lunes, 15 de febrero de 2021

FRUSTRACIÓN - 1


 

      Frustrada sí, desesperadamente frustrada es como me siento en esta restrictiva época de covid, al verme condicionada y no poder visitar a todos aquellos pub's rebosantes de vicio y morbo, en los que tantos momentos de morbo disfruté y en los que tan deseada me sentí. En estos tiempos tan restrictivos y peligrosos (sanitariamente hablando) en que mi única compañía "masculina" es la del espécimen afeminado con colita de bebé que tengo la desgracia de tener por marido, no os podéis ni imaginar cuanto echo de menos todas aquellas pollas que baboseando de precum, pululaban a mi alrededor, deseosas de mis caricias y en muchas ocasiones de la masturbación que viciosamente les dispensaba, aunque "desgraciadamente" mi vestido saliera pringoso y mal parado, teniendo que salir a la barra posteriormente con visibles manchurrones de lefa sobre él, dejando demasiado a las claras el tipo de zorra caliente que soy.

 



      En aquellos ya lejanos días en que solía visitar cualquiera de aquellos sitios liberales, siempre e inevitablemente lo hacía con el coño húmedo, debido principalmente a ese estado mental y fantasioso que me producía el no saber si al llegar, me iba a encontrar con uno o varios tíos calientes que se mostraran deseosos de meterme mano, sobando mis pechos y hurgando en todas mis calientes y acogedoras cavidades.

 


     La sensación de incertidumbre que me producía el no saber si sería pajeada en el pasillo francés, o si mis tetas serían tocadas y lamidas, e incluso si esa noche podría encontrar al macho que me pusiera lo suficientemente caliente para dejarme empotrar en un larga y excitante follada; resultaba para mi cerebro el más potente de los afrodisíacos. También me ponía muchísimo el imaginar si algún macho de aspecto presentable, se me acercaría en la barra (después de intercambiar miradas o sonrisas, como tengo por costumbre hacer), ignorando al mequetrefe desaliñado de Porky y si empezaría a meterme mano allí mismo, delante de la mirada de otros posibles clientes. Imaginar ese tipo de situaciones antes de acudir a los pub swinger, me provocaba espasmos de placer en mi mojado coñito y me hacía acudir a ellos, más que predispuesta para gozar del vicio más morboso.



 

     El último comentario del anterior párrafo, me ha traído a la cabeza una situación similar a lo que he narrado y que tan cachonda me ha puesto en todas las ocasiones que he podido vivir algo semejante. Como estoy casi segura de que os va a gustar, os la cuento sin más dilación.

 

     Los hechos de marras, sucedieron en una de aquellas noches morbosas de visita al Pk2 en que mi cuerpo me pedía guerra. Hará de eso, como unos 7 años. Pues bien, nos encontrábamos mi mansito y yo en la barra del club tomando unas consumiciones, mientras que mis ojos trataban de visualizar el aspecto de los pocos clientes que había en ese momento; el cornudo se encontraba a mi derecha, sorbiendo con una pajita su batido de fresa y a mi izquierda se hallaba un hombre de unos cincuenta años y de apariencia muy normal, ni guapo, ni feo... aunque de aspecto limpio y agradable. La chica que nos servía, bastante dicharachera como es habitual en ella y con la que además ya existía una confianza labrada por las continuas visitas al club, nos daba conversación tanto al chico como a mí (Porky tiene prohibido intervenir en las charlas de personas adultas). Al cabo de pocos minutos fue obvio que el hielo con aquel mozo ya estaba roto, así que después de unos quince minutos más y después de unas risas y bromas; ahora mismo no recuerdo bien si fue a raíz de un chiste, salió el tema de las dolencias de espalda, momento que aprovechó el chico para contarnos una divertida anécdota al respecto y que le había sucedido la semana anterior, después de más risitas, nos hizo saber que él llevaba ya unos meses haciendo un cursillo de fisioterapia y que le encantaban las prácticas que estaba haciendo. Al oír aquello me faltó tiempo para decirle que a mí no me vendría nada mal una demostración ya que tenía el cuello y espalda bastante tensionados, me contestó que no tenía problema en tratar de aliviarme esas zonas, pero lo malo era saber dónde me lo podía hacer discretamente, rápidamente le contesté que por mi parte no había problema en que me hiciera el masaje allí mismo; se mostró un poco desconcertado con mi osadía, pero accedió.

 



     Esa noche mi vestuario consistía en una faldita corta, medias con liguero, zapatos de tacón alto y en la parte superior de mi cuerpo solamente estaba cubierta por un top elástico y muy ceñido del tipo "palabra de honor", en el cual se marcaban descaradamente mis abultados pezones. En la barra había también dos hombres más que con mirada libidinosa no paraban de observarnos. Aquella situación me gustaba y me estaba calentando, aunque me molestaba bastante la presencia del cornudo baboso que tenía a mi derecha, sobre todo, porque con su porcino saco de tripas, dificultaba la visión de uno de aquellos viciosos mirones. Sin pensarlo dos veces y para perderlo de vista, me dirigí al imbécil de una manera imperativa y le conminé para que se fuera a esperar dentro de la salita, anterior a la reja glory hole.


 

     En cuanto dio la vuelta y obedeció mi "sugerencia" desapareciendo de mi vista, me dispuse a recibir el deseado masaje, comencé entonces a colocarme en la posición que me pareció más adecuada para tal fin. Me bajé de la banqueta y la alejé un par de metros para dejar espacio suficiente, sonriendo pícaramente, miré al chico a los ojos mientras me bajaba un poco el top dejando libre la parte de arriba de mis pechos, me di cuenta de que al mirarme, su rostro enrojecía, me resultó divertida esa turbación y me hizo pensar que no tenía demasiada experiencia a la hora de tratar con una mujer tan decidida como yo soy. No quise ponerlo más nervioso, así que procedí a darme la vuelta colocando los brazos cruzados sobre la barra y apoyando la cabeza sobre ellos, mientras que mi trasero se desplazaba hacia atrás de una forma bastante sugerente ya que en esa posición y con las piernas algo abiertas dejaba ver perfectamente la parte alta de mis muslos cubiertos en parte por el bonito encaje de las sugerentes medias negras que portaba para la ocasión. Desde mi posición solamente podía ver los pies  del chico y el suelo, así que cerré los ojos y me concentré en el masaje, sentí como se puso pegado a mí lateralmente y comenzó a friccionarme con sus fuertes manos: la nuca, el cuello y los hombros, (esas zonas de mi anatomía bien acariciadas, me ponen muy... pero que muy nerviosa) un calambrazo de placer recorrió mi columna vertebral, mis piernas se aflojaron un poquito y el vello de la nuca se me erizó, mientras que mi papilas gustativas comenzaron a salivar.



 

     El improvisado "masajista" se apercibió enseguida de lo receptiva a su manipulación que yo me encontraba, mis pequeños gemiditos lo dejaba bien a las claras. Me apercibí de que pasados unos minutos sus tocamientos se volvieron más decididos, deslizaba sus manos por mi espalda poco a poco, mientras sus hábiles dedos y uñas se desplazaban desde el cuello y orejas hasta llegar a contactar con el ajustado top, que en cada uno de aquellos movimientos iba siendo desplazado hacia abajo de forma inexorable y creo que premeditada. Aquellas suaves caricias me estaban haciendo perder el sentido y únicamente quería disfrutar del sensual masaje.

 


     En un momento dado, percibí que el chico cambiaba de posición y con curiosidad por saber qué hacía, abrí los ojos que solo podían ver el suelo, comprobando como sus pies se situaban detrás mío y su cuerpo se pegaba a mi trasero desvergonzadamente, mientras continuaba con el caliente masaje desde aquella nueva ubicación, también pude darme cuenta visualmente de que flanqueándome a ambos lados de mis costados, se encontraban los otros dos clientes que antes habían sido meros espectadores, no me importó que estuvieran tan cerca, es más, incluso me gusto que se hubieran acercado tanto. Cerré los ojos de nuevo y me dejé llevar por las sensaciones, en uno de aquellos frotamientos de las manos sobre mi espalda, el top fue desplazado hacia abajo quedando casi en la cintura y de forma natural e inevitable, mis tetas quedaron al descubierto colgando de una forma bamboleante y casi diría provocadora.

 



     Me sorprendió el atrevimiento de aquel hombre, que ya dejó de parecerme tan inexperto, pero lejos de tratar de ocultarlas, sentí como mis pezones se ponían de punta y extremadamente duros. Lujuriosamente me imaginé como una vaquita en celo, sujeta al pesebre de heno y lista para ser ordeñada hasta dejar las ubres totalmente exprimidas. La situación debía ser muy provocadora, porque el improvisado masajista mientras me cogía por los hombros se apretó fuertemente contra mi culo, refrotando toda su dureza contra él y moviéndose de una manera que parecía que me estuviera dando por detrás. De inmediato, una mano a mi derecha abarcó la penduleante ubre de ese lado, sobándome el empitonado pezón ávidamente, mi coño me ardía y todavía me puse más cachonda cuando por el costado izquierdo la mano del otro hombre tomaba descaradamente mi otro pecho magreándolo de manera similar. Sin poder controlarme, mis gemidos se hicieron más intensos, de tal forma, que aunque pretendía acallarlos, en mis oídos sonaban como los mugidos de la puta vaca que mentalmente me imaginaba ser..., una vaquita emputecida por las depredadoras manos de unos granjeros viciosamente zoofílicos.



 

     Aunque por mi mente no paraban de fluir pensamientos extremadamente libidinosos que me hacían perder cualquier posible atisbo de resistencia, pude apreciar la creciente humedad que poco a poco inundaba mi braguita. Avergonzada por ello quise cerrar las piernas al sentir como un hilillo viscoso y calentito se escapaba de mi rajita y descendía por la parte interna de mis muslos. Me era imposible parar aquel caliente manantial y por lo tanto el pequeño tanga se mostraba incapaz de absorber todo lo que mi vagina destilaba. De repente pararon de sobarme y quedé desconcertada, sin saber muy bien que sucedía al sentir como sus manos dejaban de estar en contacto con mi cuerpo y rápidamente los tres machos se separaban de mi lado abandonando sus deliciosos magreos, frustrada e incluso molesta por aquel súbito abandono levanté la cabeza, y me encontré con los ojos de la camarera que frente a mí y desde detrás de la barra parecía haber estado viendo toda la escena y aparentemente disfrutándola, volví la cabeza para tratar de saber que podía haber sucedido para haberme dejado toda cachonda, de una forma tan brusca y desconsiderada. Fue entonces qué al mirar hacia mi derecha, me di cuenta de que el imbécil cornudo había salido de donde yo lo había enviado y se había colocado estúpidamente en una punta de la barra. Fue por ese motivo, qué al percatarse de la presencia de mi marido, aquellos tres machos ignorantes de mi dominio sobre el cabestro, habían parado los tocamientos por precaución ante una posible reacción del medio hombre. Me sentó fatal la interrupción del puto baboso y con la voz semiquebrada por la calentura, le dije a la camarera,

   - Despacha a ese idiota de aquí, por favor,

Me miró un poco extrañada, pero siendo persona acostumbrada a ver muchas situaciones extrañas, y sobre todo haber contemplado otras noches anteriores el trato despectivo y humillante que yo le profeso al puto bobo, enseguida reaccionó y con el dedo estirado se dirigió al mierda perro,

   - Lárgate a otro lado y no molestes a tu mujer, que no le gustan los mirones.

Porky se me quedó mirando y al ver que yo aprobaba la orden, bajó las orejas mansamente, y ante la incredulidad de los tres machos, se dio la vuelta y desapareció detrás de la cortina oscura que daba paso al saloncito interior.



 

     Buscando retomar lo que se había quedado a medias, apoyé de nuevo los brazos cruzados sobre la barra y la cabeza sobre ellos, posicionándome de la forma más invitadora posible, para que los chicos se volvieran a animar con los tocamientos, aunque esta vez lo hice con las piernas juntas, para tratar de contrarrestar aquella pequeña fuente que manaba de mi caliente gruta y que amenazaba por empapar mis medias. Inmediatamente sentí las fuertes manos varoniles sobre mi piel, recorriendo toda mi anatomía de nuevo, aunque esta vez con mayor descaro y decisión. El que estaba detrás forzó mis piernas con las suyas, obligándome a abrirlas dejando totalmente expuestos mis muslos, abrí los ojos tratando de comprobar si era visible la humedad que sentía escurrirse por ellos, me daba vergüenza estar en una posición tan vulnerable y sucia al mismo tiempo, pero mis ubres hinchadas y colgando, siendo ordeñadas por los otros dos chicos me impedían la visión de mi entrepierna, de lo que si pude darme cuenta, fue de los prominentes bultos que se marcaban en los pantalones de los machos que magreaban mis empitonados pezones. Cerré los ojos de nuevo y sentí como mi falda era desplazada hacia arriba e iba a encontrase con el top, formando entre las dos prendas un ancho cinturón alrededor de mi cintura. Los tres chicos de manera decidida continuaron sobándome por todas partes, me daban mordisquitos por el cuello, orejas, etc., uno de ellos se agachó y comenzó a mamar del pezón izquierdo como un ternero hambriento, absorbiendo de él como si quisiera sacar leche de las ubres de la vaquita a toda costa. Aquella situación me estaba poniendo al límite y mis sentidos se comportaban de una forma incontrolable, incluso me dio la impresión de estar escuchando las contracciones de mi palpitante coño.

 



     Aquellos machos dándose cuenta de cómo flaqueaban mis fuerzas, me sujetaban por la cintura debido a que mis piernas temblaban descontroladamente e incluso existía el riesgo de que pudiera desplomarme contra el suelo, haciéndome daño. Los muy cabrones comenzaron a estirar del tanga hacia arriba provocando el que se incrustara en mi rajita, lo movían de lado a lado bastante tensionado, consiguiendo con aquellos vaivenes un roce viciosamente perverso sobre mi clítoris que me hacía perder cualquier atisbo de resistencia. Después de hacerme gemir y berrear como una hembra en celo, por ser el blanco de todos aquellos tocamientos, decidieron deslizar la pequeña y encharcada prenda hacia abajo mientras uno de ellos me decía,

  - Levanta los pies putón, que llevas la braga empapada de flujo.

Obedecí levantando los tacones del suelo para que pudieran sacar el maltratado tanguita, mientras sus manos abarcaban mis glúteos de una forma arto viciosa y seguían haciendo comentarios casi vejatorios,

   - ¡¡Jodeeer!! qué culazo tiene esta putona...está para cogerla así y darle duro -decían eso mientras que uno de ellos me cogía de la cadera y se movía como si me la estuviera clavando por detrás-.

   - Separarle los mofletes para ver cómo está de abierta -dijo el que parecía llevar la voz cantante-

Varios dedos tiraron de mis nalgas hacia el exterior dejando mi ano vergonzosamente expuesto y uno de ellos comenzó a hacer presión con un dedo en mi pequeño agujero posterior, encontrándolo muy cerradito, por lo que inmediatamente escuché y sentí como me lanzaron un par de salivazos que facilitaron que aquel dedo pudiera penetrar sin problema por el estrecho conducto. Al poco se le añadió otro más, causándome entonces cierto malestar, me quejé, pero el muy cerdo no los sacó y siguió follándome con ellos hasta que la molestia se convirtió en placer, comenzando mi trasero a culear siguiendo el ritmo que me marcaba el macho penetrador, mientras era taladrada una y otra vez, a mis oídos seguían llegando los depravados comentarios de los tres,

   - ¡¡Siii!!!... así... mueve tu culazo putona... Que cabrona estás hecha... ¿Qué pasa..., el cornudo de tu marido no te sabe follar?... seguro que no, pero no te preocupes que luego nos vamos a meter contigo en la zona de las camas y te vamos a dar polla hasta que te artes, zorrón. 

Todo aquel lenguaje obsceno e inesperado por lo tímidos que al principio me habían parecido aún me puso más caliente y ellos sin lugar a duda y por la forma en que me entregaba a sus lascivos toqueteos, se dieron cuenta inmediatamente de mi reacción viciosa al escuchar toda aquella serie de lindezas viciosas que salían de sus bocas, así que optaron por susurrarme palabras sucias en mis oídos que eran para mis sentidos, como auténticos latigazos de placer, ya sabéis lo muchísimo que me excita el lenguaje depravado y soez dentro del acto sexual, así que para provocar y aumentar el tono vicioso y ordinario de los calientes calificativos yo trataba de insultarlos, llamándolos, hijos de puta... cerdos...cabrones, etc. etc.

 


     Llegó un momento en que dejaron de follarme el culo, justo cuando más lo estaba disfrutando y casi a punto de pedirles más dedos. -Llegados a este punto, debo deciros que en aquel momento todavía no había pasado por la traumática experiencia que me causó el tío que me metió su gorda verga por detrás de forma bestial y que me hizo aborrecer la penetración anal-.

 


     Entre toda aquella serie de improperios, varios dedos comenzaron a desplazar los labios mayores de mi chochito abriéndolo y dejándolo totalmente expuesto a sus viciosas miradas. Estoy casi segura de que me lo estaban sobando entre los tres, ya que dentro de mi tremenda calentura me parecía notar dos dedos a cada lado ensanchando la entrada de mi sexo mientras que las yemas de otros martilleaban mi erecto clítoris, además y a pesar de la música del pub me llegaban a mis oídos comentarios tales como,

   ¡Joder! que caliente está la puta y que buena está, va mojada como una burra...

Soy consciente de que mi posición tan viciosamente expuesta resultaba degradante, pero mi calentura era superior a cualquier pensamiento restrictivo que pudiera acudir a mi embotado cerebro. Predominaba toda la calentura que llevaba en mi interior y lo único que en aquel momento quería, era correrme como una perra a costa de lo que fuera. Me abrían el coño obscenamente e incluso los muy cerdos se reían observándolo, me pareció un poco infantil esa actitud e incluso me dio la impresión de que no habían tenido muchas oportunidades de contemplar una vagina tan de cerca y tan expuesta. Pensé en ese momento que el haber podido verla y tocarla, les causaba una cierta sensación nerviosa y morbosa al mismo tiempo, así que mentalmente, disculpé esa actitud que tan boba y fuera de lugar me pareció.

 


     Ya sabéis que no soy nada amiga de la exposición ginecológica, pero estando tan sumamente cachonda, me daba igual lo que hicieran, siempre claro está, de que me siguieran proporcionando placer, no me importaba que me trataran como una puta, pero mi cuerpo reclamaba ansiosamente el orgasmo e incluso deseaba que me follaran allí mismo, pero se ve que a ellos les daba reparo o sentían vergüenza de hacerlo en la barra del pub y a la vista de cualquiera que pudiera entrar. Qué bobos e inmaduros, (pensé).

 



     Los dos hombres situados a mis costados, me tenían sujeta por las tetas con una mano y con la otra me abrían los labios del coño, mientras el "masajista" me lo follaba con dos ó tres dedos y con otro me pajeaba al clítoris sin parar. Entre calambrazos de placer le suplicaba que parara por el miedo a desmayarme que me estaba entrando ya que me encontraba desfallecida por el vicioso trato recibido. Los comentarios de ellos seguían en la misma línea de obscenidad, los oía hablar sobre lo que les parecía mi cuerpo, sin preocuparse de que yo los pudiera escuchar, aunque con cierta dificultad por el sonido ambiente, me llegaba casi todo lo que decían mientras me manoseaban el culo, coño, tetas, muslos, etc. aunque lejos de ofenderme, cada vez me calentaba más. De los tres el que más hablaba y que me pareció ser el más decidido e irrespetuoso en el lenguaje era el masajista, quizás se mostraba de esa forma por pensar que había sido él quien había abierto el camino para que los otros se pudieran beneficiar. A mis oídos llegaban sus viciosas palabras y me excitaba terriblemente escuchándolas,

   - Joder tíos, de todas las veces que he venido es la primera que me encuentro con una tía tan cachonda y aunque me parece que ya tiene unos añitos, está buenísima la muy puta. ¿Os habéis encontrado vosotros con algo así?

Los otros dos chicos, casi al unísono le respondieron, que uno de ellos era la primera vez que iba al club y el otro la tercera, pero que nunca les había pasado algo así.

   - Pues vamos a disfrutarla que lo está pidiendo a gritos, alcánzame unas servilletas que me está chorreando la mano de lo mojado que tiene el chocho - dijo el que tenía lo dedos dentro de mí, mientras los sacaba... se los limpió un poco y volvió a introducirlos en mi anhelante gruta añadiendo otro más a su pajeadora labor.

   - Como gime la zorra, ¡Sujetarla bien coño!, que se le doblan las piernas y se va a pegar una piña contra el suelo -Les grito el macho masturbador, al ver como mis rodillas se estaban doblando irremisiblemente-.

Uno de ellos me pasó el brazo por debajo de la cintura y otro me cogió por los pechos, mientras las manos libres de todos, seguían y seguían sobándome... mi cuerpo solamente respondía con espasmódicos e incontrolados movimientos, que hacían presagiar el inminente orgasmo.

   - ¡Jodeeeer! estoy a tope...ahora mismo me la tiraría, pero aquí en la barra, me da corte ¿Os apetece que la llevemos adentro y en la cama redonda nos la follemos los tres? -dijo uno de ellos, como si mi opinión no contara, aunque si es bien cierto, que mi voluntad brillaba por su ausencia.

 



     Continuaba apoyada en la barra en la misma expuesta situación, cuando escuché como uno de ellos respondió a lo que había propuesto el más decidido, diciendo,

   - Lo siento, pero yo no me apunto para follarla, no he estado nunca jodiendo con varias personas al mismo tiempo y temo no estar a la altura, quizás la próxima vez -creo que el que había hablado era el chico que parecía algo más tímido-.

   - Vas a perder una ocasión que no se presenta todos los días...Tías tan zorras y calientes no se encuentran todos los días y además esta mamona con esos morritos la tiene que chupar de maravilla

   - Ya me imagino... pero es que además el marido está ahí dentro y no sé cómo se lo tomará.

   - Ese es un puto cornudo ¡coño! ¿Es que no te has dado cuenta? - contestó el que llevaba la voz cantante -

Yo los escuchaba mientras hablaban tan despectivamente, al mismo tiempo que no dejaban de sobarme y meterme dedos en mi mojada gruta, lo que propiciaba que de mis labios se escapara algún hilillo de saliva, me di cuenta de eso cuando les oí decir,  

   - Está babeando la muy puta, dale más deprisa que parece que se va a correr

Era cierto lo que decían...yo no podía más... mis labios entreabiertos y descontrolados estaban dejando escapar la babilla que mi boca no podía retener, descendiendo lentamente hasta el suelo, debido a que mis glándulas sublinguales no paraban de generar. De pronto entré en el punto de no retorno y comencé a dar gritos guturales, mientras el macho de detrás no paraba de pajear mi erecto clítoris con sus hábiles dedos, hasta que sentí algo parecido a una descarga en mi vagina y comencé a expulsar fluidos como si me estuviera meando. Me sujetaron riéndose, mientras que yo, respirando agitadamente, continuaba apoyada en el mostrador con la cabeza baja y las piernas abiertas para no resbalarme al pisar todo aquel viscoso líquido, que sin poderme controlar había derramado mi caliente coño.

 



     ¡¡Buuuffff, que recuerdos....!! Bueno como creo que ya me he alargado demasiado en este post, y además me he puesto cachonda reviviendo todo aquello que viví, solamente quiero adelantaros que aquella noche y debido la inmensa calentura que los machos me habían generado, fue una de las pocas veces en que terminé en la cama redonda follando con dos machos al mismo tiempo. Por cierto, también debo contaros que cuando vi la ropa interior que llevaba el "masajista" casi se me cortó el deseo sexual..., era la antítesis total del morbo, aunque no obstante y con el estado mental tan sumamente lascivo que en aquel momento me envolvía, no estaba por hacer ascos a ninguna verga (siempre que estuviera bien dura y limpita, eso si que siempre es fundamental).

 



     Para terminar esta primera parte del reportaje, vuelvo de nuevo al título del mismo: FRUSTRACIÓN..., porque eso es lo que sentí el día en que saqué las fotografías que ilustran este texto, como podéis apreciar viéndolas, fue una de esas noches en la que no había absolutamente nadie en el pub, así que lo único que pude conseguir en cuanto a morbo, fue sacar unas cuantas instantáneas mientras iba comprobando como habían quedado las nuevas instalaciones del sitio, y de paso dejaba correr el tiempo, por ver si llegaba algún macho follador con el que pudiera divertirme y me ayudara a calmar mis ardores, estuvimos como una hora y media, pero nadie hizo acto de presencia. Mi FRUSTRACIÓN iba en aumento al no haber podido vivir una noche de vicio tal y como a mí me gusta, sumándose a mi malestar el tener que soportar como única compañía "masculina" al mierda mini polla de mi maridín, ese hecho todavía me causaba más cabreo y mala ostia. Cuando me aburrí de esperar y las ganas de morbo desaparecieron, decidí volver a casa y dejarlo para otro día que pudiera tener más suerte en la cacería de machos.

 



    Me despido apresuradamente hasta la próxima, debido sobre todo a que he terminado con el coño húmedo y necesito pajearme urgentemente.