Proceso del cambio 1.ª parte

Hola amigos de Dana, mi esposa y Ama, a continuación paso a presentarme, yo soy Porky (nombre con el que fui bautizado por mi dueña).  Por deseo y mandato de ella, les voy a ir relatando los diferentes episodios, que hicieron que nuestra vida diera un cambio tan singular.

Según me ha ordenado Dana, el darme el protagonismo de comenzar a contar lo que sucedió al principio, es porque en aquellos inicios era yo el hombre de la casa y mi Ama piensa que el cambio lo viví desde un punto de vista más sufrido e intenso.

Mientras mi Dueña decida que sea yo quien relate lo sucedido, trataré de llevar un orden en el tiempo, pero será difícil ya que han pasado unos años y han sido muchas vivencias y muy distintas las que hemos tenido en todo este tiempo, mi Diosa desea que esta serie de historias, sean motivo para que otras mujeres se den cuenta de su fuerza interior y consigan cambiar el rumbo de sus vidas para beneficio de ellas y quizás de su matrimonio. Sin más que añadir comienzo el relato:

Dana y yo formábamos una pareja normal después de bastantes años de matrimonio, en definitiva bastante aburrida en lo sexual, debido sobre todo a la falta de comunicación en los gustos o fantasías, el sexo que teníamos era siempre bastante normalito, además a mi me costaba mantener la erección y mi esposa solía quedarse insatisfecha, no me lo decía ni reprochaba nada, pero yo percibía bastante frialdad en ella al terminar la relación, cosa que me hacía pensar así.

Dentro de nuestra rutinaria vida, solíamos sentarnos por la noche a ver la TV y por aquel entonces, hará como unos 8 ó 9 años, en la cadena regional de Aragón, salían anuncios eróticos de relaciones sexuales, nos poníamos a leerlos algunas veces, casi más por deseo de Dana que mío, lo hacíamos como cosa curiosa y algo morbosa, ella hacía comentarios cuando ponían alguno como: - Chico de polla de 23 cm. para mujer insatisfecha, ó - Varón bien dotado para casada caliente; - ya sabéis como son esas cosas, algunas veces al leer esos textos con alguna mezcla de picardía en sus ojos, me decía cosas como,

- ¿Será posible que las haya de ese tamaño? - O me preguntaba de manera ingenua,

- ¿Y a ti, porqué te ha crecido tan poco?, ¿me dejas medírtela?,

Yo con algo de vergüenza y no queriendo entrar en comparaciones, le contestaba,

- Pero mujer esos hombres se la miden estando dura, - Y trataba de resistirme a esa petición suya, pero ella insistía entre risitas y me decía canturreando,

- ¡¡No te atreveeeees!!, hasta que con su insistencia me tenía que meter en el baño a tocármela hasta ponérmela tiesa y entonces llamarla para que viniera corriendo a medírmela, cuando conseguí tenerla en la máxima erección, me dijo que le salía en la cinta 11 cm. y luego con gesto algo burlesco me decía,

- Jolín que diferencia, te pones al lado de uno de esos en una competición y no te dan ni el premio de consolación.

- Y se reía maliciosamente, esa humillación tenía en mi un efecto que no entendía, ya que en lugar de encogérseme se me ponía más tiesa durante un buen rato, Dana se daba cuenta y me preguntaba lo que me pasaba, pero por otra parte le gustaba verme así, luego nos metíamos en la cama y yo respondía sexualmente algo mejor, cosa que ella agradecía y me halagaba con frases como,

- Que machote mi chico - O cosas así.

Ella casi todas las noches al sentarnos a ver la TV, me cogía el mando y empezaba a pasar canales hasta que por casualidad, según ella, terminaba saliendo el de los anuncios y se entretenía haciendo comentarios algo subidos de tono mientras descansaba los pies sobre mi pantalón y los movía hasta notar mi cosita dura, salían textos de intercambios de parejas también y a veces me hacía preguntas como,

- ¿Tu crees que habrá gente que haga estas cosas de verdad?, ¿Qué se sentirá?, ¿No tendrán celos?, tu seguro que no podrías, porque si el otro hombre fuera de esos bien dotados quedarías muy mal y yo también pasaría vergüenza de tener un marido con el pito tan chiquitín,

- Estos comentarios me avergonzaban pero mi pene parecía decir lo contrario y ella se reía y me decía, - Me parece que no te disgusta la idea, anda no seas tonto que se te pone una cara de bobo, no te preocupes que no haremos nada de eso, nosotros somos personas normales.

Al final nos dormíamos bastante felices, aunque en mi fuero interno estaba naciendo una semilla de inseguridad, que me ponía en un estado bastante nervioso.