domingo, 4 de junio de 2023

JUGANDO A SER PUTA - 1

 


     Saludos morbosos amigos, de nuevo por aquí una vez superado este periodo de parón forzoso. Por no demorarme más en el tiempo… voy a relataros el encuentro que mantuve hace muy pocos días con uno de mis amantes favoritos, un auténtico macho Alfa, al que llamaré “Míster L”. Él sabe maravillosamente bien como hacerme sentir una mujer, tanto en la cama como fuera de ella, cosa que nunca ha sabido hacer el inútil maridín que por desgracia tengo a mi lado.

 

 CONJUNTO de LENCERÍA REGALO de "MÍSTER L"





 

     Dos años atrás, y como buen caballero, “L” tuvo la generosidad de regalarme un juego de lencería precioso con el que me siento toda una hembra viciosa, ese conjunto de lencería es el que podéis ver en algunas de las fotos que ilustran este reportaje y que también llevo puesto en los post que colgué en el mes de abril del 2021, en los cuales relataba lo acontecido el día en que me lo regaló y como se metió conmigo en el probador mientras el cornudo esperaba en la puerta. Aquel día solamente me pudo ver con el sujetador ya que la braguita estaba prohíbido ponérsela y por lo tanto nos quedó pendiente el que lo pudiera disfrutar completito como así sucedió en esta ocasión. 

VESTIDA COMO UNA AUNTÉNTICA PUTA





 

     No contento con aquel bonito detalle, meses después también quiso regalarme un vestido precioso y muy sexy, me dijo por watssap que eligiera uno entre varios modelos que me gustaban, acordamos entre los dos, que yo lo pagaría al recibirlo y que él me lo abonaría en cuanto nos viésemos. 





 

      Por diferentes circunstancias ese encuentro se fue demorando hasta el momento actual y aquí fue donde se me se me ocurrió una morbosa, caliente y al mismo tiempo perversa idea que Míster L estuvo encantado de secundar: Le dije que me debería entregar el dinero del vestido delante del cornudo, simulando que me lo daba en pago a mis servicios como puta profesional.



 

     ¡Qué humillante tendría que ser para mi cornudín el que su querida esposa, la mamá de su hijita, se convirtiera de repente en una vulgar ramera, acostándose con otro hombre por dinero!. Y no sólo lo consideré una buena idea para humillar al cerdo, sino que descubrí que a mí me ponía cachondísima el pensamiento de vivir ese rol como algo real y poder sentirme como una zorra auténtica.



 

     Una vez pensado el morboso plan solo quedaba llevarlo a la práctica. Cuando llegó el día acordado, me cité con mi amante en un centro comercial cercano a mi casa, donde le concreté bastante más minuciosamente mi idea para que todo resultara lo más sorpresivo y degradante para el manso.

 

VESTIDA PARA LA CITA CON MI AMANTE



 

       Cómo ya he dicho, quedé con L en ir a recogerlo, para comentarle primero algunas de las humillaciones que quería ejercer sobre el idiota de mi marido y seguidamente marchar los dos a mi casa, pero antes de ponernos en camino le hice una llamada al ciervo, para ordenarle que preparara el escenario adecuado con el fin de grabar una de las sesiones de sometimiento que de vez en cuando le doy a él como perro sumiso. Al soler hacerlo de vez en cuando, el manso ya sabe toda la parafernalia que debe preparar, incluidas las cámaras conectadas grabando y él esperando mansamente, en el cuarto de invitados, vestido con la ropita de maricona que con anterioridad le había dejado preparada encima de la cama, hasta el momento en que yo requiriese su presencia.




 

    La idea perversa era, que delante de mi estúpido maridín, fingiera Míster L que iba a contratar mis servicios como lo haría con una vulgar puta, y que incluso si lo dejaba bien satisfecho con mi trabajo puteril, en lo sucesivo, él mismo se encargaría de buscarme clientes entre sus conocidos para que vinieran de forma habitual a comprar mis servicios de prostituta haciendo uso del dormitorio conyugal y de mi casa como burdel y por consiguiente expulsando al cornudo de su cama.



 

    Creo que es una tontería comentar que mi perverso juego no era otro que hacer que el cornudo se sintiera un puto desgraciado pensando que su querida esposa y madre de su hijita, se iba convertir en el futuro en toda una ramera a tiempo completo.


 

     Como resulta obvio, todo mi maquiavélico plan estaba destinado a que el enano amariconado que tengo por marido, sufriera al máximo pensando en que yo había renunciado a mis principios y había decidido convertirme en una auténtica meretriz, y lo que todavía podría ser más grave, usando nuestro hogar para ejercer la profesión más vieja del mundo. Como han pasado pocos días y todavía no le he sacado del engaño, el muy idiota sigue triste y decaído pensando que ese teatro es una realidad y además como soy una cabrona y me lo paso de muerte causándole dolor psicológico, de vez en cuando le digo que ya me han llamado clientes y que me ofrecen una buena paga extra, siempre que el cornudo esté presente y pueda ser usado. Se me moja el coño cuando lo veo suplicarme y llorar a mis pies. No sé cuanto tiempo podré alargar el engaño, pero intentaré que sea el máximo posible. El sufrimiento y decaimiento del puerco es placer extremo para mí.

 


      Siendo muy sincera, casi sin darme cuenta, no pude evitar meterme en el papel de puta callejera, un papel con el que en más de una ocasión he fantaseado pensando que estoy en un polígono exhibiéndome y que varios tíos se me acercan hablándome como mercancía e incluso sobándome para comprobar el material hasta ofrecerme lo que ellos piensan que valgo. Dicho esto, admito que me causó muchísimo morbo el sentirme como una puta. Míster L, no lo sabe, pero cuando le estaba mamando la polla o me estaba follando, yo cerré mis ojos imaginándome que era la verdadera ramera del engaño y lo más curioso es que lo disfruté doblemente.


 

     Volviendo de nuevo al principio, esto es lo que le indiqué a Míster L que aproximadamente debería hacer en cuanto el cabestro entrara en escena:

  - Al llegar a casa le vas a explicar al cornudo que estás allí para follarme y que lo vas a hacer por dinero, él gilipollas seguro que no se lo creerá, pero cuando me vea aparecer vestida de puta y llevando puesto el juego de lencería que me regalaste además de ver junto a su cara, como me das el dinero del vestido simulando el pago a una prostituta, se lo tragará y por supuesto lo sufrirá. Con anterioridad y mientras yo me cambio de ropa y me maquillo, quiero que aproveches para hablar con él y humillarlo diciéndole que es una mierda de hombrecillo, que no sirve para dar placer a una mujer, que lo que yo necesito es un buen macho y que por ese motivo vas a venir a casa con mucha frecuencia para follarme en la cama de matrimonio o en el sofá, delante de él o a sus espaldas. Quiero que sufra al máximo, así que dame el gusto de ser todo lo duro y degradante que puedas con él. Se lo merece, por ser tan mierda y poco hombre.

 





     Entramos en casa por el garaje y Míster L tal y como yo le había dicho esperó escondido detrás de la puerta del salón hasta que yo le hiciera una señal. Con la sesión en marcha di un silbido, que el perro conoce perfectamente y que lo pone en acción inmediata para acudir raudo a mi presencia. Se presentó ante mí vestido con las ropitas y calzado de mariquita tal y como le había ordenado. El cornudo estaba frente a mí mientras que a su espalda se encontraba Míster L. Con gesto burlesco le dije que le aguardaba una sorpresa que le había traído del centro comercial. La cara de Porky era de desconcierto total al no saber por dónde podría saltar la sorpresa, momento en el que le hice una señal a L para que se acercase. Cuando el cerdo lo vio, se asustó y no supo muy bien qué hacer. El muy estúpido iba de sobresalto en sobresalto y su atocinada y sonrojada cara reflejaba bien a las claras su enorme turbación. Yo le dije a mi macho que se quedara con el manso mientras yo subía a cambiarme de ropa, momento en que tal y como habíamos acordado se dedicó a explicarle a Porky, que había quedado conmigo en un centro comercial y que yo le había ofrecido mis servicios como puta de pago, acordando entre los dos un precio que incluía el uso de nuestra casa como burdel para poder echar un buen polvazo. Porky se negaba a creerlo moviendo la cabeza en señal de incredulidad, hasta que me vio aparecer por la puerta y su rostro se desdibujó en una mueca de sufrimiento. Bajé al salón con un mini vestido que no dejaba nada a la imaginación y llevando debajo el juego de lencería que Míster L, me había regalado y que desde luego me hacía parecer y sentirme como una verdadera puta. Debo decir, que a mi amante le encantó tanto aquella vestimenta como al cornudo lo humilló. Las primeras palabras de mi “cliente” fueron,

  - Bueno, pedazo de puta, ahora te voy a pagar lo que hemos acordado por tus servicios, espero que te lo sepas ganar.

Después se dirigió al idiota cornudo, diciéndole:

 - ¿Has visto como tu mujercita es una auténtica ramera? A saber, a cuantos les habrá cobrado por dejarse follar, la muy guarra-, y para terminar, dirigiéndose a mí de nuevo, mientras se sacaba la polla.

  - Venga, zorra mamona, empieza a trabajar que si lo haces bien me encargaré de mandarte tantos clientes que no va a dar a basto tu caliente coño con toda la lefa que te van a meter.

Me dio el dinero y a continuación con deseo extremo, cogí su polla con ambas manos, que ya estaba dura como un buen mástil, nos abrazamos con vicio y nos morreamos a base de bien delante del cornudo, entrelazando nuestras lenguas e intercambiando nuestras salivas. El esclavo asistía a la escena lloroso e impotente y cuando llevábamos un buen rato de morreo y caricias, dijimos de subir a follar al dormitorio, calientes como estábamos, profanando en ese instante el lecho matrimonial, para más desesperación del ciervo. Y con la perversa intención de que no acabara ahí la humillación, ni siquiera quité la foto de nuestra boda, para que la viese el cabestro y mi amante mientras su polla penetraba el coño de su querida esposa y tuviera que sufrir mucho más, contemplando la imagen de lo que fue y la inutilidad que ahora es. 

BIBERÓN PROTEÍNICO PARA POLLITA DE BEBÉ



 

      Antes de ponernos a follar, nos divertimos puteando al cornudo. Le tumbamos en la cama, le pusimos un babero y le dijimos “ya que tienes una polla de bebé, te tenemos que tratar como a un bebé”. Cogimos un biberón, lo medio llenamos de leche y después escupimos dentro, yo primero y a continuación mi macho que también escupió un buen salivazo. Lo agitamos y se lo pusimos en la boca. El cornudo protestó y se negaba a tomarlo, se moría del asco de tener que tragar los escupitajos de ambos amantes, pero como es normal lo forzamos, “L” se lo metió en la boca mientras que yo sujetaba con fuerza la cabeza del puerco y entre los dos le obligamos a tragar, como un becerro. Tanto Míster L como yo, en nuestro papel de Amos, consideramos que es muy importante que el puto esclavo se vaya acostumbrando a todos los sabores corporales que le vamos a ir regalando en los sucesivos encuentros sexuales que planeamos seguir teniendo. Como buen perro, a los míos ya está muy acostumbrado y no le cuesta trabajo aceptarlos, pero ahora es indiscutible que debe acostumbrarse al olor y sabor de su Amo, y la mejor manera para qué esa adaptación vaya sucediendo es obligatorio que el animal tenga que tragar u oler, la saliva de su Amo, su semen, sudor, pies, etc., etc.




 

         Una vez alimentado el cornudo con su proteínico biberón, le echamos fuera de la cama imponiéndole la obligación de grabar bien todo lo que sucediera en la habitación, para que viese con todo detalle como mi macho recorría mi cuerpo con sus manos, como sus dedos viciosos entraban en las partes más sagradas, a las que el cerdo no tiene acceso desde hace mucho tiempo. Como su lengua recorría mi piel, haciéndome estremecer en gemidos de placer. Como me comía las tetas y el coño a lametones, sacándome ya de toda cordura y rogándole por favor que me follase ya como a una perra. Me montó en diferentes posiciones y al final me puso a cuatro patas y me folló como un macho debe follar a su hembra, hasta que saliéndose sin que yo se lo pidiera, se corrió por detrás, soltando por mi culo toda su abundante lechada. Al cerdo, como buen cornudo, se le obligó a ejercer su labor de limpieza y tuvo que comérsela entera, a lametones, hasta que dejó mi culo como una patena.






 

       Pasado el momento álgido del clímax, nos estuvimos entregando a dulces y tiernos morreos interminables, mientras el cerdo terminaba de lamer y saborear el semen de su Amo con una cara de asco indescriptible, sufriendo al ver en primer plano cómo mi amante y yo nos regalábamos los besos más cariñosos y húmedos, ajenos completamente a su sufrimiento. Yo pretendía que me volviese a follar, que me regalara otra corrida como la que acababa de disfrutar, pero lógicamente le costaba más de la cuenta conseguir que su polla se pusiera en total rigidez para poder penetrarme, así que decidimos bajar de nuevo al salón, a tomar un tentempié y seguir bebiendo cava, mientras nos distraíamos puteando al esclavo. Yo me puse ese otro vestido plateado todo lleno de agujeritos por donde se colaban mis endurecidos pezones y que podéis ver en las fotos, mientras que al perro le pusimos manoplas para que no pudiese usar las manos, Le colocamos en el suelo un plato con leche, migas de pan y dos buenos escupitajos, uno de mi amante y otro mío, y al lado otro cuenco con agua en el que también escupimos los dos. Mientras que mi amante y yo comíamos en la mesa totalmente relajados, un apetitoso sandwich, Porky en el suelo, a cuatro patas, debía comer y dejar los dos platos bien limpios, tragándolo todo como el perro que es, sin poder usar las manos por el enclaustramiento de las mismas. 





 

      Como el perro se mostraba algo dubitativo a comerse aquel menú canino, decidí ayudarle a tragar, para lo cual cogí mi paleta de pinchos y lo fui incentivando a obedecer dándole en el culo con ganas, dejándoselo todo lleno de puntitos rojos de sangre que una semana después seguían muy visibles. A base de palos el cerdo tuvo que obedecer todo lo que quisimos hacer con él. Cuando terminamos, lo pusimos en pie y seguí dándole unos cuantos golpes más. Mi amante viéndome se animó y también cogió la palmeta de púas y le dio varios palmetazos más con muchas ganas, mientras le decía que se acostumbrara cuanto antes al trato que recibiría en el futuro, porque yo se lo había cedido y por consiguiente él se convertía también en su Amo, y que en el momento que él entrase por la puerta de casa yo pasaría a ser su mujer y él solamente sería su esclavo obediente. Que en todo momento debía tratarle de Amo cada vez que se dirigiera a él, que esperaba obediencia absoluta o de lo contrario iba a probar el látigo de forma dura y cruel hasta que aprendiera. El cerdo asentía a todo con su vocecita llorosa de maricona, recibiendo un fuerte palmetazo con cada advertencia.

 






       Después de disfrutar martirizando al cerdo cornudo volvimos arriba y de nuevo nos desnudamos y volvimos a jugar, con la intención de que su polla volviera a llenar mi caliente chocho. Pero, aunque estuvimos un buen rato sobándonos, se conoce que Míster L no estaba en su mejor día, y no encontraba la inspiración necesaria para darme otra buena follada, así que como ya había pasado mucho tiempo decidimos dejarlo. Después de todo, llevábamos más de tres horas juntos, follando, morreándonos y jugando con el perro.

 






      Mi macho le pidió al cornudo que le trajera una toalla y se metió en la ducha, mientras que yo me quedaba tumbada en la cama acariciándome un poquito aprovechando la suavidad que me proporcionaba las humedades que destilaba mi rajita, En ese momento me vino a la cabeza una cosa que quería hacer y  le ordené al cerdo que me grabase un pequeño vídeo con la intención de enviárselo a mi amigo Pierre, el cual había tenido el buen detalle de regalarme cinco juegos de lencería, cuando en un principio yo imaginé que debería elegir solamente uno de los que más le gustasen. Pero él, también otro perfecto caballero, me sorprendió muy agradablemente regalándome todos ellos. Me gustó muchísimo ese detalle, por lo que quise enviarle ese pequeño vídeo que podéis ver y que él recibió hace bastantes días.

 



 

      Tengo que deciros que quizás sea debido al parón que he tenido durante toda esta larga temporada pasada, al ponerme a escribir de nuevo me he encontrado bastante espesa, casi diría que con el síndrome de la página en blanco. No obstante, y afortunadamente, para llevarlo a cabo he contado con la ayuda de mi perro esclavo “Pug” al cual le mandé un audio contándole la experiencia y ordenándole me redactara el primer trabajo al respecto, dándome con ello muy buen pie para después apostillar y modificar algunos detalles que no correspondían totalmente a la realidad. Debido a esta doble descripción de la aventura, ha sido casi inevitable, el que se haya producido alguna media repetición de determinados hechos, pero como aquí no se trata de crear un best seller con tintes literarios, he decidido dejar el texto tal y como está, que tampoco me parece tan mal y en mi opinión tiene rasgos bastante morbosos, que eso si es lo que busco.

 




     Al puto esclavo Pug, todavía no lo he podido tener a mis pies, pero en pocos días voy a comenzar mis vacaciones por varias poblaciones del Sur y le podré conceder el privilegio de conocerme y divertirme con él, sometiéndolo y humillándolo en pago a su esmero por obedecerme cuando lo necesito. 

 

 MI SÁDICA PALETA DE PINCHOS


 

CULO DEL CERDO CORNUDO, DOS DÍAS DESPUÉS