Mi primera intención para este reportaje
que hoy os hago llegar, era contaros un episodio que viví las vacaciones
pasadas y en el que conocí a un chico que merecía la pena volverlo a ver y
disfrutar mucho más a fondo. Como digo, esa historia era la que tenía en mente,
pero los hechos que sucedieron el jueves de la semana pasada me han movido a
relatar estos últimos, por ser más recientes y también para que a más de alguno
le sirva de lección.
El 7 de enero de este año, recibí un
mensaje de un seguidor cuyo nick era Richard, me dio también su nombre, que no
sé si es real o no, pero por si acaso no lo voy a revelar, en dicho mensaje se
declaraba admirador mío, pero sin embargo, aún desconocía la existencia de mi
blog, se la facilité para que me conociera más a fondo y también para que
estuviera al tanto de las condiciones que pongo para conocer posibles amantes.
Al día siguiente me volvió a escribir
diciéndome que todo lo que había visto le había encantado y que le apetecía
mucho conocerme, el mensaje era tremendamente escueto y falto de erotismo o
sensualidad, cosa que le hice saber diciéndole que si pensaba comportarse con
ese tipo de morbo, difícil lo íbamos a tener para llegar a nada. Me contestó
enseguida, asegurando que él era muy morboso y que sabría estar a la altura del
momento.
A ese correo siguieron varios más y aunque
en ellos, ponía alguna cosita más atrevida, seguían siendo escuetos y
adoleciendo de lo mismo, así que me dio la impresión de que no íbamos a ninguna
parte y tuve la convicción de estar perdiendo el tiempo hasta que sucedió una
cosa que me hizo cambiar de opinión y continúar adelante, fue el hecho de que
me demostrara su confianza, enviándome dos fotos vestido y mostrando su rostro
y cuerpo, que además no me disgustaron, ya que lo vi muy limpio, bien arreglado
y con un cierto atractivo que entraba dentro de los parámetros que yo busco a
la hora de poder mantener un encuentro sexual, aún así y como ya sabéis,
faltaba esa cita previa que siempre tengo, para comprobar decisión y feeling
mutuo.
Los correos continuaron demasiado seguidos
para mi gusto, sobre todo por lo aburridos que me resultaban. Además, los
calentamientos virtuales ya sabéis que no me gustan. Fueron pasando los días y
a primeros de febrero me envío un nuevo mensaje, en el que me pedía que le
diera una fecha para poder tener una primera cita, debido a que en ese mismo
mes tenía que desplazarse a Zaragoza por asuntos de trabajo y en función de mi
disponibilidad, quería programar su agenda para poder verme.
Aunque con la chispa de la desconfianza
rondando por mi cabeza, sobre el morbo que podría aportarme, me pareció
perfecta su petición y le di unas fechas en las que yo podría verle, casi con
la total seguridad. Estaba dispuesta a comprobar in situ, si en persona se
podría mostrar más decidido y sabría tratar al cornudo con la vejación o
humillación que a mí me gusta que se ejerza sobre él. En uno de sus correos me
había propuesto emplear lenguaje obsceno y fuerte en la cita, cosa que me
excita y al ciervo lo humilla mucho más.
Me confirmó que las fechas le cuadraban, y
a partir de ese momento sus correos empezaron a girar en que le gustaría que para
la cita llevara medias de color carne y a ser posible de rejilla o con costura,
un determinado tipo de zapato que a él le ponía caliente, me preguntó de que
color llevaba el pelo e incluso me insinuó, si no me apetecía teñírmelo
pelirrojo, también me pidió que llevara el colgante del As de picas cuando nos
citáramos, en fin un cúmulo de fetiches a los que normalmente no hago ni puto
caso.
Mientras llegaban las fechas acordadas,
los correos minimalistas no dejaban de llegarme, algunos los respondía y otros
eran tan escuetos y sin sentido que ni me molestaba. Los días fueron pasando
con esa interminable retahíla de misivas, hasta qué faltando una semana para la
cita, le di mi teléfono con el fin de tener una primera conversación e ir
planificando el encuentro más directamente y de viva voz.
Contactamos telefónicamente y me dijo el
hotel en el que se iba a hospedar y su pretensión de vernos en el mismo; yo le
respondí que esa no era esa mi manera de llevar la primera cita, tal y como
expongo en mis condiciones. Le propuse entonces otro lugar, que estaba bastante
cercano de su alojamiento con el fin de facilitarle el desplazamiento, además y
por si fuera poco, incluso le ofrecí la posibilidad de recogerlo en la puerta
del hotel e ir en mi coche al Eskandol, que era el pub donde me pareció un
lugar muy adecuado para conocernos y en donde si se daba la buena sintonía
entre ambos, podríamos morbosear sin problema alguno. Rechazó mi ofrecimiento y
dijo que mejor iría en taxi (eso ya me sonó bastante extraño).
Durante esa llamada, comprobé que Richard
tenía una bonita voz y que era educado, pero seguía siendo carente de cualquier
morbo. A partir de ese instante, los mensajes que prácticamente eran diarios,
se cortaron de repente durante tres ó cuatro días, eso me hizo pensar que algo
no le había gustado y sin darle mayor importancia por mi parte, decidí pasar
página, pero pasado ese tiempo, volvió a ponerse en contacto conmigo,
pareciendo firme en su propósito de conocernos. Le aseguré que a las 10 de la
noche estaría en el club y él por su parte me confirmó su presencia. Le dije
que un par de horas antes, me llamara de nuevo, confirmándome la cita de viva
voz, ya que, si no lo hacía así, yo no me molestaría en acudir.
El jueves de la quedada, tuve un día duro
y complicado en el trabajo, pero soy muy maniática de la formalidad y aunque
apuré los asuntos que tenía sobre la mesa, me dejé algunos inacabados, cosa que
lógicamente me trastocarían el siguiente día, pero bueno, el morbo y el vicio
también merecen algún esfuerzo. Llegué a casa sobre las 8 de la tarde, le dije
al cornudo que me preparara un baño y la ropa sexi que yo le indiqué; la elegí
pensando que a Richard le gustaría, además decidí ser complaciente con alguno
de sus fetiches y ponerme el colgante del As de picas, además de los zapatos de
tacón alto.
Al salir del baño y para mi enorme
sorpresa (aunque ya debiera estar acostumbrada) recibí la llamada de Richard,
comunicándome que tenía mucho trabajo y que no le iba bien acudir, me preguntó
también por el precio de la entrada y le contesté que a los chicos les cobraban
ese día 20 euros con dos consumiciones. Su respuesta fue surrealista y la
consideré casi despreciativa, me dijo, que pagar eso para un poco tiempo, no
merecía la pena. Me volvió a preguntar, si me podía pasar por el hotel, le
volví a repetir que yo no hacía las cosas así, diciéndole además, que mi forma
de vestir sexi, no es la adecuada para estar en un lugar tan público, sobre
todo pensando que estoy en mi ciudad, en donde conozco a mucha gente que no
sabe de mi forma de vida libertina. Al final y en vista de que me dio la
impresión de que dudaba, le aseguré que en mi caso y ya que me había hecho a la
idea de morbosear, acudiría al Eskandol y en el caso de que cambiara de
opinión, a partir de las 10,30 allí me podría encontrar.
Tenía la esperanza de que al final
recapacitara y tuviera decisión para acudir a la cita, desde luego lo del
trabajo me pareció una excusa totalmente absurda, no tenía tiempo para vernos
en el pub, pero si para quedar en el hotel, ¡Anda Yaaaa!.
El vestuario que me puse para la ocasión y
que podéis ver en las fotos, es el que había elegido para resultarle atractiva
a Richard, ¿Qué os parece?..., ¿Desaprovechó la ocasión?... yo creo que SI. En
vista de lo acaecido, decidí que si se presentaba la oportunidad no
desperdiciaría la ocasión de divertirme, como así sucedió. De ahí el título de
este post, que creo, le va como anillo al dedo por todo lo que sucedió esa
noche: "A REY MUERTO, REY PUESTO"
Cuando llegamos al Eskandol, me encontré
al entrar, con que había dos clientes en la barra bastante distanciados entre
sí, le señalé a mi perro donde debía sentarse y yo quedé a su lado, aunque no
muy distanciada de uno de los hombres. Como los taburetes son de tipo alto y a
mí me resultan bastante incómodos, sobre todo, cuando llevo ropas ceñidas, le
ordené al cornudo que lo bajara, pero con su torpeza y poca fuerza habitual, no
sabía como hacerlo, entonces el hombre más cercano, diligentemente se ofreció y
muy amablemente lo hizo descender hasta dejarlo en la altura que yo me
encontraba cómoda, le di las gracias, pero por el momento no sucedió nada más.
Con el rabillo del ojo veía como ese chico
me lanzaba miradas continuamente, recorriendo mi cuerpo de arriba a abajo, así
que pasado un tiempo, le dije a Porky de meternos a la parte de dentro, donde
se encuentra el cuarto oscuro y una pequeña salita para bdsm. Ese breve paseo
lo hice con la intención disimulada de al volver a la barra, ponerme más cerca
del hombre que me pareció podía ser la mejor opción para algo de morboseo.
Al otro lado de la barra,
sirviendo copas, estaban un chico y una chica, ella ataviada con una prenda muy
sugerente que dejaba escapar sus abundantes pechos; ambos muy simpáticos y
agradables, comenzamos a charlar y no tardó nada en unirse el cliente a la
conversación, rompiendo el hielo poquito a poco y ganando en confianza.
El hombre se mostró dialogante y divertido,
me cayó bien y estuvimos riéndonos y hablando, durante unos diez minutos,
transcurridos los cuales, le dije al ciervo, (qué en silencio como buena
mascota, asistía a la escena), que fuéramos de nuevo al cuarto oscuro, lo hice
elevando la voz bastante, para que mi intención de morbosear fuera muy clara.
Estuvimos dentro unos minutos, pero no acudió ninguno de los chicos, así que
otra vez, seguida de mi mascota, salimos de nuevo y todavía me puse más cerca
del mozo, esperando algún tipo de reacción por su parte. Reanudamos la
conversación con los camareros y por fin, no habrían pasado ni cinco minutos,
cuando sentí como una mano acariciaba mi culo suavemente, recorriendo el glúteo
izquierdo en toda su extensión, me encantó la situación: El cabestro a mi
derecha, el macho decidido a mi izquierda magreándome el trasero y también mi
casi desnuda espalda, mientras ignoraba al cornudo descaradamente y para más
morbo, los camareros enfrente, hablando, pero al mismo tiempo, dándose cuenta
de todo lo que estaba pasando y de lo patético que es mi cornudo maridín.
Para aportar un punto más de erotismo al
momento, le pregunté al chico por la opinión que le merecía el sujetador que
llevaba puesto esa noche, ya qué, según el bobo astado, lo veía demasiado
provocativo. Me bajé la parte de arriba del vestido y le enseñé la prenda y
como es obvio, mis tetas con los pezones bastante erectos, quedaron expuestas a
los ojos de todos los presentes, me gustan mis pechos y me encanta exhibirlos.
Ese sujetador lo había pagado el cabestro y
lo estrené ese día para que lo hubiera disfrutado Richard, pero al ser la
primera vez que lo llevaba puesto, comprobé que en el centro tenía una pieza
dura, que con el paso de la noche, se me clavaba en el canalillo haciéndome una
pequeña rozadura, se lo dije a Jesús (Nombre ficticio) y amablemente trató de
doblar la pieza hacia afuera, mientras rozaba mis tetas provocándome unos
agradables escalofríos, no pudo conseguirlo ya que se trata de un plástico duro
recubierto con la tela y existía el riesgo de estropear la prenda.
Me volví hacia cuernitos, (al que tenía
totalmente ignorado) y le ordené de nuevo volver a entrar en el cuarto oscuro,
pensando que esta vez sí que acudiría Jesús, yo iba ya bastante guarrona. Nada
más penetrar en la oscuridad me quité la braguita y se la di al cerdo para que
la guardara, le dije que mientras esperábamos a ver que sucedía, me hiciera
algunas fotos, como podéis ver en ellas, estaba bastante puta y en contra de
mis principios posé de forma bastante cochina mostrando mi chocho con todo
descaro, os confieso que ahora y en frío tengo un cierto reparo en publicarlas,
pero bueno, quizás a alguno de vosotros le guste verme así de provocadora y
zorrona.
El tiempo pasó y Jesús esta vez y para mi
decepción, tampoco tomó la decisión de entrar, volví a salir seguida por el
cerdito y me coloqué de nuevo al lado del macho indeciso, que enseguida retomó
los tocamientos, lo hizo sin reparo alguno por la presencia del cabrón cornudo,
incluso llegado un punto, se puso detrás mío y comenzó a masajearme la espalda,
nuca y brazos, mientras se arrimaba a mi cuerpo, todo ello hacía que
inevitablemente se me pusieran los pelos de punta, me gustaba lo que me hacía y
sobre todo como pasaba del cornúpeta que estúpidamente contemplaba como su
mujercita era magreada por un perfecto desconocido.
Me apeteció hacerme más fotos delante de
los presentes, así que le pregunté al camarero si lo podía hacer en el
escenario y no me puso ninguna pega, entonces y dirigiéndome principalmente a
Jesús dije, - Me voy a hacer fotos, si a alguno le apetece salir en ellas,
estaré encantada. Me gustó la decisión del macho que como un resorte se apuntó
de inmediato, como podéis ver, se colocó sobre el escenario, posando conmigo,
bien arrimado y en las putas narices del cabestro nos estuvimos sobando y
morboseando mientras el muy perro hacía su patética labor cornuda, como tiene
por obligación.
Prácticamente, de esa forma y con un buen
calentón, terminó la noche, me lo pasé muy bien con Jesús. Me confesó que era
la segunda vez que había acudido a un pub swinger y que en la primera, unos
pocos días antes, no había hecho nada, así que casi lo desvirgué yo. Por todo
lo que me contó y por su forma inexperta de comportarse me creí totalmente todo
lo que me dijo y en honor suyo debo decir, que aunque inexperto, tuvo más
decisión que muchos de los que frecuentan estos locales habitualmente.
Si casualmente, coincido con Jesús en
alguna otra ocasión, me encantará volver a hablar y quizás morbosear, aunque
también os digo que para tener sexo completo con él, no lo veo, se trata de una
persona que no entra dentro del patrón físico que como todos sabéis me gusta.
Pero también tengo muy claro que para tener un buen rato y disfrutar no siempre
es necesario follar.
En cuanto al capítulo: Richard..., pasó
que al día siguiente recibí un nuevo mensaje, diciéndome las enormes ganas que
tiene de conocerme, preguntándome si lo había pasado bien la noche anterior, y
asegurando que en otro viaje que haga por Zaragoza ya volveremos a quedar, o en
su defecto, en el caso de que yo me desplace a Madrid.
Estoy convencida de que su
intención, no es otra que volver a reanudar esa cadena abrumadora de correos
sin sentido, que a mi tanto me aburren, pero que a él parece que le causan otro
efecto muy distinto. Mi respuesta la podéis imaginar. Me gustaría saber que
pensáis vosotros de su comportamiento y que debería haberle contestado, a ver
si coincidimos.