lunes, 23 de septiembre de 2019

DESPIDIENDO EL VERANO




Ayer domingo, me marché de casa sobre las once horas, con la idea de pasar una buena mañana y tomar un vermut con un buen amigo, para posteriormente comer con él. No obstante, antes de salir, le dejé encargadas a Porky una serie de tareas que cumplir, tales como, limpieza de baños, cocina, planchado de mi ropa, etc., etc.





Después de una mañana muy agradable, divertida e incluso morbosa, volví a casa con muy buen humor, cerca de las cinco de la tarde. Cuando llegué, mi hija ya se había marchado y me encontré al cerdo tumbado en el sofá, con un aspecto bastante decaído. No me gustó la forma de recibirme y le pregunté que hacía allí, el muy estúpido, me contestó con temor, que se había sentido indispuesto y que por ello no había podido cumplir todo lo que yo le había dejado ordenado.




Me disgustaron sus palabras y me restó una buena parte de la alegría que llevaba en mi cuerpo, por el hecho de haber estado disfrutando de un excelente día con mi amigo íntimo. Hice levantarse al cornudo y seguirme, para constatar que era lo que no había podido limpiar. Comprobé con desagrado, que uno de los baños se encontraba sin limpiar y me enfadé mucho por tal negligencia, le di un buen bofetón al mismo tiempo que lo cogía del pelo, obligándole a lamer la superficie del lavabo con suciedad y algún pelo incluido, seguidamente tuvo que pasar su porcina lengua por la parte superior del wc, que se encontraba perlado de algunas sospechosas manchas amarillas sobre su blanca superficie.




Me molestó muchísimo, que su comportamiento propiciara mi cambio de humor, el puto criado, sabe que para desobedecer mis órdenes, solamente le vale estar medio moribundo. Lo que le obligué a realizar fue un castigo leve, sobre todo porque aunque le desagrade, ya lo tiene bastante asumido y acostumbrado a ello, lo hace de una forma mecánica y casi rutinaria.




Como no me pareció suficiente correctivo, se me ocurrió, que para despedir el verano, estaría muy bien administrarle una buena ración de humillación, y que mejor sitio para ello, que un lugar público. Me puse a maquinar un plan, en el que el mierda de mi esposo, se sintiera la peor de las basuras, pasándolo realmente mal.



Esta mañana bien temprano me he puesto manos a la obra, confeccionando ese par de cartelitos que podéis ver. Cuando todo ha estado a punto, he llamado al cabrón y le he ordenado ponerse las lindezas que veis, sobre su grasiento cuerpo de puta cerda amariconada y seguidamente me lo he llevado a un parque, en el que me habían contado, que alguna vez se practicaba el dogging; en mi mente tenía la esperanza y deseos de poder coincidir con algún tío o más de uno, que quisieran follárselo sin contemplaciones por culo y boca, reventándolo a pollazos y dejándole el ojete bien abierto y relleno de lefa, brindándome a mí un espectáculo excitante, que me devolviera el buen humor y la calentura que el hijo de la gran puta me había mermado el día anterior.








También he querido aprovechar la buena mañana, para hacerme algunas fotos mías exhibiéndome para vosotros, ya sabéis que disfruto mucho con ello, me pareció una forma muy hermosa de despedir el Verano del 19.





Desgraciadamente no encontramos a nadie que nos permitiera, en mi caso mi jugar o morbosear y al animal sufrir una posible y violenta violación, no obstante, la humillación de verse exhibido de tan vergonzante forma ha resultado un buen y ejemplar castigo.






La mayoría de la gente que pasaba por nuestro lado, se quedaban mirando con ojos incrédulos o de sorpresa, pero no decían absolutamente nada, solamente la mujer que lleva la bolsa roja, se dirigió al puerco y le dijo que era un pervertido, marrano y sinvergüenza, qué si veía a un policía, lo iba a denunciar.






Por otra parte, la cámara fotográfica, la habíamos situado detrás de un arbusto, para no ser vista y que los viandantes o ciclistas no se apercibieran de que los estábamos fotografiando. Lo qué si tengo siempre muy presente, es que no haya niños que puedan ver semejante espectáculo tan degradante y repulsivo, como es el visualizar a una maricona atocinada, con ropitas femeninas.






Por lo demás, creo que las imágenes, relatan mucho mejor, que como yo lo pueda hacer, lo inmensamente gratificante y divertida, que me resultó la última mañana del verano, y lo humillante, degradante, vergonzante o denigrante, que lo fue para mi asqueroso y mariquita marido.  Toda una lástima que el puto sarasa, haya vuelto al hogar, sin haber sido abusado y violado, como yo hubiera deseado, pero al mismo tiempo con una buena lección, para el mantenimiento de su esclavitud o sumisión.

Espero que me hagáis saber, si os gusta este tipo de reportaje, besos