En la ruta vacacional que emprendí el
pasado septiembre, acompañada como es habitual por mi perro sumiso, visité
algunas ciudades pernoctando en ellas tres, cuatro ó cinco noches, según las
posibilidades turísticas o morbosas que me pudieran deparar. El relato que hoy
os cuento, sucedió en la ciudad de Cuenca, último lugar en el que estuve antes
de volver a Zaragoza.
Como suelo hacer habitualmente siempre
que viajo a algún lugar de la península, colgué un anuncio en internet
explicando mis pretensiones y deseos de conocer a hombres morbosos y activos,
para tener un posible encuentro sexual, siempre claro está, que se mostraran de
acuerdo con las condiciones que pongo para tener una primera cita. Como suele
suceder, me escribieron bastantes candidatos a tener relaciones conmigo, pero
también como casi siempre, muchos de ellos lo hacían pasando olímpicamente de
la presencia del cornudo, sabiendo de antemano que la degradación y
sometimiento de mi estúpido marido eleva las cotas de mi placer de una forma
exponencial y por ese motivo lo pongo como condición imprescindible para llegar
a conocerme.
Llegamos a Cuenca bien entrada la tarde,
dejamos las maletas en el hotel y viendo que el sol ya declinaba decidí salir
con mi mascota semi-canina a estirar piernas y patas, con el fin de
desentumecerlas después del largo viaje y también como no, para tomar algún
pequeño tentempié acompañado de una refrescante cervecita y agua para el
animal, no le fuera a entrar la rabia, ja,ja,ja.
Después de la frugal merienda-cena y de
pasear un rato por una zona ajardinada, consideré oportuno regresar al
alojamiento para disfrutar de una buena ducha y también permitir remojarse al
perro. Una vez que terminé el estimulante baño y ya más relajada, me anudé una
toalla en la cintura a modo de pareo, dejando mis pechos al aire sin importarme
la presencia del animal y me puse a revisar los correos y mensajes del wasap,
con el fin de comprobar cuantos posibles amantes me habían escrito. Mientras yo
lo pasaba bien leyendo algunos textos bastante subidos de tono como a mí me
gustan, mi siervo colocaba la ropa en los armarios y lustraba mis zapatos de
tacón alto hasta dejarlos más que relucientes.
En la habitación había una mesa-tocador,
en la que yo deposité el ordenador portátil, una silla, en la que dejé colocada
la ropa que me quité y un silloncito bastante mullido donde asenté mis
posaderas para responder a los mensajes recibidos, quedaba a mi espalda una
hermosa y amplia cama de matrimonio con una mesilla a cada lado.
Como prácticamente siempre me suele
ocurrir, algunos de los correos que me habían llegado tenían morbo e
imaginación, mientras que otros muchos me resultaron aburridísimos limitándose
a poco menos que a un escueto: "Soy Macho Alfa, Tengo un pollón enorme y
Quiero Follarte". Estos últimos me limitaba responderlos educadamente,
pero con un mensaje tan corto y acorde al contenido recibido. Embebida en la
pantalla del ordenador, escuché la voz de Porky a mi espalda,
- Señora ya he terminado de hacer
todo lo que me ordenó ¿Puedo encender la televisión?
- Ni se te ocurra hacerlo,
-contesté- no tengo ganas de escuchar nada que me desconcentre. Siéntate a
descansar que mañana hay que moverse y no quiero que hagas ningún ruido molesto
que pueda incomodarme.
Continúe leyendo los correos recibidos
hasta que uno en concreto que me había enviado Carlos, despertó mi atención por
encima de los demás, se trataba de un chico con el que llevaba algún tiempo
intercambiando mensajes y que desde el primer momento me dio la impresión de
que iba en serio y buscaba contacto real. En su escrito me decía que en la
mañana siguiente podría desplazarse a conocerme, ya que Cuenca le caía mucho
más a mano que Zaragoza y no quería desaprovechar la ocasión. Con la inherente
curiosidad morbosa que siempre me despierta el conocer a un posible amante, le
contesté inmediatamente aceptando la cita y proponiéndole el lugar en donde nos
podíamos encontrar; me contestó afirmativamente y mi mente comenzó a fantasear
en cómo se podría desarrollar el encuentro y en como de morboso podría resultar
el desconocido macho.
Después de leer todos los correos y hacer
la selección de los más interesantes, me encontré bastante desvelada,
seguramente fuera debido a la excitación que esas lecturas calientes y el deseo
de los hombres por follarme me produce, así qué para irme relajando poco a
poco, me puse a ver algunas páginas bdsm, tratando de sacar nuevas ideas de
castigo para administrar a los sumisos que pudieran caer bajo mi dominio.
De repente un ronquido ahogado
proveniente de mi cerdo Porky, me sacó de la perversa lectura, me volví y lo
primero que vieron mis ojos fue que el puto desgraciado se había puesto un
pijama de verano y se había acostado encima de la cama, además la ropa que el
gusano había llevado en el viaje, estaba colocada en la silla, pegada a la mía,
contaminándola con su apestoso olor a puerco. Enrojecí de ira y con gesto
furibundo alcé el primer zapato que tuve a mano, descargando un fuerte zapatazo
en sus orondas nalgas. El puto animal se despertó de un brinco, sobresaltado y
asustado, con los ojos desorbitados me miró acobardado y suplicando,
- Lo siento mi Ama,
perdón....perdón ¿Qué he hecho ahora Señora?....ha sido sin querer amor
mío...lo siento...lo siento.
- Puto tocino de mierda,
¡¡DESNÚDATE YAAA!!, ¡¡LOS CERDOS VAN EN PELOTAS!! ¿Y a ti, quien cojones te ha
dado permiso para tumbarte en la cama, PEDAZO DE MIERDA?, no soporto las sábanas
arrugadas y calientes y aún AGUANTO menos tu nauseabundo olor porcino.
- Si Señora, lamento haberla
molestado, lo siento mucho -dijo lloriqueando-
- Mira lo que hago con tu ropa
imbécil, -la tomé de mala manera, haciendo un rebullo con ella y la arrojé a un
rincón- No soporto que tu hedor animal se pueda impregnar en mi vestimenta,
puerco asqueroso. ¡¡RÁPIDO, FUERA DE LA CAMA Y TÚMBATE EN EL SUELO, NO TE
QUIERO CERCA DE MÍ!!
Aceleradamente y compungido saltó
de la cama tan deprisa, que tropezó y se dio un fuerte golpe contra una de las
mesillas, que me hizo estallar en carcajadas. Contemplar su desencajado y
dolorido rostro despertó en mi un poco de compasión y le concedí permiso para
sacar un par de mantas del armario y tumbarse sobre ellas.
Volví a sentarme e ignorando la presencia
del marrano continué viendo aquellas páginas altamente estimulantes que desde
luego no invitaban a dormir, sin darme cuenta del tiempo transcurrido se me
hicieron casi las tres de la mañana, hasta esa hora estuve mirando vídeos
viciosos y leyendo relatos de dominación y cuernos (esos temas me encantan y me
calientan), mientras lo hacía, llegaban a mis oídos los movimientos y leves
gemidos del chancho tratando de acomodarse en su improvisado lecho.
Cuando el sueño comenzó a vencerme,
apagué el portátil y me dispuse a dormir, pero como el respirar fuerte del
animal me molestaba, le di un puntapié a la altura de las costillas, que de
nuevo le sacó de su sopor e instintivamente se puso de pie con el rostro
demacrado y somnoliento, divertida al advertir su patética expresión le ordené
burlonamente,
- Ya que te has levantado, te
quedas de pie y cuando yo me acueste apagas la luz y te tumbas en tu catre,
pero no se te ocurra dormirte hasta que no estés seguro de que yo lo hago
plácidamente, no soporto que me incomodes con tus porcinos ronquidos, si
perturbas mi descanso con ellos te sacaré al pasillo tal y como estás ahora.
Bajó la cabeza mansamente y obedeciendo mis órdenes se quedó al lado del
interruptor haciendo guardia hasta que yo dulcemente me fui abandonando en los
brazos de Morfeo.
Seguramente que influenciada por todos
los vídeos porno y sado que había estado viendo en el ordenador, mi descanso
estuvo plagado de diferentes y variados sueños de marcado contenido sexual en
los que se entremezclaban, lenguas, grandes pollas, cadenas, dominación y mucho
semen embadurnando todo mi cuerpo. Me desperté de golpe acariciando mi coño (en
verano me gusta dormir desnuda) y girando la cabeza pude ver como el guarro
inservible dormía en posición fetal. Me cabreó el hecho de tener por marido un
desgraciado impotente como Porky, pero por el momento preferí ignorarle y
concentrarme en mis calientes fantasías pajeándome enérgicamente introduciendo
tres dedos en mi húmeda cueva mientras el pulgar rotaba sin descanso frotando
mi pequeño botoncito. De vez en cuando llevaba a mi boca la mano húmeda que
tanto placer me daba, lamiendo glotonamente mis propios fluidos ya que cuando
estoy cachonda como una perra, me encanta el sabor que destila mi ardiente
chocho, estuve masturbándome un buen rato hasta conseguir explotar en un fuerte
orgasmo y después ya más relajada volví a caer de nuevo en un cálido sueño.
Cuando me volví a despertar, miré el
reloj y comprobé que había estado dormida demasiado tiempo y acordándome de mi
cita, me di cuenta de que debería darme prisa si quería ser puntual. El manso
seguía dormido en la misma posición fetal, era notorio que su noche no había
sido demasiado cómoda ¡Qué se joda por inútil!, seguía en la misma posición,
con las nalgas muy aparentes, para despertarlo como se merece. Le di dos
fuertes azotes que le hicieron botar acojonado,
- Levántate cabrón y prepárame
una ropita sugestiva, para ponerme hoy, quiero sentirme sexi así que a ver si
tienes algo de buen gusto y sabes complacerme. Cuando la hayas elegido vienes
al baño con una toalla suave para secarme y darme crema hidratante por la
espalda después de mi ducha.
- ¿Qué prefiere Ama, falda,
vestido o leggings? -Me preguntó con su estupidez habitual-
- Sorpréndeme bobo, a ver si en
tu corto cerebro, tienes algo de inteligencia y buen gusto.
Después de secarme el pelo, volví a la
habitación y comprobé la ropa que me había preparado el cabestro, no me pareció
del todo mal, pero le dije,
- No me disgusta perro, aunque
sobran la braga y el sujetador, la blusita que me has preparado es sugerente,
pero merece que mis pezones se marquen en ella y en cuanto a los leggings,
parece mentira que no sepas que me gusta llevarlos ajustados y marcando los labios
de mi coño, eres estúpido hasta para eso.
- Recoge toda la habitación,
mientras yo bajo a desayunar. En cuanto termines y antes de 15 minutos te
quiero esperando en la puerta del hotel, hoy te voy a dar un paseo por el
parque a ver si te espabilas un poco y si tienes hambre no te preocupes que ya
"comerás".
El obediente Porky, comenzó a cumplir mis
órdenes, mientras yo cerraba la puerta a mis espaldas bajando a tomar un ligero
desayuno. Una vez en la cafetería y mientras bebía un zumo de naranja,
disfrutaba al observar como un par de camareros no quitaban sus ojos de mis
movimientos y sobre todo de mis bamboleantes tetas, el saberme deseada me hacía
sentir muy bien, me encontraba feliz y expectante por el hombre que iba a
conocer. No podía evitar el acordarme de la suerte que me había deparado el
destino, haciéndome descubrir una forma de vida tan diferente a la que había
tenido durante años y además, poder haber encontrado, en el que otrora fuera mi
marido, un esclavo totalmente sometido a mis intereses y prisionero de mis
deseos. Aunque el cerebro de Porky ya está bastante deteriorado por causas que
prefiero no desvelar, todavía es muy consciente de que lo tengo terriblemente
agarrado por las pelotas (metafóricamente hablando) y solamente se podrá librar
de mi yugo, el día que me canse de él o lo metan en el ataúd.
Sonreía para mis adentros, malévolamente
divertida por toda la perversidad y diversión que me producía el hecho de
llevar al cornudo a conocer a un macho que posiblemente lo iba a humillar para
posteriormente convertirse en mi amante, sin que el muy estúpido y confiado
ciervo tuviera ni la más mínima idea y que seguro le iba a causar una enorme
perturbación y disgusto. Sé que muchos pensaréis que soy una Dómina cabrona y
sin sentimientos, y debo reconocer que con respecto a Porky no os equivocáis
demasiado al juzgarme de esa manera.
Los
camareros no paraban de mirarme mientras cuchicheaban entre ellos y se turnaban
para servirme el café o las tostadas, limpiar la mesa, etc. etc., yo les
sonreía agradecida por todas las atenciones que me dispensaban y que con otras
mesas obviamente no tenían. Cuando hice ademán de levantarme acudieron ambos
"galantemente" para retirarme la silla; pude darme cuenta de que lo
hicieron con la clara intención de ver mi culo lo más cerca posible. Esos
bonitos y al mismo tiempo morbosos detalles me encantan y me hacen sentirme
deseada como hot wife.
Observé el reloj de nuevo y pensé que
Carlos estaría al caer, así que entré un momento al baño del vestíbulo para
retocarme el maquillaje y después salí a la puerta, en la que el perro
siguiendo mis órdenes, estaba esperando a su dueña,
- ¿Has visto que mañana tan
hermosa para que trotes por el parque? - Le dije burlonamente -
- Sí mi Ama....muy buena mañana
Señora
- Pues dame las gracias por
sacarte de paseo
- Gracias Ama, es usted muy buena
conmigo.
El
parque quedaba justo detrás del hotel y no había mucha gente, yo permanecía
pendiente del móvil esperando la llamada de mi desconocido amigo, pero mientras
eso sucedía, saqué de mi bolso una pelota de goma que suelo llevar y comencé a
lanzársela a Porky para que me la fuera trayendo a mi mano, una vez tras otra
se la ponía en la nariz para que la olfateara y se la volvía a tirar. Estuve
jugando con el perro como un cuarto de hora, pasados los primeros minutos, el
animal tenía la cara enrojecida y sudorosa, se trata de un chucho viejo y gordo
por lo que el ejercicio prolongado desemboca siempre en una gran fatiga, por
eso todavía me lo paso mejor cuando lo veo jadear. Algunas veces cuando lo veo
tan agotado y ridículo, pienso que le pueda dar un infarto pero, por otro lado,
también pienso que si eso sucediera, tampoco se perdería demasiado. Acababa de entregarme la pelotita, cuando
sonó el teléfono, no lo cogí a la primera ya que no quería que Porky supiera
que había quedado con un chico, así que le lancé la pelota con fuerza hacia un
desnivel fuerte del parque para que se alejara lo más posible. Descolgué
entonces el móvil y efectivamente era Carlos, le dije donde me encontraba y
como iba vestida, vi que en la zona más alta del parque había unos bancos y le
emplacé en uno de ellos.
Cuando el chucho sudoroso, me entregó la
pelotita, le hice limpiarla de sus babas y la recogí en mi bolso, luego le
ordené seguirme hasta el lugar donde más o menos había quedado con mi amigo. A
pesar de haber conocido tantos hombres, siempre me invade un cierto nerviosismo
e intensa curiosidad por saber cómo es la persona que voy a conocer y si
cumplirá o no, todas mis expectativas. Me senté en uno de los bancos y le
permití al perro que descansase, no tengo que darle más indicaciones, el animal
ya sabe que su lugar es el suelo y a mis pies, se tumbó respirando agitadamente
hasta que pasados unos diez minutos llegó Carlos, nos identificamos y me causó
muy buena impresión nada más verlo, mientras que el cornudo ponía cara de
incertidumbre y confusión sin entender nada. Como es tan estúpido aún no se ha
acostumbrado a las sorpresas que suelo depararle.
Después de los saludos y de hacer caso
omiso de la presencia del ciervo, enseguida tomamos confianza, mientras que el
cerdo bobo seguía sin enterarse de lo que estaba sucediendo en su puto hocico,
hasta qué pasados unos pocos minutos, comenzamos a burlarnos de él y las manos
de Carlos empezaron a explorar mi cuerpo. Me encantó su decisión, pero todavía
me gustó más la forma humillante en cómo le hablaba al cabestro. Es una lástima
que, por razones obvias de discreción, no os pueda mostrar el rostro de burla y
menosprecio con que mi amigo se dirigía al manso. Sin emplear insultos fuertes
ni tono de voz altisonante, supo degradarlo y empequeñecerlo como hombre,
haciéndole sentir lo que en realidad es: ¡Una puta mierda!, me resultó muy
excitante el contemplar como el cuernilargo se encogía cobardemente ante las
frases vejatorias del Macho Superior.
Esa primera toma de contacto me resultó
muy satisfactoria y disfruté mucho mientras duró la cita, lo vi un chico con
muchísimas cualidades, tales como un buen físico, limpieza, morboso, divertido,
dominante con el cornudo y muy decidido, el único pero que puedo ponerle, es que
el tamaño de la polla de Carlos no se corresponde con los parámetros que yo
prefiero, aunque en cuanto a dureza no me pude quejar. De todas formas, aunque
en aquel momento no lo pensé, pasados los días he ido dándole vueltas a la
cabeza y he llegado a la conclusión y siempre que a él le apetezca en un futuro
encuentro, que el grosor de su rabo sería ideal para iniciarme de nuevo a ser
jodida por el culo y tratar así de vencer esos miedos que me causaron al ser
penetrada por un antiguo amante de forma inadecuada y casi violenta. Me excita
la idea de ser montada por dos machos al mismo tiempo y por culpa de aquella
mala experiencia, llevo resistiéndome desde hace años a llevar a cabo esa
viciosa doble penetración.
Carlos se calentó bastante en la entrevista
y llegado a un punto me sugirió tener el encuentro sexual en aquel momento,
pero aunque yo también estaba cachonda por su actitud y tocamientos, decidí no
romper mis condiciones, en las que remarco claramente que en la primera cita
solamente se trata de comprobar si existe feeling entre ambos y comprobar
diferentes puntos, además de morbosear si se tercia la situación y hay buena
sintonía.
En mis primeros tiempos de iniciación a
esta forma de vida tan excitante y viciosa, accedí a follar con el macho de la
primera cita y nada más conocerlo como en unas 3 ó 4 ocasiones y en todas ellas
resulté tremendamente decepcionada, terminando el rápido encuentro, muy mal
montada, cabreada e insatisfecha, además sin haberle hecho pasar ningún tipo de
humillación al mierda de cornudo, aquellas malas experiencias me llevaron a
replantearme la forma en cómo debería llevar el tema de las citas e
inevitablemente eso fue lo que me motivó a cambiar mi forma de hacer las cosas,
aunque muchas veces con los calentones del morboseo, me cuesta mantenerme en
mis trece y no ponerme a copular con el semental allí mismo, pero soy
consciente de que hacerlo de esa forma, aunque deba despedirme del macho con el
coño chorreando, al final me ha proporcionado muchísimas más satisfacciones y
calientes encuentros sexuales a posteriori, siendo en ellos muy bien montada y
el cornudo cabrón muy humillado y sometido, como a mí me gusta. Aunque no os
negaré que a pesar de todas esas medidas que tomo, alguna decepción también me
he llevado, pero realmente han sido muy pocas, así que prefiero no cambiar esa
condición, aunque alguna vez, y más cuando el macho hace desplazamiento largo
para verme, me resulta un poco duro dejarle marchar sin deslecharlo, pero me
gusta ser muy sincera y ninguno viene engañado por mí. Después de tantas
entrevistas como he tenido me han ido demostrando que posponer el encuentro
para hacerlo en una segunda ocasión nos abre a los dos, tanto a él como a mí,
la posibilidad de meditar fríamente sobre nuestro físico, olor, gustos,
conversación, morbo, etc.etc., además el habernos conocido personalmente y
cambiado impresiones sexuales y gustos, nos permite ir fantaseando con las muy
variadas y morbosas situaciones que deseamos llevar a cabo y además ir
maquinando toda la serie de humillaciones o castigos con que deseamos obsequiar
al esclavo cornudo.
Casi al final de la entrevista, Carlos me
preguntó si le permitiría usar al cerdo para que le hiciera una mamada, mi
respuesta fue muy afirmativa y además me encantó prestarle al lechón
chupa-pollas, para que lo usara como mejor le pareciera. Le contesté que si lo
deseaba podía darle el biberón sin ningún problema, además ya sabéis que le
había dicho al puerco que más tarde "comería", así que una buena
ración de leche le vendría muy bien para no romper mi palabra. Le ordenamos al
tocino que nos siguiera hasta una zona del parque un poco más oculta a las
miradas, no me hubiera gustado que algún niño viera la pervertida escena de un
puto marrano mamando pija. Anduvimos unos pocos metros más abajo hasta que
encontramos un rincón algo más discreto, ordenamos al animal arrodillarse y
comenzar a tragar y ensalivar el rabo de Carlos. Desafortunadamente a mi futuro
amante, no le gustó demasiado como se la chupaba y no pudo correrse, creo que
los nervios también le influyeron porque como podéis ver en el vídeo, después
quise ordeñarlo yo, pero también se resistió a dejarme comprobar la cantidad de
semen que podían derramar sus preciosos cojones.
Con la agradable sensación de haber
conocido a un morboso y futuro amante, nos despedimos con otro buen morreo de
lenguas retorcidas y por supuesto, con la firme intención por mi parte de
volvernos a encontrar para tener una buena sesión de sexo vicioso sin ningún
tipo de prisa. Seguramente que esa primera sesión ya se habría producido si el
puto coronavirus no hubiera hecho acto de presencia, cambiando todos nuestros
proyectos sexuales y también de forma de vida.