sábado, 16 de diciembre de 2023

MI ESCLAVO PUG - 4

 


    Saludos a todos mis calientes seguidores y amigos, de nuevo por aquí para concluir con este cuarto reportaje sobre la sesión de adiestramiento y sometimiento que le administré a mi perro esclavo Pug. Y digo “Mi perro” porque mientras lo tuve a mi disposición fue totalmente mío y además sé positivamente que en todo momento en que lo pueda tener delante de mí su voluntad dependerá exclusivamente de la mía.




 

    Como ya comenté en el primer reportaje, conocí a Pug el verano pasado, después de varios intercambios de mensajes que hacían presagiar que la sesión podría ir bastante bien como así fue. Cuando llegó y se presentó ante mí, lo hizo tal y como todo esclavo que se precie debe hacer ante el Ama que va a dignarse a perder su precioso tiempo en adiestrarlo.

 



     Reconozco que a simple vista me causó buena impresión física, cosa que por otra parte cuando trato con animales no me importa demasiado ya que el contacto con las bestias en la mayoría de las sesiones suele ser mínimo. En el caso de Pug esa buena impresión se vio refrendada al entregarme el tributo que con anterioridad él me había ofrecido “motu proprio” y además siguiendo esa forma ejemplar de comportamiento generoso, me trajo como sorpresa extra, otro regalo con el cual yo no contaba y que me hizo muchísima ilusión. Hay que tener en cuenta que soy Ama, pero también soy mujer y a que mujer no le gusta un regalo sorpresa.

 



    Una vez roto el hielo habitual que se establece en el primer contacto visual y físico, procedí sin más demora a impartir las órdenes que me parecieron oportunas tanto para Pug como para mi cerdito Porky, aunque sí que es verdad que lo hice centrándome mucho más en mi nuevo perro, con el fin de ir probando como respondía a mis mandatos y si estos después de pasar por su animalizado cerebro tenían algún efecto en su penecito que me delatara su sentir.

 



    Durante la sesión le fui dando los diferentes tratamientos que habéis podido contemplar en los reportajes, concediéndole premios que a pocos sumisos les doy, pero que en este caso el perro Pug se ganó con su obediencia y sobre todo con su falta de iniciativa o decisión. Me molestan y me cabrean mucho esos sumisos de pacotilla que alargan la mano o la boca tratando de tocar o lamer lo que no les ha sido concedido. Estoy harta de encontrarme listillos de ese tipo que no saben distinguir la dominación del sexo y que cuando un Ama accede a darles una sesión son tan bobos que se piensan que van a terminar follando.

 



    Como ya he dicho la impresión de este esclavo fue excelente y al finalizar después de ordenarle como última prueba y a sabiendas de lo duro que es para un tío comerse su propio semen, le obligué a hacerlo y una vez más comprobé ese grado de obediencia que siempre aspiro encontrar en un buen perro.

 

    Al término de la sesión y al haber quedado tan satisfecha con la sumisión del esclavo quise compartir con él esos momentos de after-care que a mi parecer se había ganado.

 

    Para terminar, solamente me queda decir que tanto mi intención como la que me transmite Pug en sus mensajes, es volver a repetir otra sesión similar, para la cual ya voy ideando nuevas ideas perversas que la hagan algo más dura para que el adiestramiento del animal sea todavía más efectivo y que las marcas mentales ya que físicas no pueden ser, queden marcadas en su cerebro de forma perenne y a consecuencia de ello, pueda recordar con excitación durante toda su puta vida que un día tuvo el privilegio de estar a los pies de AMA DANA.