservado, ¡SÍGUENOS!.

Observé su patética cara ante mi mandato y para mi regocijo, lo vi muy... pero que muy entristecido, yo incluso diría que parecía enormemente alicaído y derrotado. Observando su melodramática y dolorosa expresión no pude reprimir el soltar una carcajada ante su morro de puerco imbécil y tampoco os negaré que aquella situación me resultaba extraña y mucho más con todo lo que le había pasado.

 


     Al contemplar la pesadumbre del "reno" y su desencajado rostro, temí por momentos el que le pudiera dar otro ataque de ansiedad, aunque realmente en aquel instante solo pensaba en follar y me importaba una mierda lo que pudiera pasarle, la decisión estaba tomada y de ninguna manera me resignaba a vivir como él pretendía, olvidándome de copular y divertirme con auténticos machos Alfa. Pensé qué si le sucedía algo malo, él se lo habría buscado y nunca jamás debería sentirme culpable de nada en ese sentido, porque el que realmente tenía la culpa de mis disipadas aventuras viciosas, no era otro que el imbécil subnormal, o mejor todavía, la puta de su madre, por haber parido a un ser tan poco hombre y tan "mini pene". El inútil desgraciado agachó las orejas y nos siguió portando las copas, mientras que aquel joven macho y yo abrazados de la cintura como dos novios, nos dirigimos a una de las habitaciones. Nos encontramos casi todas ocupadas por diferentes personas follando o lamiendo como perros, hasta que al final y cuando parecía que no íbamos a encontrar ninguna libre, dimos con una bastante reducida, pero lo suficientemente grande para que puliéramos joder como cerdos y calmar esa creciente calentura que ambos llevábamos en nuestros respectivos genitales, mientras que el bicéfalo baboso, de pie y pegado a la pared, tendría que soportar el estar mirando todo el encuentro de principio a fin. Sobre todo, para que yo pudiera comprobar al término de la follada, si el desgraciado cabestro, había pasado convenientemente para mis intereses, la prueba que debería marcar su existencia futura.


 

    Decidí que para que no hubiera dudas en el cerebro del manso, debería retomar cuanto antes mi tono autoritario con él, consideré que en su raciocinio sumiso no se debería implantar el mínimo resquicio de poder recuperar la forma de vida que tan merecidamente perdió, así que haciendo uso de mi dominio acostumbrado, le ordené que permaneciera vestido y sin apartar la vista ni un segundo de todos los juegos obscenos y viciosos que nosotros queríamos realizar y digo que se lo ordené, porque el muy subnormal hizo amago de querer marcharse fuera, tratando de no asistir visualmente a todas las cornadas que le queríamos regalar y de esa forma intentar no pasarlo tan mal (ya sabéis el dicho: ojos que no ven...).


 

    En cuanto entramos en el pequeño habitáculo, ignorando la presencia del abatido ciervo, mi macho y yo nos lanzamos a comernos la boca con ansia desmedida y casi inmediatamente estábamos ambos revolcándonos como puercos cachondos, adoptando infinidad de posturas propias del Kamasutra. Entre preliminares, juegos, calentamientos morbos, etc., etc. estaríamos como unas dos horas, durante las cuales el manso tuvo que permanecer aguantando de pie, sin poder sentarse y sosteniéndonos las bebidas o recogiendo mi ropa mientras el macho Alfa me iba desnudando recreándose prenda tras prenda. Cuando acabamos el ardiente y extenuante encuentro, el olor a sexo en tan reducido espacio resultaba embriagador e invitaba a continuar, pero el chico no daba más de sí y me lo hizo saber, así que sintiéndome bastante satisfecha, me despedí de mi fogoso amante con un buen y húmedo morreo en el que nuestras lenguas se enredaron casi salvajemente, en un caliente intercambio de salivas. Nos dimos las gracias mutuamente por todo el placer recibido, para después y mientras le chico se marchaba, ordenarle al cornudo que limpiara mi cuerpo con una de las toallas y luego bajara conmigo a la barra, para tranquilizare un poco más y terminar de beberme la copa dando por finalizada así, la excitante velada. Salimos del pub con ánimos muy diferentes y retornamos de nuevo al apartamento, con una perspectiva de vida muy diferente a la que teníamos cuando habíamos salido unas tres ó cuatro horas antes.

 


     Lamentablemente, en esta ocasión no hay fotos que os pueda mostrar de todo lo que allí ocurrió, porque como ya os he contado, mi primera intención al ir al club, era la de no hacer nada y por lo tanto no llevé la cámara fotográfica. De hecho, os tengo que decir que estoy arrepentida de no haberla cogido porque me hubiera gustado volver a recrearme con todo el vicio que allí experimenté, ya que aquel joven semental resultó ser muy buen corneador y además portaba una larga y gruesa polla.

 


      Lo más importante de todo lo vivido y disfrutado por mí en aquella maravillosa noche, era el poder comprobar la consecuencia psicológica en el limitado intelecto de Porky, al haber tenido que soportar las duras y libidinosas escenas de ver como su amada esposa era penetrada vaginal y bucalmente de manera desenfrenada, por la gorda y dura tranca de un macho joven, y que él obligatoriamente tuvo que contemplar, oler y soportar, totalmente humillado durante todo el tiempo que duró aquel ardiente encuentro sexual, en el que los gemidos de placer superaban a la música de fondo y también y por último, constatar si el cerdo tenía la capacidad mental de asumir que en todos los años que le puedan quedar de su puta y arrastrada vida, no tendrá la más mínima oportunidad de otra salida, que no sea la de plegarse a mis deseos de vicio y dominación, eso claro está, siempre que de verdad quiera seguir permaneciendo a mi lado.

 


    De cualquier forma, yo también contaba con que la reacción del imbécil no fuera la que a mí me convenía y que de forma sorpresiva pudiera surgir la remota posibilidad de que en su escaso raciocinio tuviera algún inesperado ramalazo de dignidad y decidiera optar por revelarse ante lo inevitable, cosa que tristemente para él, vendría aparejado con el pequeño inconveniente de quedarse tirado en la puta calle con lo puesto y nada más. El desgraciado caracol sabe perfectamente, que lo tengo bien agarrado por las pelotas desde hace mucho tiempo y que tengo argumentos suficientes para quedarme con todo lo que posee o más bien ha poseído y lo más importante, sé que puedo contar con el total apoyo de Yolandita y su aprobación, ella sabe perfectamente la basura acojonada que tiene por padre, y el desprecio que va experimentando hacia él cada día resulta más patente. Por otra parte, ya me encargo yo de fomentar esa actitud de menosprecio contra su estúpido progenitor manteniendo de vez en cuando interesantes conversaciones de chicas en las que paulatinamente le voy descubriendo muchas de esas "cualidades" ocultas del esclavo sumiso, al mismo tiempo que trato de potenciar en ella un cierto sentimiento altivo y dominante, poniéndole como ejemplo lo poco que vale su papá como hombre. No os podéis ni imaginar cuanto le gusta hablar conmigo de ese tema y lo que nos divertimos riéndonos a costa de su padre, cuando le cuento algunas de las cosas que le hago al inútil, por supuesto muchas de esas cosas que vosotros sabéis, todavía considero que no está preparada para escucharlas, aunque ya me van surgiendo dudas. Todo se andará, ojalá que algún día mi niña quiera participar en el sometimiento del cerdo y entre las dos hagamos que su vida sea más insoportable todavía.

 


    Como muestra de lo que se va cociendo en nuestro "dulce hogar" os puedo contar esta pequeña anécdota: hace muy pocos días, Yoli llegó bastante enfadada con una de sus amigas y nada más entrar por la puerta y con muy malos modos increpó a su padre diciéndole.

   - Tráeme las zapatillas y prepárame un batido de frutas que vengo acalorada y de muy mala leche,

Porky se encontraba haciendo algunas labores de la casa que yo le había ordenado realizar y tan apenas levantó la vista, mientras le decía,

   - Ahora te lo haré cariño, cálmate un poco que en cuanto termine de doblar estas ropitas de mamá te lo preparo.

Yolanda lo miró con cara de asco y le gritó,

   - No me cabrees más ¡HIJO DE PUTA!, deja lo que estás haciendo y haz lo que te he dicho inmediatamente que cada día eres más tonto ¿O prefieres que se lo diga a mamá?

A Porky se le mudó la cara y quedó con el semblante descompuesto, al escuchar la contundencia con que le habló la nena. El mierda perro no dijo nada, bajó la vista compungido y obedeció la orden de la niña. Yo escuché todo desde el salón y me quedé agradablemente asombrada, ya que nunca antes, la había visto tratar de una manera tan desconsiderada o dictatorial a su papi querido. Hice como que no me había enterado de lo ocurrido, pero me encantó observar su actitud dominante y sobre todo comprobé que la semilla que intento implantar en su preciosa cabecita, va germinando de manera altamente satisfactoria para mí.


 

    Volviendo a los acontecimientos principales de esta historia, os puedo contar, que después de aquellos frustrantes días que me hizo pasar el desconsiderado perro, necesitaba urgentemente reconducir mi vida por el camino que tanto placer me había proporcionado en los últimos años y al mismo tiempo consideraba muy necesario darle una buena y dura lección al puto carnero, para meterlo de nuevo en vereda y hacerle asumir la cruda y para él dolorosa realidad.


 

     Desgraciadamente, la dura prueba para Porky que tuvo que soportar en la pasada noche de marras, no salió como yo quería y el resultado obtenido resultó bastante descorazonador para mis perversos intereses, de hecho, en aquel momento lo único que conseguí fue un empeoramiento y una recaída en el estado anímico del cabestro, aunque bien es cierto, que no fue tan fuerte como la vez anterior. Me planteé lo que debía hacer y consideré que no debía desistir en el empeño y obligarme a tratar de jugar mis últimas cartas, dándonos como plazo, el periodo de vacaciones que todavía nos quedaba por disfrutar, tenía clarísimo qué si aquella última partida no funcionaba y no se doblegaba totalmente a mis deseos, fueran los que fuesen, en cuanto volviéramos a Zaragoza le presentaría el divorcio de manera irrevocable y le haría saber el triste panorama de vida que le iba a quedar por delante.

 


    Fruto de todas aquellas dudas que tenía por delante, comprendí que no podía perder demasiado tiempo y que debería forzar la máquina, para tratar de arrancar una respuesta concluyente por parte del borrego, con el fin de empezar a preparar cuanto antes lo que sería mi futuro, sobre todo y más importante, saber si debería comenzar a planificar como llevar al cabrón animalizado hasta casi la indigencia, haciendo uso de todos los ases que tengo guardados bajo llave en el caso de necesitarlos, como parecía pudiera suceder. Con esas malévolas intenciones, al día siguiente que me pareció encontrarlo más sereno y algo menos angustiado, me senté a hablar con él y haciendo gala de una extrema falsedad, le dije que estaba de acuerdo en lo que habíamos pactado, me comprometía a dejar mis diversiones morbosas, regalaría la totalidad de mi vestuario sexy, además de todos los juguetes eróticos que poseo y me volvería a tener como la esposa recatada que era antes. Pero le advertí que en lo sucesivo no esperara verme alegre ni con ningún tipo de motivación personal. El muy cabrón, levantó un poco la mirada y asintió con la cabeza. Sin más palabras me levanté y no dije nada más.

 


     A partir de aquel mismo momento empecé la batalla psicológica contra mi desgraciado esposo. Para eso, lo primero que hice fue comenzar a mostrarme muy seria y tremendamente monótona en todos mis comportamientos hacia él, dejé de maquillarme y arreglarme, me mostré reacia a bajar a la playa, comencé a mal comer y a fingir un estado depresivo serio. El atocinado subnormal totalmente desorientado, no sabía que hacer para contentarme, por el contrario yo, dentro de mi actuación, pasaba por alto cualquier actitud suya que no fuera la que yo quería lograr.

 


    Afortunadamente para él, pero muchísimo más para mí, cuando ya quedaban muy pocos días para volver a Zaragoza, en una de aquellas calurosas mañanas en que me encontraba tumbada en el sofá con la mirada perdida, haciéndome la mártir y tratando en todo momento de que mi actuación depresiva fuera lo más convincente posible, (siempre que el cabrón se encontrara cercano a mí), se me acercó el idiota con semblante triste y vacilante, se arrodilló frente a mi cara y comenzó a balbucear débilmente, mientras me decía suplicante, que sentía mucho todo lo que había hecho, se le enrojecieron los ojos pidiéndome perdón y rogándome casi con desesperación que volviera a estar alegre y que hiciera cualquier cosa que me apeteciera, porque me juró por su madre, que él aceptaría todos mis caprichos sin rechistar por mucho que le dolieran. Al puto idiota mientras me suplicaba con desesperación, le caían lagrimones a raudales. Verlo de esa forma tan denigrante, baboso y arrastrado me provocaban las ganas de vomitar y me recordaba más que nunca la similitud con un asqueroso caracol.

 



    Contuve mi repugnancia mientras disimulaba lo mejor que podía y al mismo tiempo sentí una enorme satisfacción al comprobar, que por fin había vencido en la dura batalla cerebral contra mi estúpido marido y por supuesto que también quedé altamente satisfecha por no tener que tomar las drásticas medidas que pensaba emplear en su contra, si el resultado hubiese sido distinto. Me resultaba casi imposible ocultar la risa y la alegría que sentía en mi interior. Tan apenas podía disimularlo, no obstante y para terminar mi jugada maestra, seguí mostrándole toda la tristeza que pude, haciéndome de rogar a lo largo de todo el día.


 

    Para completar mi manipuladora actuación le iba diciendo lo mucho que lo amaba y que lo último que yo quería era verlo sufrir, pero que inevitablemente, si queríamos salvar nuestro matrimonio, tenía que darse cuenta de que yo no podía remediar el necesitar "ciertas cosas" que él nunca podría darme. Con esa maquiavélica intención, fui manipulando y barrenando su corto cerebro, inculcando en su estúpida mollera, conceptos muy precisos y directos que el mongolo, debería asimilar urgentemente, tales como la obediencia o el sometimiento y sobre todo el aceptar que debido a su inutilidad como hombre, tengo todo el derecho de acostarme con cualquier macho que me apetezca. Lo machaqué duramente a lo largo de todo el día, hasta que después del intenso trabajo de "acoso y derribo mental" realizado contra él, terminé haciéndole repetir una y otra vez, toda aquella retahíla de concesiones por su parte. Mientras escuchaba repetidamente aquel monólogo aprendido por el idiota, lo miraba despectivamente entre divertida y satisfecha. En aquel instante, no pude evitar el recordar aquellos tiempos de escuela cuando delante de la maestra, teníamos que recitar la tabla de multiplicar, sin equivocarnos, salvo riesgo de recibir un buen reglazo en la mano o en el culo, no os podéis ni imaginar las ganas que tuve de administrarle ese tipo de castigo, pero me contuve pensando que para mis intereses, aquel no era el momento para ello y pensé: ¡Todo a su debido tiempo!.

 


    Al final de aquella "dramática jornada" llegó la noche y con ella el momento de coronar mi obra manipuladora. Para tal fin, decidí que resultaría altamente positivo el seguir creándole confusión en ese deteriorado cerebrito que tiene el muy estúpido. Con esa perversa intención me puse sobre mi desnudo cuerpo, un saltito de cama de color negro y transparente que dejaba entrever toda mi anatomía de forma velada, salvo la parte de mi coñito que quedaba semioculta por un pequeñísimo tanga del mismo color, haciéndolo mucho más sugerente. Me acosté junto a mi maridín que se encontraba medio desesperado y sin saber que decir ni que hacer para que yo aceptara todo lo que me había estado repitiendo constantemente.

 


    Antes de tumbarme a su lado y sin que el cerdo se diera cuenta, tuve la idea de ponerme un poco de Vicks vaporub, cerca de los ojos tratando de provocar lagrimeo y hacer más efectivo mi nuevo intento de manipulación. En el momento que mis lágrimas brotaron, lo miré fijamente a los ojos, adoptando la expresión más tristona que pude expresar y comencé a tocarle la miserable pollita hasta lograr que se le enderezara. Le estuve meneando el ínfimo palito, mientras fingía llorar apoyada sobre su hombro. El muy hijo de puta, resoplaba como un gorrino y movía su gorda barriga, tratando de acelerar con ridículos movimientos de pelvis la controlada pajilla que le estaba haciendo, hasta el momento en que detecté jadeos y gruñidos más intensos, apercibiéndome de que el puerco subnormal estaba cercano a eyacular. Paré en seco cortando la inminente corrida y le dije que me dolía mucho acceder a sus súplicas, pero que todo lo hacía por él y lo mucho que lo amaba, ja,ja.ja, jurándole que cuando me viera follar con otros tíos y diera la impresión de que estaba gozando, no sería así, ya que en mi pensamiento siempre estaría él (Sé que pensáis que soy perversa, pues bien si eso es lo que creéis, solo tengo que aclararos al respecto, que tenéis toda la razón).

 


     El puerco jadeaba desencajado y buscaba mi contacto con su sebosa barriga mientras me daba las gracias medio llorando, al mismo tiempo que me suplicaba babosamente que le permitiera correrse, en aquel instante me recordó a esos perros salidos a los que se les escapa la perra que están montando y se quedan culeando al aire de forma frustrada y ridícula. Lo miré con cara de niña traviesa y le dije que le permitía que se la meneara delante de mí, porque yo ya estaba cansada, pero que en premio a su acertada decisión le dejaba que me mirara las tetas mientras lo hacía. Incorporó su seboso cuerpo rápidamente y poniéndose de rodillas en la cama, comenzó a cascarse el ridículo mini pene con un par de dedos mientras yo me tocaba los senos y estiraba de mis pezones estimulando su atribulada mirada para que no tardara demasiado en descargar la escasa lechecita, me causaba risa y mucho desprecio, no exento de asco, el verlo en tan denigrante situación, parecía uno de esos monos pajeros que a veces te encuentras por los zoos. No tardó casi nada en expulsar las pequeñas gotitas de semen que producían sus gordos cojonazos, (Actualmente está completamente seco, estéril e impotente) Siempre me he preguntado el porqué de ese tamaño de testículos en un tío tan poco viril. Parece una burla de la naturaleza, muchas veces se me ocurre pensar, que hasta el Creador, quiso reírse de él.


 

     No satisfecha del todo y queriendo eliminar cualquier duda en el futuro, a la mañana siguiente decidí volver sobre el tema, pero en esa ocasión de una manera mucho más contundente, quería asegurarme de qué estando más serenos, todo quedara perfectamente aclarado y esencialmente asimilado. Cuando comprobé que todo rodaba según mi gusto, cambié mi expresión radicalmente y de niña buena pasé en segundos a la de Ama dominante. Le ordené desnudarse y ponerse delante de mí con las manos detrás de la nuca, me miró sorprendido y desconcertado, pero ante la dureza de mi semblante, obedeció de inmediato. Mis ojos se clavaron en los suyos obligándole a bajar la mirada, sin darle tiempo a reaccionar, me puse tan cerca de él que comenzó a temblar e incluso se le escaparon unas gotas de orina, en aquel instante en que lo vi tan acojonado, comencé a inspeccionarlo como si fuera ganado, me reí de él y lo humillé lo más cruelmente que en ese momento se me ocurrió, cogí con unas pinzas su minúscula pollita, mientras le decía que ese penecito era una mierda inservible para poder complacer a cualquier mujer, le dije un montón de barbaridades hasta que conseguí hacerlo llorar, cuando lo tuve hundido psicológicamente comencé a reprocharle su conducta,

   - Me has hecho pasar unos días malísimos y me has jodido las vacaciones de este año, pero esto no va a quedar así, sabes que el jueves volvemos a casa y allí me va a ser más complicado aplicarte el correctivo que te mereces para hacerte acreedor a mi perdón, así que desde este momento y hasta que nos vayamos no vas a poder decir ni una sola palabra, solo tendrás derecho a ladrar como un buen perro, con un ladrido dirás SI y con dos dirás NO ¿Has entendido?

   - Si Ama

   - Ya lo veo imbécil - le solté un bofetón a mano abierta que lo dejó atontado y a mis delicados dedos bastante doloridos -

   - ¡GUAU! - ladró el chucho de inmediato, con el miedo en los ojos

   - Eso es otra cosa perro bobo, ven aquí que te pongo el collar, para que todo el que te vea sepa de tu condición canina. Ahora saldremos a comprar algunas cosas que necesito para comenzar con tu correctivo y que casi con toda seguridad, podremos encontrar en el comercio chino de la carretera.

 


    Sería ya media mañana cuando llegamos al almacén de los chinos. Allí compré unos calcetines de lana gruesa, unas bridas y una cadena de gruesos eslabones. Mientras efectuaba la compra y con el fin de comprobar la obediencia del perro, en determinados momentos en que algún cliente estaba cercano a nosotros, le hacía algunas preguntas, que el animal todo avergonzado, contestaba con un ladridito, cosa que al principio me disgustaba y le hacía repetirlo más fuerte, diciéndole que no lo había escuchado, el perro estaba rojo de vergüenza y la mayoría de los clientes que se dieron cuenta de lo que pasaba, lo miraban confundidos y algunos de ellos bastante divertidos, seguramente pensando que quizás se trataba una broma.

 


     Pasé el día disfrutando de mis perversas ideas, mientras tramaba la clase de correctivo más apropiado para el intelecto de un perro de la calaña de Porky. Serían sobre las ocho de la tarde cuando decidí comenzar el castigo con el que debería darle una lección lo más ejemplarizante posible. Le ordené primero, que me preparara algo ligero para cenar, cuando me puso las viandas sobre la mesa, las comí de forma apresurada, porque deseaba comenzar cuanto antes con lo que le tenía preparado. Me volví hacia él y le mandé desnudarse de nuevo, incluido el calzado y seguidamente ponerse a cuatro patas, en esa posición le enclaustré la pollita en un pene de goma hueco que se enganchaba con un aro a los cojones, luego metí sus manos en los calcetines de lana y los sujeté fuertemente con las bridas a las muñecas, dejando los dedos inservibles para poder coger cualquier cosa, por último le enfundé la cabeza en una máscara negra, con mordaza incluida y le sujeté la cadena al collar, cuando lo tuve así dispuesto le dije,

   - A partir de este momento, para mí no eres más que un puto perro y si de verdad quieres demostrarme tu arrepentimiento, para conseguir que yo te crea, quiero que te comportes como tal y me convenzas con tus gestos caninos, de que eres ese tipo de animal obediente y sumiso que yo deseo tener a mi lado como mascota de compañía. Te advierto que no voy a aguantar la mínima queja, para ti, las vacaciones que nos quedan por disfrutar se han terminado, hasta que nos vayamos a Zaragoza, vas a pasarlas exclusivamente en este rincón de la terraza, cuando quieras hacer tus necesidades me avisas con tres ladridos, eso podrá ser, cuando me olfatees y percibas que puedo oírte. Si cuando te escuche ladrar, me viene bien, te sacaré una caja con arena que mañana recogeré de la playa, si no me viene bien deberás aguantarte hasta que yo lo decida y hay de tí si ensucias el suelo con tus inmundicias. ¡Venga... perro de mierda..., sigue mis pasos! que por hoy ya no comes nada, estás demasiado gordo y seboso, así que la dieta de estos días te vendrá muy bien - le dije dando un fuerte tirón a la correa y arrastrándolo a la terraza, en donde procedí inmediatamente a sujetarlo firmemente de un gancho que había en la columna y que me vino de perlas para comenzar con el duro correctivo. En esa primera noche, observé que el cielo presagiaba tormenta y supe de antemano que le iba a resultar especialmente dura, como podréis imaginar, no me importó en absoluto lo mal que lo pudiera pasar, incluso deseé que dicha tormenta se desatará con la máxima intensidad y que los rayos o truenos lo acojonaran de miedo.

 


    Esa noche no salí de marcha, mi cuerpo necesitaba descanso después de tan duros días, así que bajé la persiana de la terraza totalmente con la intención de que el perro no tuviera la mínima pista de lo que yo pudiera estar haciendo, quería conseguir con ello, el que su diminuto cerebro permaneciera ocupado y sufriendo, imaginando lo que yo me podría estar divirtiendo en alguno de los pubs de la Zona Roja. Me acosté pronto para poder estar revitalizada al día siguiente, no tardé mucho en dormirme, hasta que algún que otro trueno me hizo despertar. Saqué de la mesilla unos tapones para los oídos y casi enseguida volví a dormirme sin pensar en ningún momento la suerte que podría estar corriendo el puto perro.

 


    A la mañana siguiente, después de desayunar salí a la terraza para comprobar el estado del animal. Vi que la tormenta había sido más de aparato eléctrico que de agua, aun así, todavía quedaban bastantes restos de humedad sobre el embaldosado. Me encontré al perro acurrucado y tiritando de frío, la capucha al ser de cuero no estaba demasiado mojada, todo lo contrario que las improvisadas manoplas de lana que chorreaban agua. Los temblores del animal y el castañeteo de dientes estaban bastante justificados, porque aunque en Vera hace un clima buenísimo, las madrugadas con la brisa de la playa suelen ser fresquitas y mucho más al estar tirado en el suelo, inmovilizado, mojado y sin nada para cubrirse. Como veis en el vídeo, no fui demasiado mala y a media mañana le puse unos tostones de pan seco en el comedero, para que pudiera aguantar el resto del día, ya que hasta la noche no le iba a permitir probar bocado.


 

    En el pequeño vídeo que os envío, también podéis contemplar la lencería con la que salía a la terraza para comprobar el estado del animal. Al ponerme ese body mi intención no era otra, que la de provocar en el esclavo canino el máximo desconcierto y humillación, ya qué, aunque se trata de un puto imbécil de baba, todavía es capaz de relacionar ese tipo de vestimenta con mis ganas de follar y sabe perfectamente, que cuando me pongo ese tipo de prendas provocativas, es muy difícil que no termine disfrutando con uno o más sementales. Ese era el motivo y no otro de que cada una de las pocas veces que salía a burlarme de él o a mortificarlo psicológicamente, me mostrara ante sus estúpidos ojos de esa manera. Al quedar tan poco tiempo para emprender el viaje de vuelta, tenía la necesidad perversa, de que las horas que permaneciera encadenado fueran lo más duras posibles y la mejor forma para ello, era tener su cerebro ocupado pensando en lo degradante de su situación, mientras que su mujercita querida, estaría follando con cuanto semental se le pusiera por delante.

 


    Como podéis ver en la grabación, el animal permaneció encadenado durante dos noches seguidas y tuvo la inmensa suerte de librarse de alguna más, porque desafortunadamente para mis deseos de revancha, las vacaciones concluyeron y tuvimos que marchar para casita, pero aunque el enclaustramiento no fue todo lo largo que yo hubiera deseado, os puedo asegurar que para el chucho fue muy degradante y duro, teniendo que alimentarse y beber, exclusivamente todo tipo de inmundicias que fui depositando en su sucio comedero. En la segunda noche y mientras me estaba maquillando, para irme a conocer a un chico con el que me había citado previamente, escuché tres ladridos del perro, unas cuantas veces seguidas, iba a salir llevándole la caja de arena, pero cuando estaba a punto de ponérsela, cambié de opinión y decidí marcharme del apartamento sin hacerle ni puto caso y dejándolo con más que posibles retorcijones de tripa, me pareció oportuno y torturador, obligarle a contenerse y apretar el culo durante toda la noche si no quería recibir una fuerte paliza.

 


    Regresé al apartamento con las primeras luces del día, volví desmadejada, con todo el maquillaje corrido y llena de semen y arena, clara evidencia de haber pasado una noche tremendamente viciosa, en la que terminé follando en la playa con dos tíos y varios mirones pajeándose, (Lo que disfruté y zorreé en esa ocasión, lo contaré en otro momento) terminé destrozada, pero muy satisfecha por tanta polla como me dieron entre los dos. Al llegar, lo primero que hice, fue abrir con mucho cuidado una rendija de la persiana de la terraza, intentando que el animal no me olfateara, quería ver su conducta animalizada cuando yo no estaba presente, lo ví encogido y sujetando su barriga con las pezuñas de lana, terminé entonces de levantar la persiana y en cuanto el chucho detectó mi presencia comenzó a ladrar y a gemir reclamando la caja con arena. Con mucha calma preparé la cámara y me dispuse a grabarlo mientras vaciaba el contenido de sus asquerosos intestinos en la misma posición fecal que toman los perros. Debido al largo tiempo en que tuvo que estar aguantándose, le costó muy poco expulsar el contenido de sus tripas, a pesar de la vergüenza humillante que le daba el que yo lo estuviera viendo y grabando, mientras le lanzaba todo tipo de improperios denigrantes. He estado por colgar también esa repulsiva escena, pero al final he decidido no hacerlo, por lo escatológica y repugnante que podría resultar para algunos de vosotros.

 


     Cuando el perro terminó de cagar, me metí al interior de la vivienda y volví a bajar la persiana, mientras veía como el animal suplicaba gimiendo y levantando su patita, trataba de conmoverme para que su encadenamiento terminase. Lo ignoré y me dispuse a darme una buena ducha caliente que me permitiera quitar todos los restos de fluidos corporales que llevaba sobre mi epidermis. Al terminar el baño y mucho más relajada, me tumbé en la cama y me costaron minutos el dormirme profundamente hasta más de las cuatro de la tarde, cuando me desperté medio tontada, me di cuenta de que debíamos emprender el regreso rápidamente o se nos haría demasiado de noche por el camino. Salí a la terraza y vi que el chucho no tenía muy buen aspecto, no me había dado cuenta y debía llevar mucho tiempo sin agua y por supuesto sin comida. Cogí la manguera, le metí presión y dirigí un fuerte chorro hacia el hocico del animal que desesperado buscaba calmar su sed, luego lo hice sobre su cuerpo y ante todo apunté hacia el interior del ojete que todavía lo llevaba sucio, el muy guarro. Cuando estimé que la limpieza del perro era suficiente, lo liberé de todos los aparejos y le hice ponerse en pie. Se tuvo que sujetar porque las piernas no le respondían, al final y a duras penas, consiguió caminar algunos pasos y en cuanto pudo hacerlo, le ordené cargar el equipaje en el coche para sin más demora emprender el viaje de regreso. Con el paso de los días posteriores, pude comprobar que aunque el castigo no fue demasiado largo, el resultado del mismo había resultado lo suficiente educativo y eficaz, para conseguir recuperar en el esclavo animalizado su auténtica condición y hacer que en el futuro se le quitaran las ganas de cualquier atisbo de rebelión.

 


     No quiero finalizar este reportaje, sin hacer una puntualización sobre algunas de las actitudes mías que describo en este relato o en algunos anteriores y que quizás os resulten extrañas o incompresibles, debido a mi comportamiento permisivo ante algunos hombres, que con su actitud lujuriosa saben calentarme y llevarme a esos extremos tan opuestos a mis gustos dominantes. Siendo como soy un Ama dura y estricta, estoy convencida de que a más de uno de vosotros, os puede sorprender la manera en que recibo y acepto gustosamente el lenguaje libertino y obsceno, que algunos de los machos emplean hacia mi persona, en determinadas situaciones de alto contenido sexual. Los que habéis leído las condiciones que pongo para conocer corneadores, ya os habréis fijado en que ese tipo de adjetivos en boca del hombre vicioso que esté conmigo, son uno de mis morbos fuertes. Me pone tremendamente cachonda, cuando escucho de sus labios toda esa serie de calificativos inmorales y procaces, tanto vayan dirigidos hacia mi persona, como si lo son para el puto y baboso cornudo. Cuando me encuentro con algún semental que sabe emplear ese descapullar perverso e incluso degradante, me resulta inevitable el humedecerme y ponerme cachonda perdida. A consecuencia de ello, resulta inevitable que mis defensas sexuales como hot wife, se vean tremendamente mermadas y me resulte casi imposible resistir los ataques impúdicos del susodicho macho, entregándome sin reserva a los placeres carnales. Como también podréis imaginar, cuando el ser que tengo en frente de mí, es un puto sumiso, todo cambia y no le permito la mínima familiaridad, exigiéndole en todo momento el máximo respeto y obediencia.


 

    Como última cuestión y volviendo al presente, voy a despedirme haciendo referencia al tema VACACIONAL. Es por ese motivo, el deseo de comentaros que aprovechando mi inminente vacunación, voy a tomarme un buen puñado de días de asueto en los que quiero emprender una larga ruta por varias ciudades de la península, tratando de recuperar una parte de todo aquello que me he perdido sexualmente, durante esta larga temporada de restricciones que nos ha tocado vivir, debido a la jodida pandemia. Tratando de conservar la máxima prudencia y anonimato, no voy a nombrar los lugares que pienso visitar. Por ese motivo lo comento aquí y ahora, para que si alguno de vosotros está interesado en conocerme y quiere saber adonde voy a viajar y en que fechas, deberá escribirme a mi correo consultándome y yo le contestaré de forma privada, contándole los sitios que llevo idea de visitar y que posibilidad real puede existir para poder citarse conmigo.

 

    Buen y morboso verano para todos, comenzando por mí.