sábado, 20 de agosto de 2022

MI ALBUM DE FOTOS X - 2007 y 2008

 


    Comienzo esta serie de reportajes explicando la motivación, en cierto modo liberadora, que me ha llevado a escribirlos

 

     La decisión la tomé el sábado de la semana pasada, ese día acudí con Porky a la celebración de las bodas de plata de una parejita, con los que tenemos amistad desde la adolescencia. Al llegar tuvimos la alegría de encontramos con muchos compañeros de juventud, con los que habíamos perdido el contacto desde hacía años. Aclaro que todos ellos forman parte de mi vida "normal". Entre los presentes se encontraba una muy buena amiga que especialmente me encantó volver a ver. Venía acompañada de un señor que nos presentó como su marido y que me pilló de total sorpresa ya que no tenía ni idea de que se había casado y que, según nos dijo, habían decidido pasar por el altar hacía poco más de cinco años.

 

     Creo que a estas alturas ya conocéis, más que de sobra, cuales son mis gustos a la hora de vestirme sexy, y aunque por supuesto que para aquella celebración no iba a ponerme tan llamativa como me suelo vestir cuando salgo a zorrear, resultaba obvio que la ropita que opté por ponerme ese día llamaba bastante la atención. Elegí para la ocasión un vestido muy cortito, color burdeos, adornado con un buen escote en forma de pico que dejaba ver todo el canalillo, además de una buena parte de mis pechos. Por la parte posterior, la espalda quedaba totalmente abierta hasta la cintura, dejando ver claramente la ausencia de sujetador. Quizás os pueda parecer presuntuosa al decir que mi imagen resultaba altamente seductora y me hacía destacar sobre las otras mujeres, pero era así. Además, si a ese vestuario se le añadía el complemento de unas bonitas sandalias de color marrón acharolado con un alto tacón de aguja, os podéis hacer idea de que el resultado quedaba bastante explosivo. No os pongo fotos de ese día, por si alguno de mis amigos las pudiera ver, ya que por mi llamativo atuendo no le resultaría en absoluto difícil poder identificarme y de rebote atar cabos sobre mi vida viciosa, cosa que siempre hago lo imposible por preservar, así como la de cualquiera que entre a formar parte de ella, sea como corneador o como sumiso.

 

     Casi todos los invitados, tanto mujeres como hombres, acompañaron el saludo de rigor con algún piropo halagador, más o menos discreto, que obviamente recibí con mucho agrado, ¿a qué mujer no le gusta ser piropeada?, hasta que llegó el turno de Alejandro, marido de mi amiga Charo. El muy maleducado, de una forma casi grosera, ignorando a su mujer y también a Porky que se encontraban a mi lado, me plantó su manaza en la espalda desnuda y me soltó al oído.

   - No sabía que en esta fiestecita me iba a encontrar una mujer como tú, no te he quitado el ojo de encima desde que has entrado, me resultas superexcitante.

    El gesto con el que me le quedé mirando reflejó lo desagradablemente sorprendida que me había dejado por la falta de respeto y discreción que había tenido. Aun así, él siguió diciéndome impertinencias.

   - Qué callado se lo tenía tu amiguita. Lo siento si no te parece correcto lo que te digo, pero no puedo evitar decirte que estás buenísima.

    Sus palabras me dejaron muy incómoda por la forma grosera de comportarse delante de su esposa y del tono tan sucio o baboso con el que me soltó la frasecita. Le respondí con un "gracias" de compromiso, bastante seco y cortante,  y me aparté de él rápidamente, alejándome de su lado. Aquella frase me pareció totalmente improcedente entre amigos, además de que el tío ya me había desagradado desde el principio. Tampoco sabía muy bien el porqué, sería por mi intuición femenina con los hombres, pero en cuanto me lo presentó mi amiga, sentí un fuerte rechazo hacia él.

 

    Cuando nos sentamos a la mesa, aquel cabrón machista, casi empujando a los conocidos que se querían poner a nuestro lado, consiguió hacerse hueco hasta poder colocarse en la silla de mi izquierda, quedando sentado entre mi amiga y yo, mientras que a mi derecha quedaba el tonto de Porky, sumisamente mudo. En el transcurso de la comida, Alejandro solamente tenía ojos y palabras para mí, lo que me resultó tremendamente pesado y además me hacía sentir bastante mal por mi amiga, que con la actitud de su marido debía sentirse tremendamente ninguneada. Únicamente se volvió hacia ella en dos ocasiones y fue para pedirle en una de ellas que le acercara el pan y en la otra el vino. El muy cerdo, con poco o nada de disimulo, se pegaba a mi costado para hablarme cerca del oído, dando muestras de muy mala educación al hacerlo, pero con la clara intención de que no escucharan Charo o Porky toda la serie de comentarios subidos de tono que me iba soltando mientras degustábamos el ágape. Su pierna no paraba de rozar la mía y su sudorosa mano se posaba, como de forma casual, unas veces en mi brazo y alguna que otra vez en mi desnudo muslo. No voy a negaros que con tanto manoseo yo estaba algo caliente debido al cariz morboso de la situación, pero al mismo tiempo, también me sentía bastante incómoda por lo que pudiera estar sintiendo mi amiga, cuya amistad no quería estropear bajo ningún concepto, y menos por culpa del baboso que se había buscado por marido. Lo que pensara o sintiera Porky me importaba un bledo y estoy convencida de que Alejandro se había percatado, casi desde el principio, del carácter apocado y sumiso de mi marido. Su forma de ignorarlo y su descaro hacia mí en las narices de él, lo evidenciaba. Yo estaba ya cansada de todo aquello. Deseaba que se acabara la comida para levantarnos y alejarnos de tan desagradable compañía y bien que lo sentía, por no poder hablar más con mi querida amiga Charo, a la que le tengo un cariño muy especial. Si ella no hubiera sido tan amiga mía y su marido me hubiera gustado, aunque solamente fuera un poquito, la cosa seguro que hubiera terminado de otro modo mucho más…, en fin, ya sabéis.

 

     Y por fin llegó el apetitoso postre, que consistía en un helado de turrón con chocolate caliente y nata. Me gusta mucho el dulce, así que comencé a comerlo golosamente, estaba buenísimo, pero para no mancharme el vestido lo hice inclinándome un poco hacia delante, sin darme cuenta de que en esa posición el escote se ahuecaba y Alejandro, que no paraba de mirarme, podía ver mi pezón derecho casi totalmente expuesto. Me sorprendió, una vez más,  la desagradable voz del puto machista mirándome obscenamente y diciendo en voz tan alta que lo pudieron escuchar todos los comensales más cercanos.

   - Esta nata la pondría yo en otro sitio para comérmela a lametones.

    Ese comentario lo hizo con la voz entrecortada de vicio y recreándose con su mirada de pervertido baboso que iba desde mis tetas a mis ojos, de manera inquisitiva, seguramente esperando algún gesto mío de aprobación, cosa que me cuidé mucho de no hacer. Todos los comensales cercanos que se dieron cuenta de lo que estaba pasando, sobre todo los que estaban frente a nosotros, quedaron mudos y expectantes, mirando el cuadro tan extraño que componíamos las dos parejas. Sobre todo me di cuenta de que esperaban alguna reacción, tanto de Charo como de Porky. Pero este último, en su patetismo y cobardía habitual, seguía sin levantar la vista del plato como un puto imbécil, mientras que mi amiga no reaccionaba y se limitaba a bajar la cabeza sumisamente. Aquel tenso silencio se rompió cuando el machito de mierda, que había tomado más vino de la cuenta, se volvió hacia su esposa y le espetó de manera desconsiderada:

   - Mira a ver a si te encargas de montar alguna otra celebración como esta, pero que no se te ocurra olvidarte de invitar a Dana, porque si ella no viene te podrás meter la fiesta donde te quepa.

   Mi amiga en aquel instante se puso colorada como un tomate, mientras mostraba una sonrisa de compromiso queriendo quitar hierro al comentario, aunque se la veía bastante afectada, cosa que a aquel cabrón parecía que le daba igual. Seguidamente y como envalentonado por el silencio de todos, continuó diciendo con lengua estropajosa (no sé si a consecuencia de la bebida o de lo verraco que iba el hijo de puta):

   - Ya te podías vestir con la clase que lo hace tu amiga, ¡qué pareces una monja, coño!, qué hasta las bragas te las pones de abuela. Cuando lleguemos a casa te voy a follar y no solo una vez. Pero ten por seguro que lo haré pensando en otra personita, porque si pienso que te la estoy metiendo a ti se me baja la polla.

    La frase fue lo más demoledor que había escuchado nunca (ni Porky en sus tiempos de machito había sido capaz de decirme algo tan degradante). Además, para que todo resultara más deplorable para mi amiga, mientras se explayaba tan groseramente, aquel cabrón sujetaba a mi amiga por la nuca de manera despectiva, e incluso algo violenta, sin importarle como le estaba estropeando el bonito y favorecedor peinado que lucía ella.

    El muy cerdo se volvió hacia mí mientras me miraba más libidinosamente de lo que hasta entonces había hecho, plantándome toda su manaza en el muslo, pero tan arriba que casi llegó a tocarme el chocho.

 

    En ese momento Charo no pudo resistir más y se quebró. Se levantó llorando y se disculpó como pudo, escondiendo el rostro, mientras decía que no se encontraba bien. Estuve a punto de abofetear al puerco delante de todos, pero no quise aumentar más aún el escándalo que estaba dando, así que le di un buen pellizco en la mano para que la retirara de mi entrepierna, mientras me levantaba airadamente con la intención de acompañar a mi amiga y tratar de calmarla. Salimos a una especie de jardincillo en el que había dos o tres bancos protegidos de las miradas por frondosos setos. Nos sentamos en uno de ellos, mientras yo la abrazaba y trataba de consolarla. Pasaron unos pocos minutos hasta que Charo, llorando desconsoladamente, se empezó a lamentar de lo mal que se sentía porque no era capaz de complacer a su marido a pesar de que lo intentaba continuamente. Me contó que había probado con lencería sexy y a maquillarse, pero que la reacción de él había sido la de decirle piropos tales como: "Aunque la mona se vista de seda, mona se queda", o cosas tan desagradables como: “No pierdas el tiempo en pintarrajearte, pareces una puta vieja desesperada de rabo”. Tengo que decir que mi amiga tiene tres años menos que yo y que no es nada fea, quizás un poco gordita, pero estoy segura de que muchos tíos estarían encantados de hacerle un buen favor o más de uno. Ojalá Charo pueda comprobar esto no tardando demasiado tiempo.

 

    Llegados a ese punto le expliqué que la entendía más de lo que ella pudiera suponer. Le conté que Porky había sido un puto machista en el pasado, muy parecido a su querido Alejandro, pero que eso fue antes de que yo aprendiera a reconducir su vida. Le pregunté en ese momento si recordaba ella la forma en que mi marido se comportaba en el pasado. Me contestó que se acordaba muchísimo y que, precisamente por eso, se había sorprendido muchísimo viendo lo dócil y atento que ahora se mostraba conmigo. Y que viéndome a mí vestida de una forma tan sexy y llamativa, además de la desenvoltura en cómo me movía, le había supuesto todo un shock y una buena dosis de envidia sana. Me dijo que incluso le había costado reconocernos, debido a lo cambiados que nos había visto, ya que no parecíamos para nada las mismas personas que ella recordaba. En ese instante yo le confesé, sin entrar en detalles escabrosos, que hacía ya bastantes años que había tomado la decisión de rebelarme y emprender el camino que había llevado a nuestro matrimonio a la forma de vida actual. Le hice saber que no había sido fácil y que tuve que esforzarme en aprender cosas que ni sospechaba que existieran, pero que al final todo mi esfuerzo había merecido la pena, sobre todo para mí. Aunque para Porky no tanto, los frutos de mi trabajo estaban a la vista y ya los había podido apreciar. Resultaba obvio que para mí había supuesto un renacimiento y un cambio totalmente gratificante.

 

     Mientras me escuchaba, mi amiga se mostraba confundida, pero al mismo tiempo prestaba muchísima atención a todo lo que yo le estaba explicando. Me ofrecí entonces a irle dando una serie de consejos para conseguir que todo cambiara también para ella, asegurándole de que si era capaz de llevar a cabo mis enseñanzas, acabaría por conseguir tener un futuro muy diferente al que le esperaba como no se atreviera a coger el toro por los cuernos (nunca mejor dicho). Por si le quedaban dudas, le ofrecí la posibilidad de poder presenciar una demostración de mi poder sobre Porky en la actualidad. Le hice saber que se lo podía demostrar en vivo y en directo, aunque también le quise aclarar, para evitar sorpresas desagradables, que presenciar una muestra de mi dominio sobre mi marido, podría resultarle dura ahora, aunque seguro que no tanto en un futuro próximo siempre que se decidiera a hacerme caso. 

         

    La situación, tan sumamente desagradable que ese día se dio en la celebración, fue el detonante de que a mi mente acudieran recuerdos que casi había conseguido olvidar y a consecuencia de ellos, no pude evitar ponerme en la piel de mi amiga. También resultó inevitable, el que a mi cabeza acudieran las imágenes y sensaciones degradantes de toda la serie de amargos episodios que me tocó sufrir en aquellos abominables años en los que tuve que vivir situaciones tremendamente parecidas, siempre provocadas por el hijo puta de mi marido. Os confieso que en aquel momento, Porky tuvo más que suerte de que no estuviéramos en casa o en un sitio discreto, porque con toda la mala leche que bullía en mi interior, me entraron unas ganas tremendas de retorcerle los cojones hasta hacerle gruñir o arrancárselos como a un cerdo. En los días posteriores, el desasosiego hizo presa en mí y no podía evitar encontrarme bastante mal. Lo sucedido me había hecho retroceder mentalmente al pasado y necesitaba como fuera liberarme de ese tremendo malestar. Fue entonces cuando decidí que podía servirme como terapia el ponerme a recordar la forma en que mi vida había dado ese giro de 180 grados que todos vosotros conocéis y que me llevó a ser la mujer dominante, corneadora y viciosa que soy en la actualidad. Y qué mejor forma para ahondar en esos recuerdos, que echar mano de MI ÁLBUM FOTOGRÁFICO X. Álbum que desde los primeros momentos en que empecé a confeccionarlo, me supuso una dosis de muchísimas satisfacciones, además de morbo, pero eso sí, sin sospechar ni por un momento lo abultado y extenso que terminaría siendo.

 

      Sin más dilación y con el fin de aliviarme de aquella carga mental que me había sobrevenido tan inesperadamente, no lo pensé mucho más y ayer mismo me puse a la faena. Para llevar a cabo mi proyecto, comencé a rebuscar en mi archivo de fotos secretas. Al volverlas a ver después de tanto tiempo, he podido comprobar más fehacientemente la enorme evolución que experimentó mi vida y de lo inmensamente agradecida que estoy a todos aquellos que me guiaron por el camino de la perversión, enseñándome cual era la mejor manera para recorrerlo, sabiendo sortear los posibles baches que me pudieran surgir y, sobre todo, dándome infinidad de ideas para socavar la integridad de la mente machista de mi marido, usando para ello, cualquier tipo de artimaña engañosa al principio y más adelante sádica crueldad, hasta convertirlo en lo que hoy es: un puto y obediente esclavo.

   Aunque el pago a mis maestros por sus perversas enseñanzas ya se lo cobraron en su momento a base de largas y viciosas sesiones de sexo que, por supuesto, yo también disfruté como una perra cachonda, sintiéndome mujer por primera vez en toda mi vida, no puedo evitar el seguir estándoles agradecida y quien sabe si en algún momento me vuelvo a cruzar con alguno de ellos, no les siga dando las gracias tan ardientemente o incluso más a como se las di en su momento.

 

      Estas fotos tan discretitas son las primeras que, por morbo, le pedí a Porky que me sacara. Lo hizo encantado, parecía un chico con zapatos nuevos (pobrecito, no podía ni imaginar todo lo que se le venía encima). Me pareció percibir que ya empezaba a valorarme bastante más de lo que hasta entonces había hecho. Quizás fuese debido a que hacía muy pocos días le había sido imposible negarse a presenciar como Jorge (mi primer macho, como ya pudisteis leer al principio del blog) sabía tratarme como la mujer que soy y como, pocos minutos después, su gorda polla penetraba mi vagina, mientras no dejaba de morrearme ardientemente, follándome sin descanso, con duras estocadas a un palmo de sus narices, al mismo tiempo que lo humillaba con palabras vejatorias que cuando yo las escuchaba, en lugar de rechazarlas, me ponían extremadamente cachonda, sin entender cómo la infame degradación de mi marido me estaba produciendo semejante excitación.

 

     Los que seguís el blog desde el principio ya sabéis que en aquel inicio de su vida cornuda, Porky terminó llorando, desesperado y diciéndonos que se quería morir. Os confieso que a pesar de lo a gusto que me sentía con el duro rabo de Jorge abriéndome la rajita con sus fuertes movimientos de pelvis hasta que sus huevos no le permitían penetrar más adentro de mí, también me perturbaba la llorosa actitud del ciervo, e incluso me dio algo de miedo su reacción, pero debido a la calentura que llevábamos, no por eso dejamos de follar, hasta que con un gruñido casi animal la leche de Jorge inundó el interior de mi vagina con espesos trallazos blanquecinos, dejándome no solo empapada sino también extenuada, ya que nunca me habían jodido de una forma tan intensa y salvaje. Cuando terminamos el coito y recuperamos el resuello, nos acercamos los dos a la esquina donde mi pobre maridín se había sentado en el suelo hundido y cabizbajo. Lo vimos en un estado bastante lamentable, psicológicamente parecía muy tocado. Así que, haciendo de tripas corazón, tratamos de consolarlo y animarlo, sin conseguirlo totalmente.

 

     Cuando me hizo esta primera serie de fotos, el incipiente cornudín se pensaba que lo que había sucedido aquella noche en el PK2, no había sido otra cosa que un desliz pasajero y que ya no se volvería a repetir. A pesar de lo discretas que son las instantáneas (todavía me faltaba mucha decisión), Porky, como ya he dicho antes, se puso muy contento mientras disparaba la cámara fotográfica y además se excitó y terminó con la pilila tiesa. En ese momento, con rostro de cerdo algo congestionado, me pidió que nos acostáramos juntos. Accedí a ello, quizás llevada por un cierto sentimiento de culpa, ya que todavía no había terminado de asimilar mi incipiente transformación y, ante lo ocurrido, me sentía algo avergonzada por todo lo que había disfrutado con Jorge. La jodienda con el ciervo fue como siempre, un auténtico desastre ya que el muy bobo, con su acostumbrada inutilidad, se corrió casi antes de metérmela y yo me quedé a dos velas como siempre que lo hacía con él. Pero gracias a todo lo vivido con Jorge en aquella viciosa noche, tuve la suerte de poder hacerme una maravillosa y cachonda paja, recordando las acometidas que me había dado un hombre de verdad. Como veis en estas fotos se me ve mucho más jovencita, y con muchas menos curvas que ahora y desde luego con las tetitas bastante más pequeñas.








     Cuando me decidí a hacerme estas primeras fotos, me encantó contemplar cómo se me veía en aquellas poses algo picantes, que en aquel momento me parecieron lo más de lo más en cuanto a morbo, y me sentí genial por haberme atrevido a posar así. Pero claro, ya sabéis lo que pasa cuando se empieza un melón y está rico, que luego resulta bastante difícil dejar de comerlo. Eso es, más o menos, lo que me sucedió a mí y al poco tiempo ya me picaba el gusanillo de hacerme algunas fotos más, pero en esa ocasión quería ser más atrevida y mostrar alguna parte más de mi anatomía, así que pasados un par de días, le dije al incipiente cornudo que me sacara otra serie de instantáneas.








      Como veis en esas imágenes ya me atreví a enseñar mis tetitas más descaradamente. No lo tenía aún muy claro, pero por mi cabeza ya empezaba a rondar la idea de que alguien más las pudiera ver, y al pensar que eso pudiera suceder no podía evitar que me provocara una cierta excitación, que más tarde debía calmar pajeándome el clítoris mientras recordaba todo lo morboso que me había hecho vivir Jorge en el PK2.

 

        Mientras Porky me tiraba esta segunda tanda fotográfica, al igual que le sucediera la vez anterior, se le volvió a enderezar la pollita y, claro, como no podía ser de otra manera, el cerdito me volvió a pedir que le dejara metérmela. A mí cada día que pasaba me apetecía menos tener sexo con semejante inútil, así que rápidamente le puse una excusa para no hacerlo, aunque para quitármelo de encima y que no me siguiera molestando, le permití que se pajeara tocándome el culo, pero eso sí, con la prohibición de apartar o quitarme la braga. El marrano baboso tomó posición, se sentó a mi lado en la cama, y mientras me sobaba las nalgas comenzó a jalarse el rabito como un mono salido. Con lo poquito que aguanta, a los cuatro meneos se corrió entre gruñidos, manchándome las piernas con su asquerosa lechecita.

 

     Al día siguiente, con toda la información que me iba llegando a través de internet, y sobre todo siguiendo los consejos que Jorge me había aportado, me encargué de calentar al cornudo con la sibilina finalidad de manejarlo mejor y le dije que me gustaría atarlo a la cama para jugar con él eróticamente. En principio, y creo que pensando en su posible satisfacción sexual, accedió a mi petición, aunque en su puñetero machismo habitual se atrevió a ponerme como condición que primero me debía atar él a mí. El hijo de puta se empeñó en hacerlo así y, como no había forma de que cambiara de opinión, accedí sin ningún entusiasmo y me dejé atar las manos al somier de la cama. Cuando me tuvo sujeta de la parte superior, el puto cabrón sacó un antifaz que empleaba para dormir y, riéndose de una forma que no me gustó nada, me tapó los ojos privándome de la visión. Escuché como salía de la habitación dejándome sin posibilidad de soltarme, hasta que al poco sentí de nuevo sus amortiguados pasos trasteando por la habitación muy cerca de mí.  No dije nada, pero empecé a sentirme bastante incómoda,  no me gustaba nada el cariz que estaba tomando la situación y estaba empezando a arrepentirme del jueguecito. De repente, el jodido subnormal, que no decía palabra alguna, me tapó la nariz con sus dedos obligándome a abrir la boca para coger aire. Ante la necesidad de respirar, no me quedó otro remedio que abrirla y en ese instante me metió un pañuelo que rápidamente sujetó con precinto impidiéndome hablar. Ahí fue cuando el pánico empezó a apoderarse de mí y todavía más cuando bruscamente el hijo de mala madre, pasó una cuerda por mis tobillos y tirando fuertemente hacia cada lado de la cama, me abrió las piernas al máximo, dejándome total y bochornosamente expuesta a sus deseos. Mi angustia al sentirme tan indefensa iba en aumento y casi me da vergüenza confesar que sentí un intenso pavor. Ese miedo fue el detonante para que negros pensamientos acudieran a mi mente y casi de inmediato comencé a recordar el episodio sexual que había tenido con Jorge muy pocos días antes, en el que el cornudo, tirado en un rincón de la habitación, lloraba desconsolado mientras mi amante me mamaba las tetas absorbiendo de mis pezones como un ternero hambriento y su dura polla taladraba mi rajita en fuertes acometidas. A consecuencia del miedo que me estaba produciendo la situación, comencé a recordar con detalle y a arrepentirme de lo duramente que nos habíamos portado con Porky aquella noche, pues únicamente habíamos hecho caso de sus lamentos para humillarlo y degradarlo, llamándolo cornudo entre risas, sobre todo Jorge. Yo solo tenía en mente las maravillosas sensaciones que me provocaba la verga de mi amante y llevada por la excitación, casi ni me acordaba de que el ciervo estaba presente. Únicamente estaba concentrada en sentir aquella dura y venosa polla deslizándose una y otra vez en el interior de mi lubricada rajita, martilleando sin descanso, hasta que todo estalló y la lefa caliente de Jorge inundó mi vulva, al mismo tiempo que a mí me sobrevino un maravilloso y fuerte orgasmo, como nunca antes había tenido. A mi macho se le aflojaron los antebrazos y a causa de ello, quedó tumbado sobre mí, aplastando mis pechos de manera contenida durante unos breves instantes, ambos sudando y jadeando, hasta que poco a poco la normalidad, a la par que una inmensa relajación, se fue apoderando tanto de mí como de mi amante pero totalmente ausentes del cornudo despreciable que también estaba allí.

      Era una sensación totalmente nueva la forma en que me sentía. Por vez primera (sin contar a Porky) me encontraba totalmente desnuda con un hombre del que prácticamente no sabía nada, encima de mi cuerpo y que había regado el interior de mi vientre con una inmensa cantidad de lefa y cuya polla todavía palpitante permanecía dentro de mi vagina desvaneciendo su erección muy lentamente. En aquel momento deseaba que aquellas sensaciones permanecieran conmigo eternamente. La ardiente y maravillosa paz que me invadía, solamente se veía interrumpida por los amariconados gemiditos que emitía el cerdo, confundiéndose con la música ambiental. Jorge me besaba los labios y con su lengua los humedecía una y otra vez, arrancándome gemidos de placer. Me acariciaba y me mordía el cuello, me lamía el lóbulo de la oreja y yo no podía parar de disfrutar con aquel cúmulo de sensaciones que me hacían perder la noción de todo lo que pasaba a mi alrededor. Siendo sincera reconozco que me daba totalmente igual lo que pensara o sintiera mi esposo y no sé el tiempo que hubiera permanecido en aquel estado de relajación morbosa si Jorge, que parecía más centrado mentalmente, no hubiera hecho amago de salirse de mi interior. Al darme cuenta de su intención, impedí que lo hiciera cruzando mis piernas por su cintura fuertemente, obligándole a que su verga permaneciera dentro de mí. A pesar de la relajación que me invadía, todavía notaba espasmos de placer en mi chochito y me encantaba sentir esa especie de chapoteo que produce el pene del macho al estar inmerso en su propio semen mezclado con la enorme cantidad de lubricación que mi vagina seguía generando. Fue entonces cuando él acercó su cara a la mía y me susurró al oído que le preocupaba mi marido, que estaba agachado en un rincón, como un niño castigado y que parecía que le estaba pasando algo.

    Elevé un poco la cabeza por encima del hombro de mi macho y vi como el cornudo estaba chorreando babas y mocos, con la mirada perdida hacia el suelo en una actitud corporal bastante preocupante. Se lo hice saber a Jorge, mientras descruzaba mis piernas y permitía que aquel maravilloso miembro abandonara mi cuerpo, arrastrando con él buena parte de los jugos que se habían ido generando.

   - Tienes razón Jorge, lo que hemos hecho le ha debido venir bastante grande. Creo que deberíamos dejarlo por hoy, por mucho que me fastidie, pero no lo estoy viendo nada bien y no quiero que tengamos un disgusto.

   - Tienes razón, cariño. A mí también me jode no poder seguir contigo más rato y volverte a follar, pero nunca he visto a un tío tan jodido porque le hayan empotrado a la mujer, creo que debería ducharse a ver si se recupera y podemos seguir con lo nuestro.

   Me dio un último y prolongado morreo mientras me descabalgaba y permitía el que yo pudiera moverme. Nos acercamos al rincón donde estaba el pobre cornudo y le propusimos ducharse. No respondía nada ni hacía intención de moverse, insistimos varias veces más, zarandeándolo, pero el ciervo permanecía en un estado casi catatónico.

   - Mientras tratas de convencerlo me voy a duchar yo primero –le dije, ya que la leche de Jorge me estaba escurriendo por los muslos.

   - Vale. Ve tranquila que mientras yo hablo con tu marido le hago entender la situación y también le doy ánimos para que vaya asimilando como están las cosas en vuestra vida a partir de hoy.

    Le respondí que confiaba en él y le pedí que fuera moderado, me hizo un gesto afirmativo y algo más tranquila abandoné la habitación. Me metí en la ducha, pero antes de ponerla en funcionamiento bajé la mirada y al ver el estado de mi rajita, me excité de nuevo al comprobar la cantidad de leche que todavía salía de ella. Aún no se me había pasado la calentura del todo, así que, sin reconocerme yo misma, no me costó nada volver a tocarme apoyada contra la pared deslizando mis dedos embarrados de lefa por el interior de la vagina y por el clítoris, que se encontraba tremendamente tieso y duro, como nunca lo había visto antes. Lo froté suavemente al principio, pero luego aumenté la intensidad progresivamente, hasta que dando un gritito me corrí de nuevo jadeando como una perra. Entonces, algo más tranquila ya, terminé de ducharme y salí para ver cómo iba todo. La escena seguía parecida, Jorge acariciaba la cabeza de Porky como si fuera un perro y le daba ánimos diciéndole que yo lo quería y que no se preocupara, que solo había sido sexo porque yo estaba muy necesitada.

   - ¿Te ha pasado algo que te he oído gritar? –me preguntó Jorge al verme entrar.

   - No, nada. Que he resbalado y casi me he caído. ¿Cómo va este?

   - El cabrón no dice nada, no para de lloriquear, míralo, hasta me ha moqueado la mano, está lleno de babas. Yo creo que lo deberíamos de meter en la ducha y limpiarlo a ver si así reacciona.

    - Sí, creo que será lo mejor, te metes tú con él y así lo sujetas -contesté yo.

    - ¡Y una mierda! Lo sentamos en el plato de la ducha y le damos bien de agua hasta que parezca persona.

   Asentí porque me pareció buena idea, aunque pesaba como debe de pesar un cuerpo muerto. Lo levantamos, cogiéndolo de las axilas y casi a rastras lo introdujimos en el baño, lo apoyamos contra una de las paredes para que no se cayera y comenzamos a regarlo con la alcachofa de la ducha variando las temperaturas. Pronto nos dimos cuenta de que cuando cambiábamos de caliente a fría daba muestras de reacción y eso es lo que hicimos durante un buen rato, hasta que de pronto empezó a hablar pidiendo por favor que paráramos. Nos pareció que su semblante había cambiado para mejor, aunque la expresión que mostraba su rostro resultaba indescifrable. Lo sacamos del baño y lo secamos como si fuera un perrillo, luego le ordenamos de forma suave que se vistiera. Tanto en la cabeza de Jorge como en la mía bullía la idea de volver a copular, pero viendo el estado del cornudo nos dimos cuenta de que si volvíamos a follar otra vez, la noche podía terminar en urgencias. Y de esa forma terminó aquel primer día tan especial para mí y tan aciago para el cabrón. Y digo que para mí fue tan especial porque viéndolo desde la perspectiva actual, los hechos que ocurrieron aquella noche y los sentimientos que afloraron en mi interior, significaron el fin de la esposa y madre sumisa que hasta entonces yo había sido, para dejar paso a DANA, la hembra dominante y caliente que sigo siendo a día de hoy y que sin lugar a dudas me acompañará mientras viva y pueda seguir gozando.

 

     Os pido disculpas por haberos contado toda esta historia de mi primera experiencia de puesta de cuernos. Historia que por lo mucho que me marcó, las sensaciones extremas que pude sentir y la cantidad de masturbaciones que me llegué a hacer recordando y también fantaseando con Jorge durante los meses posteriores a aquella noche, además de los quince años transcurridos, quizás hayan podido ser causa de confusión en cuanto a la descripción de algunos de los detalles que ya os narré al principio del blog y que aunque ahora no tenía ninguna intención de volver a relatar, he terminado por hacerlo. Pero es que ha sido volver a recordar aquel cúmulo de sensaciones tan desconocidas hasta entonces, maravillosas e íntimas, que no he podido remediar el volver a contarlo, espero que no os haya cansado y entendáis el porqué de mi decisión.

 

     Llegados a este punto, en el que recordé bastante nítidamente el episodio que os he relatado, a pesar de tantos años transcurridos, voy a continuar para que entendáis la causa del miedo que se apoderó de mí al sentirme tan indefensa y a merced de lo que Porky quisiera hacerme en venganza por lo que tuvo que aguantar aquella noche en el PK2.

 

   Las ligaduras de las muñecas me estaban dificultando la fluidez de la corriente sanguínea y el hormigueo en los dedos cada vez era más intenso. Y por si todo esto fuera poco, el temor se acrecentó cuando sentí el frío metálico de algo cortante rozando mi ingle y que, introduciéndose por el interior de la braga, la rasgaba abruptamente, dejando mi chocho totalmente abierto y expuesto. Cabeceé y traté de moverme convulsivamente hasta que me cansé. Pensé que el puerco iba a violarme, aunque eso me daba igual, sobre todo habiendo tenido dentro una verga como la de Jorge, muchísimo más larga y gorda que la de Porky. Durante unos instantes no escuché nada, aunque aguzando más el oído me pareció percibir cerca de mí el sonido de ciertos meneos que inmediatamente me hicieron caer en la cuenta de que el cerdo se estaba pajeando mirándome. Mi percepción se hizo realidad, cuando a los pocos instantes llegó a mis oídos el gruñido habitual del gorrino corriéndose. Por una parte, aquello me tranquilizó, aunque después de un corto silencio escuché el inconfundible sonido del disparador de la máquina fotográfica. Me irrité muchísimo por saber que el muy cabrón estaba invadiendo mi, por aquel entonces, sagrada intimidad.

 


     Comencé a agitarme con rabia, moviendo la cabeza, haciendo todo lo posible por intentar liberarme. Tan convulsos debieron ser mis movimientos que Porky se asustó y me destapó la boca. En cuanto lo hizo, mis gritos e insultos hacia él fueron terribles a la vez que le ordenaba que me desatara inmediatamente o se acordaría de mí durante toda su puta vida. Se asustó de tal manera que me liberó mientras me pedía perdón y me decía que pensaba que me había gustado. ¡Qué gran hijo de puta! Fue de las peores experiencias que he tenido y me juré que nunca más me volvería a ver así. La foto, como podéis ver, la guardé, pero nunca hasta hoy la he colgado en ningún sitio porque me daba vergüenza verme tan expuesta y con el coño tan peludo, tal y como lo llevaba siempre hasta que empecé en mi viciosa nueva vida.

 

     Cuando había pasado como una hora y por fin había recobrado mi estado casi normal, decidí que era la hora de mi revancha y no era cuestión de dejar pasar la oportunidad de amarrar a Porky de la misma forma en que el muy puerco me había atado a mí. En principio se mostró receloso, pero le recordé con gesto muy serio el compromiso que habíamos acordado y eso lo acojonó lo suficiente como para no oponer resistencia. Lo hice de manera suave pero muy firme y dándole a entender que lo iba a pasar bien. Él imaginaba que yo le iba a proporcionar algún tipo de placer, lo que hice fue sacarle una fotografía como la que él me había hecho, cerrar la puerta y ventanas de la habitación, y dejarlo aislado durante unas tres horas, para que pudiera sentir una parte de la angustia que yo había pasado.



    Transcurrido ese tiempo me acerqué a él, hice un lazo con un hilo de pescar y se lo pasé por lo huevos, tirando de él hasta ver que casi le cortaba el escroto. Entonces le solté las manos y le ordené darse la vuelta, mientras lo tenía bien controlado por la tirantez del hilo, impidiéndole cualquier reacción negativa a obedecer. Procedí a atarlo en cruz de nuevo, pero ahora bocabajo. Una vez inmovilizado en esa postura, aflojé el lazo y comprobé que había dejado marcados sus huevos con una bonita línea rojiza. Abrí entonces el armario, cogí la correa de cuero que me pareció más dura y comencé a descargar una buena tanda de azotes para que el subnormal aprendiera a distinguir lo que un puto esclavo puede hacer y lo que no.

 



     No sé en que momento realmente decidí ir minando la asquerosa y machista virilidad de mi marido. Pensándolo bien, quizás era lo que deseaba, inconscientemente, casi desde el primer día que empecé a ver la clase de hombre que era, o sea, prácticamente desde que nos casamos. Llevada de esos malsanos deseos por socavar su cerebro y tratando de despojarle de cualquier atisbo de hombría, a través de la ridiculización primero, y después con una progresiva feminización. Para ello le propuse, a modo de juego, que dejara que yo lo vistiera con este vestido rojo que se ve en las fotos y que lo maquillara como a una puta barata. Empleé para lograrlo mis armas de mujer y con algún que otro arrumaco conseguí mi propósito. A continuación también lo convencí para sacarle algunas fotos, que a los pocos días empleé para obligarle a hacer bastantes más cosas denigrantes, a tenor de poder mostrar las imágenes a familiares o amigos. El chantaje me funcionó perfectamente y cada día que pasaba, disfrutaba más teniéndolo en mis manos.







      Entre 2007 y 2008 tuve algunas experiencias más, no demasiadas, de las que no tengo fotografías porque todavía no me planteaba hacerlas ni lo ponía como condición para los que quisieran follarme. Hubo algunas memorables y que no he vuelto a repetir, por ejemplo una noche en el PK2, en la que tuve mis primeras relaciones lésbicas con dos chicas imponentes, por separado, y que siendo sincera no me desagradaron ninguna de las dos ni tampoco sus parejas que estaban como un tren. Otro día, en el mismo pub, estuvimos en una cama redonda con una pareja con la que hicimos intercambio y que estando en el tema descubrimos que la mujer era un travelo que puso a Porky mirando para Cuenca sin que lo pudiera evitar mientras que el hombre me follaba a mí. Después nos enteramos de que el tío pagaba al travestí para que lo acompañara como pareja de sus vicios. Con estas aventurillas me iba adentrando, cada vez más gustosamente, en este tipo de vida morbosa, hasta que llegó el día en que Porky fue llevado ante Kum y Donna, para empezar con un adiestramiento o doma mucho más seria. Tanto, que los que habéis leído el reportaje referente a esa sesión, sabéis que hubo momentos en los que me asusté e incluso sentí lástima por mi marido. Pero afortunadamente aguanté y tomé buena nota de los malos tratos que le infligieron, además de que también me beneficié del sometimiento y degradación a la que fue llevado, pues le ordenaron que me comiera el coño mientras Kum le cogía de los cojones fuertemente, obligándole a base de estrujamiento a meter la lengua todo lo que pudiera, relamiendo las paredes interiores de mi vagina, que no paraban de segregar flujos. De hecho, os confieso que hasta entonces nunca había sentido ser lamida tan profundamente y cómo lo disfruté, pensé que se le desencajaría la mandíbula de lo apretada que estaba contra mi chocho, mientras que su nariz quedaba totalmente aplastada contra mi “monte de venus”. Aún no sé cómo conseguía respirar. Cuelgo estas poquitas fotos de aquella perversa, pero estimulante sesión, como recuerdo de aquel excitante día. El resto de las imágenes ya sabéis que están en el reportaje que publiqué en su momento.

 






      Después de aquella sesión de adiestramiento que le aplicaron Kum y Donna, se hacía necesario que el proceso iniciado con el esclavo continuara activo desde ese mismo día y por lo tanto debía convencerme de no bajar la guardia. Para que el futuro del cerdo siguiera el curso conveniente para mis intereses, era tremendamente necesario mantener el nivel de sometimiento, e incluso subirlo, hasta dirigir a Porky al estado de sumisión y pérdida de libertad mental que merece un hijo de perra machista como fue él.

 

      En esta otra serie de fotos, sacadas unos pocos días después, le di otra buena sesión al esclavo. Para ello le irrité la polla mezclando masaje de afeitar con alcohol, ya que me pareció excesivo usar solamente este último. De esa forma su colita se mantenía erecta a pesar del maltrato que le infligí, pinchándole en diferentes partes de su porcino cuerpo. Terminando por encularlo con uno de los primeros plug de buen tamaño que había ido adquiriendo.








 

      Con esta última serie de fotografías que muestro a continuación, doy por terminado mi álbum fotográfico de los años 2007 y 2008. Para la preparación de aquella sesión de feminización fotográfica, me abastecí en un comercio chino de algunas ropitas que me parecieron lo suficiente degradantes como para seguir destruyendo la menguante virilidad de Porky. Todavía no tenía demasiada práctica con las ataduras y casi lo castré debido a la falta de riego sanguíneo en sus cojonazos de puerco. Hago hincapié en el color morado que fueron adquiriendo tanto las pelotas como el rabito, para hacer notar que si no se los hubiera soltado, casi con seguridad podría haber resultado castrado como un cerdo.

 









     Casi me arrepiento de haberlo liberado y no haber llegado a las últimas consecuencias, total, para lo que le sirven sus gordos y secos huevos. Aún con todo me divertí con él, marcándolo como todo buen esclavo debe asumir, soportar y aguantar. Además de todo eso, el perro fue humillado durante más de una hora, tratándolo como un animal unas veces y como una puta barata otras.

 

     Me imagino que viendo estos reportajes apreciaréis mucho mejor la evolución, tanto del cornudo como la mía. Con Porky, por poco que os hayáis fijado, habréis podido apreciar que su polla tenía un tamaño que podría considerarse aceptable para la práctica del sexo, cosa que a mí no me interesaba para nada. Además, tampoco estaba demasiado gordo y tenía mucho pelo en el cuerpo. Su aspecto y “cualidades” estaban así hasta que procedí a mi trabajo de modelación, con la administración de hormonas, cinturón de castidad o tratamientos láser, por poner algunos ejemplos.

 

     Muchos de vosotros ya os habréis dado cuenta de que algunas de las fotografías son inéditas y sin embargo que otras ya se publicaron en algún reportaje anterior del blog. El motivo es que para ir mostrando cronológicamente MI ALBUM DE FOTOS X, he considerado que era mejor hacerlo de esta forma, con el fin de facilitar un mejor seguimiento de mi evolución como esposa y madre, hasta llegar a convertirme en AMA DOMINANTE y HOTWIFE VICIOSA y CORNEADORA.        

 

16 comentarios:

  1. Ama Dana, como siempre un placer leer sus reportajes.
    Efectivamente algunas fotos ya las había visto, porque como ya sabe soy un sumiso seguidor de sus relatos y fotos.Otras inéditas reflejan ese inicio en la vida de Ama y sumiso.
    Espero que pueda ayudar a su amiga a reconducir su vida y aprender a usar la superioridad de la mujer frente a sumisos sissys.
    Era patético Porky, y sigue siéndolo así que espero que sirva como esclavo y sobre todo como sissy, chupapollas y sumisa servidora.
    A sus pies Ama Dana

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  2. Saludos ciervo, claro que sé que eres un seguidor fiel de mis relatos y al mismo tiempo un gran cornudo que sueña con ser tratado de una manera similar a como yo lo hago con Porky.
    De momento sigo esperando a que mi amiga me de alguna muestra de querer aprender y salir de su amarga situación. Yo ya le he abierto la puerta, ahora es ella la que debe madurar si le interesa o no.
    Hay muchas mujeres que podrían vivir de puta madre aprovechándose de tíos tan inútiles como sois tú o Porky, pero que por falta de decisión o cobardía, se pasan la vida sometidas a espensas de lo que les digan sus estúpidos y machistas maridos.
    ¡Qué se jodan! no me dan pena

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  3. Buenas tardes Ama. Que post maravilloso. Le agradezco por haberse tomado tanto tiempo para realizarlo para nosotros. La primera foto haciendo la señal de los cuernos resalta absolutamente su belleza. Y viendo el resto de sus fotos me atreveria a asegurar quecesta Usted cada dia mas hermosa mas sexy y dominante. La tarea que llevo y lleva a cabo no ha hecho mas que aumentar su belleza que de por si ya tenia. Y aun hoy despues de seguir hace tanto tiempo su blog sigo sin entender como el cerdo pudo haber despreciado y ofrecido a una mujer de su calibre a la que tantos machos desearian tener para satisfacerla y a la que tantos cornudos le darian su devocion eterna. Excelentre trabajo en dismimuir la ya pequeña polla de Porky dejandola ya hoy como un colgajo sin ereccion alguna. Y si Ama debio haberlo castraso aquel dia dejandolo impotente pero con sus huevos colgando para recibir los castigos necesarios. Gracias por deleitarnos siempre Ama. A sus pies. cornudoandres

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    1. Saludos ciervo, la verdad es que no pensaba escribir un post tan intenso, pero cuando me pongo a escribir, casi siempre comienzan a venirme recuerdos de las vivencias que he tenido la suerte de disfrutar y me sabe malo no haceros partícipes de ellas, aunque como en esta ocasión me quede corta al describir las sensaciones de placer tan vertiginosas que tanto placer me provocaron.

      Porky es un puto imbécil, por lo tanto no deben extrañarte los comportamientos que tuvo en el pasado y que tan duramente sigue y seguirá pagando, mientras esté a mí servicio y no decida deshacerme de él, vendiéndolo o regalándolo a algún Amo o Ama.

      Si lo regalo será como siervo u objeto de uso, porque como hombre no tiene utilidad alguna, con ese miserable colgajito que he conseguido dejarle por pilila.

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  4. Hola Dana: Como siempre felicitarte por tu maravilloso post. Excelente relato de la celebracion, pena de personaje imbecil que chafó una situacion que podia haber sido mas afortunad, sobre con la descripcion que haces de tu vestimenta. Espero que, con tu ayuda y experiencia tu amiga dé la vuelta a la situacion que vive y disfrute y haga disfrutar a otoros hombres de lo que se pierde su marido imbecil
    Tus recuerdos de tu primera corneada excitantes y excelentes asi como tus fotos de mas joven y tu upskirt con bragas rojas; en la foto en que estas atada te sobra el pelo en el coño que, como tu sabes, prefiero vertelo depilado
    Es una pena que despues la descripcion de tus primeras aventuras en el mundo liberal sean tan someras; me habria gustado una descripcion mas detallada e incluso con fotos de tus experiencias lesbicas.
    Acabo reiterando mi felicitaion y gracias de nuevo por compartir con nosotros ese cuerpo
    Artadi

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    1. Gracias Artadi, desde luego que el imbécil machista me dio la fiesta y lo que más me jode es que no tengo un hombre al lado que sepa ponerse en su sitio, el perro que tengo por marido es tan cobarde y tan beta, que solo sabe callar y agachar la cabeza. Claro que con lo que le pesan los cuernos es comprensible.
      Mi amiga, de momento no ha dado señales de vida, espero que lo haga y la pueda ayudar a salir de esa mierda que tiene como matrimonio. Si lo hace y se decide, estaría encantada de prestarle un macho que la monte bien y le termine de abrir los ojos, además del coño, claro está.
      Como dices si que es una pena no haberme dejado recuerdo de aquellas primeras aventuras, pero en aquellos momentos ni se me pasaba por la cabeza grabar o fotografiar mis encuentros, aunque eso pronto cambió, en cuanto me di cuenta del morbo que me producía verme después en casa, delante del cerdo mientras me lamía el coño.

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  5. Es que cuesta tanto imaginar a Porky como un nombre, ya no digamos un machista. Iba en serio lo de practicar zoofilia con el?

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    1. Desde luego que cada día cuesta más verlo como un hombre y yo casi diría que ni como persona, para mí tiene más de animal que otra cosa. Así que si se dieran las circunstancias adecuadas ¿Porqué no cruzarla con un perrazo?

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  6. Hola peque75, no sé lo que pasa pero hay mensajes que por alguna razón no entran en los comentarios, este tuyo lo he podido poner usando una artimaña.
    La forma en como ves a Porky es cosa tuya, yo desde luego no estoy de acuerdo y además me resultaría aburrido si fuera como tu dices, ahí lo dejo.
    En cuanto a lo que dices del puto machista, marido de mi amiga, puede que tengas razón y que al final siguiendo mis consejos no consiguiera nada, pero lo que si te puedo decir es que yo he conocido a muchos hombres que en su momento iban de Machos Alfa y si hubiera querido o me hubiese interesado, habrían podido pasar a ser mis sumisos con muy poquito esfuerzo por mi parte. Te lo puedo asegurar.

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  7. Hola Sra. Dana
    Excelente post el que ha publicado recordando sus inicios, aunque haya tenido que ser a consecuencia de una mala experiencia con Alejandro, el marido de su amiga Charo.
    Aunque soy seguidor de su blog, las fotos suyas de sus inicios no las había visto (preciosas por cierto), aunque que en la actualidad se le ve a usted mucho mas dominante, mas sexy, más corneadora, ...
    En cuanto a porky (no merece que ponga una mayúscula), se nota muchísimo la evolución que ha tenido, gracias a su poder de dominación y sumisión frente al cerdo. En esas fotos iniciales se le ve una polla (al menos decente), otra cosa es que supiese utilizarla, sin embargo en fotos recientes de porky se le ve una pollita que más parece la de un bebe. Solo se le ven los huevos descolgados que no pintan mucho al lado de su insignificante pollita (igual tendría usted que plantearse quitárselos). Supongo que es fruto de años de castidad, de jaula y de abstinencia forzada.
    En cuanto a su amiga Charo, nada me gustaría más que usted la instruyera y entre las dos convirtieran a ese baboso de Alejandro (que se cree un macho Alfa) en un puto cerdo beta o gamma.
    Además no se como se podría hacer para que más mujeres siguieran su blog (no se si hay alguna que lo siga o al menos pocas), y pusieran en práctica sus enseñanzas y habilidades en la selección de los machos. Un mundo con muchas más "DANAs" sería un mundo mejor.
    Creo que no nos diferenciamos tanto de los animales, y ellos tienen su jerarquía, hembras alfa, machos alfa, hembras beta, machos beta ... sería un mundo ordenado donde cada cual sabría su papel, las hembra alfa seleccionando a los verdaderos sementales (machos alfa) y las hembras y machos beta al servicio de los anteriores, y por supuesto sin poder montar (abstinencia total).
    Muchas gracia Ama DANA.
    Un saludo. Gaby

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  8. Hola Dana: Siempre me sorprendes (y llevo tiempo siguiéndote). En estás fotos noto la falta las que tengo hiciste en unos soportales, y escondida detrás de una columna mostrabas una braguita negra y creo que un pecho; otras en un parque, sentada en un banco y abierta de piernas otra vez las braguitas negras.
    Las de la playa con el cerdo cabrón mal parido, desnudos y el abrazándote.
    Si ahora mismo lo tuviese a mi lado le iba a proporcionar unos "masajes" en sus nalga con un bimbio; además de colocarle unas pinzas en sus pezones porcinos y también en su micro pene, que conectados a un aparato provoca unas descargas eléctricas; me lo imagino dando saltos con las descarga y gruñidos por los masajes.
    voyeurgallego@gmail.com.

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    1. Hola voyeurgallego, que buen y morboso seguidor eres. Esas fotos que echas en falta no corresponden a esos años, creo que son del 2009, por lo tanto ya saldrán en el siguiente reportaje, junto con algunas otras de momento inéditas.
      Me encantaría ir por Galicia en alguna ocasión, es un sitio que tengo pendiente desde hace mucho tiempo. Si lo hago estaría encantada de conocerte por todo ese lado sádico y vicioso que me muestras en tus mensajes, además también me gustaría que me mostraras lo que es un bimbio y como le dabas un "masaje" con él en el culo del puerco gordo.

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  9. Solo soy capaz de publicar como anónimo. Si algún día vienes por estas tierras tendría sumo gusto es ser tu cicerone y dedicarle mis atenciones al cabrón, picha corta, y eunuco de tu marido. Continuaré por privado.

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    1. Si programo cita con alguien, nunca lo hago por este medio, así que el contacto por privado es lo adecuado por si ese viaje a Galicia llega.

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  10. Hola preciosa;
    Primero, agradecerte el tiempo que dedicas a escribir, para poder publicar tus andanzas. No será poco y es justo reconocer tu esfuerzo y dedicación a este blog.
    Los relatos, excitantes como siempre, y quien te conocemos, sabemos apreciar tus progresos con Porki. Nos queda constancia del camino que has recorrido, de lo que padeciste, en su momento y de lo que has podido disfrutar a los largo de este trayecto de conversión.
    Sigue así y disfruta de los placeres, que tú sabes buscarte y de las situaciones tan morbosas que eres capaz de crear.
    Un beso húmedo de tu siempre admirador.

    Luis.

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    1. Hola Luis, que contenta me pones cuando recibo noticias tuyas y que ganas tengo de que nos podamos volver a ver y otras muchas cositas más.
      Ya falta poquito para que pueda colgar otro reportaje, ando bastante atascada a pesar de que desde hace poco tiempo, cuento con la ayuda de un puto esclavo que me facilita mucho la tarea en cuanto a correcciones ortográficas e incluso aportándome algunas sugerencias, para enriquecer el texto.
      Como te he dicho antes estoy deseando quedar contigo y estrenar el vestido que me regalaste. Tengo clarísimo que esa primera vez que me lo ponga, será exclusivamente para que tú lo veas primero y me lo quites después, cuando estés cachondo y te apetezca desnudarme.
      Un beso tan húmedo como pueda ser el tuyo.

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