Hola amigos, espero que estéis pasando un buen y morboso verano, yo del mío no me puedo quejar hasta el momento, aunque todavía no está siendo tan vicioso como me gustaría.
Comienzo este reportaje contándoos que hará cosa de un par de meses, tuve la ocasión de reencontrarme con mi buen y querido amante Don L. En principio la cita era solamente para tomar un café y contarnos como nos va la vida, ya que hacía bastante tiempo que no nos veíamos, pero cuando te encuentras con una persona con la que has tenido tanta complicidad y buen sexo, una cosa es lo que la cabeza pueda pensar y otra muy distinta lo que el cuerpo te pide.
Previamente habíamos acordado encontrarnos al lado de un centro comercial y de allí ir a una cafetería los tres, porque cómo ya sabéis, siempre voy acompañada por mi mascota cornuda. El problema es que yo con Don L., no puedo evitar tener un trato especial, que se ha ido gestando a través de los intensos y viciosos encuentros que hemos mantenido a través de los años desde que nos conocimos y también por todo el interés que siempre ha puesto para dejarme satisfecha y muy bien follada, sin olvidar que sabe muy bien cómo tratar, denigrar e incluso en un par de ocasiones, montar al ciervo cornudo que tengo por marido, para proporcionarme esa excitación que me produce el ver cómo le taladran y le ensanchan el ojete por ser tan maricona y poco hombre.
Por esos motivos, fue inevitable que al ver a mi Macho, se agolparan en mi cabeza infinidad de recuerdos morbosos vividos con él, y me apeteciera tomar ese café más íntimamente a solas los dos, molestándome por ello, la presencia del bobo cornudo, que como obediente mascota se aprestaba a seguirnos.
Me volví hacia Porky, parándole en seco y
le ordené que se quedara esperando en el coche hasta que yo volviera. Le dimos
la espalda, y con Don L. cogiéndome de la cintura montamos en su auto, donde antes
de arrancar, nos dimos ese primer beso tanto tiempo deseado.
Fuimos a una cafetería no demasiado alejada, donde estuvimos hablando durante un corto espacio de tiempo, debido sobre todo a que a los dos nos entraron bastantes ganas de rememorar sesiones anteriores y de sentir esas caricias sexuales que siempre y en todos los encuentros nos prodigamos mutuamente hasta ponernos calientes como perros en celo.
La cuestión en ese momento era donde poder dar rienda suelta a nuestros deseos, en un primer momento pensé en el coche, pero para grabar, siempre es bastante dificultoso hacerlo. De repente me acordé de un parquecillo cercano poco transitado y le propuse a mi Macho de ir allí a ver que podíamos hacer, ya que nunca había estado en él para algo así.