- Vuélvete que te hago un masaje en la
espalda para relajarte y que te duermas.
Ella no paraba de frotarse contra mi zona púbica, pero yo no estaba muy inspirado con lo que había pasado, me parecía que no habíamos tenido una buena idea con aquello, desconfiaba en tener una cita con alguien sin saber quien, ni como era, me era imposible no hacerme preguntas como,
- ¿Y si nos quiere hacer algo malo? ¿Y si
nos quiere robar?,
- Yo tengo poca fuerza y lamentablemente me
acobardo con situaciones que no puedo controlar, mi esposa me decía por aquel
entonces que yo era muy blandito, actualmente me dice que estoy fofo, o cosas
peores, me llama gallina, y se ríe imitando el sonido de las gallinas, co..co..
cooo. cloooo, clooo, cloooo.
El caso es que masajeándola me quedé
dormido; por la mañana cuando sonó el despertador, Dana ya se había levantado,
estaba metida en el baño, piqué en la puerta y me hizo esperar un buen rato,
tanto que casi llegué tarde al trabajo, al salir la noté seria, le pregunté si
le ocurría algo y me dijo que no le pasaba nada, me preparó el desayuno y se
metió de nuevo en la cama, yo fingí no darme cuenta y no le di más importancia,
además me alegré porque ya que no dijo nada de lo de la noche anterior, pensé
que lo de la cita se lo habría pensado mejor y no acudiríamos, al fin y al cabo
Jorge nos había dicho que avisáramos, estaba tranquilo, si lo dejábamos era una
noticia buenísima para mi y todo seguiría como hasta ahora, sin cosas raras de
las que poder arrepentirnos.
Tuve un día bastante liado de trabajo,
visitando clientes y demás, volví a casa sobre las 7,30 de la tarde, bastante
cansado, me descalcé y me puse el pijama, cuando fui a la cocina, estaban Dana
y mi hija tomando un zumo, me miró y me dijo,
- Muy cómodo te has puesto, acuérdate que
tenemos que salir.
Esas palabras fueron un jarro de agua fría
para mi y no pude evitar que volvieran los pensamientos sombríos, de todas
formas le contesté,
- Pensaba que no te apetecía cielo, además
he trabajado mucho hoy.
- Anda cariñín haz un esfuerzo, que si no
mi amiga se enfadará si no acudimos. - (Me hizo un guiño, sin que se percatara
mi hija).
Vi que Dana tenía muchas ganas de ir a la
cita, y pensé que debía de hacer lo imposible y acudir con ella, por nuestro
matrimonio y porque no fuera a pensar que no me atrevía a ir.
- De acuerdo bonita, ahora cuando coma
algo, me arreglaré.
Nos vestimos para salir y nos despedimos de
la niña diciéndole que procuraríamos no alargarnos mucho.
Nada más meternos en el coche sacó Dana el
papelito doblado donde tenía apuntado el teléfono de aquel hombre, me lo dio y
me dijo,
- Llama a Jorge tal y como quedamos anoche.
- Vale cariño, como tu digas, - le respondí
inseguro, pero tratando de aparentar tranquilidad,
Marqué el número, luego dio varios tonos y
pensé con alegría que quizás no lo iba a coger, pero entonces descolgó.
- Hola, ¿Quien eres?
- Soy el esposo de Dana - dije con voz algo
temblorosa
- Hombre que alegría - exclamó - mi
parejita veterana y novata, deduzco que venís a la cita, me alegro mucho de
vuestra decisión - ¿Cómo vais vestidos?
- Pues Dana lleva una blusa rosa claro, una
falda negra plisada y unos zapatos de tacón bastante alto de color azul y con
brillantitos por encima.
- Descríbeme su pelo, peinado y color.
- Lo lleva rubio y melena larguita - en ese
momento Dana me dio un codazo para que me fijara en su pelo
- Perdón, quiero decir melena corta, no me
había dado cuenta que hoy ha ido a la peluquería.
- Muy mal amigo, eso es un punto negativo
para ti, el que no te hayas fijado antes en tu esposa, es imperdonable.
¡Discúlpate ante Dana!
- Luego lo haré, contesté un poco ofendido
ante su manera de hablarme
- Ahora mismo y en voz alta, quiero oír
como te disculpas con ella, (me soltó con una voz autoritaria, que me pilló de
sorpresa)
- Vale ya se lo digo, - le hablé
seguidamente a mi esposa
- Cariño perdona que no me haya fijado en
el pelo tan bonito que llevas, es que he llevado muy mal día en el trabajo, me
ha dicho Jorge que tengo un punto negativo por eso, lo siento.
Enseguida escuche la voz dominante de aquel
hombre al otro lado del auricular.
- Muy bien, como vayas a venir vestido tu
me da igual, no me fijaré demasiado en ti, así que tranquilo, solo tendré ojos
para ella, no os retraséis mucho, yo me arreglo y voy para allá, si tardo algo
de tiempo me esperáis, cuando llegué ya os reconoceré y me dirigiré a vosotros,
hasta ahora.
- Le esperaremos, hasta ahora
Esa forma de hablarme tan poco respetuosa
aún me hizo estar más nervioso, pero a mi mujer parecía que le hacía mucha
ilusión y no quería defraudarla.
Llegamos a la cafetería, estaba bastante
llena de gente, había un par de mesas libres, nos sentamos en la que estaba más
discreta a la vista y pedimos dos consumiciones, pasaban ya 10 minutos de la
hora y no aparecía nadie, había un hombre de buen aspecto en la barra que
alguna vez miraba hacia donde estábamos, como pasaba el tiempo y no se dirigía
a nosotros, me dijo Dana,
- Igual es ese caballero, si te parece me
voy al baño para que vea como voy vestida a ver si dice algo.
Asentí con la cabeza, mi esposa pasó por su
lado, bastante cerca, pero el hombre no hizo mención alguna, al volver del
baño, me dijo Dana,
- Igual no le hemos parecido bien, que
rabia si es eso.
Pasaron como otros 10 minutos de espera y
ya pensábamos que nos había dado plantón, pero como nos habíamos comprometido a
seguir aguardando, nos mantuvimos en la cafetería, total luego volveríamos a
casa y daríamos por terminada aquella locura.
Yo ponía cara de contrariedad pero por
dentro no dejaba de sentirme aliviado, en esa tesitura estábamos cuando entró
un hombre ataviado con cazadora, y pantalón oscuro de algodón, me pareció que
tendría una edad parecida a la nuestra y con una pequeña cojera, buscó con la
mirada por el local y en cuanto vio a Dana, vino directo a nuestra mesa, se
puso de pie mirándonos y preguntó,
- ¿Dana?
- Hola, si, somos nosotros. - Contestó mi
esposa con notable timidez
- Perdóname cariño, pero hasta que no me
habéis llamado no me había arreglado, ya sabéis a veces me han hecho perder el
tiempo. - Pero qué guapa eres, amor
La verdad que todo aquel "cariño"
o "amor" me parecían fuera de lugar; entonces me miró y me estrechó
la mano a mi, con una medio sonrisa y un seco
- Hola - y sin soltármela cogió a Dana de
la cintura y le dio dos besos, mientras le decía lo bien que la veía y lo que
le gustaba la ropa que se había puesto, etc. etc. todo esto sin soltarme la
mano, incluso pretándomela excesivamente y sin mirarme, aquella situación me
hizo sentir muy incómodo, deseaba que la presentación terminase rápido, tenía
la sensación de ser observado por los que estaban cerca y no podía evitar
sentirme avergonzado, sin saber muy bien el porqué.
- Aquí hay mucho ruido y demasiada gente,
os propongo que me sigais con el coche, nos podemos ir al Hotelito El Cisne,
aunque no está muy cerca, se puede hablar tranquilamente y es discreto, ¿te parece
Dana?.
- Vale, nos parece bien, si se hace tarde
ya llamaremos a nuestra niña. - Contestó mi esposa, con más decisión de la que
me hubiera gustado.
- Paga lo que habéis tomado que nos vamos,
- dijo Jorge, dirigiéndose a mi.
Me molestaba aquella actitud chulesca y me
sentía bastante ignorado y manipulado, pero con mi espíritu que reconozco
apocado, tampoco me atreví a llevarle la contraria, - total solo era una cita -
pensaba en mi interior.
Le seguimos con el coche como nos había
dicho y al llegar paramos en el parking de un pequeño hotel con cafetería,
situado a la entrada de Zaragoza, como a unos 10 Km. del centro.
Nos invitó a que pasáramos al fondo y nos
sentamos en unos sofás y sillones cómodos que había más retirados de la barra,
al poco vino el camarero y nos preguntó que deseábamos tomar, Jorge pidió un
Whisky y mi esposa tomó un chupito de crema de café pero cuando quise pedir yo,
se adelantó él y dijo en tono de broma al camarero.
- ¿No tendréis algún reconstituyente para
ver si nos crece y se desarrolla un poquito más el marido de
mi amiga, ja,ja,ja - (ese comentario desató
las risas de ellos tres y yo sonreí de mala gana), me sentó fatal que Dana se
divirtiera de semejante broma.
- Sírvele un batido de chocolate bien
caliente, sin alcohol, ja,ja,ja,.... que luego tiene que conducir y a de
cuidarme muy bien a su esposa.
El camarero nos miraba desconcertado y de
forma curiosa, yo estaba rojo de vergüenza por la situación, me parecía estar
viviendo algo irreal y que nada tenía que ver con nosotros.
Mientras mi esposa parecía divertida con
las "ocurrencias" de aquel hombre, en cuanto se retiró el empleado,
Jorge me miró divertido y me dijo,
- ¿No te habrá sentado mal? sólo son bromas
sin ninguna malicia, anda ven a este lado, para que me perdones siéntate en
este sillón que es muy cómodo y estarás más a gusto, ya me siento yo al lado de
tu esposa.
- No, no, muchas gracias que estoy bien
aquí. - Le respondí
Venga cámbiate ya, yo sé muy bien lo que te
conviene. (Lo dijo con voz autoritaria de nuevo, ya me estaba mosqueando y
sentando mal todo aquello).
Cómo podéis imaginar, ante su insistencia,
me cambié sin apetecerme hacerlo y él se sentó al lado de Dana, que asistía a
todo como espectadora,.... para mi gusto excesivamente pasiva y sin hablar,
solo riendo con las tonterías de Jorge.
Al sentarse al lado de mi esposa con poco
disimulo pasó el brazo por encima del sofá y muy cerca de los hombros de ella y
comenzó a charlar, muy amigablemente, sobre todo con mi señora y desde luego
conversación no le faltaba. Mi señora se mostraba expectante y divertida al
mismo tiempo, me dio esa impresión.
- Bueno, bueno, cielo, espero no haberte
parecido mal físicamente, tu a mi me has gustado mucho, te veo muy atractiva,
los años te sientan genial y te dan un aire morbosillo, me gusta como te has
maquillado ¿Lo has hecho para agradarme?
- En parte si, me apetecía dar buena
imagen, aunque ya sabes que a las mujeres siempre nos gusta que nos vean
guapas.
- Qué coqueta eres niña, aunque teniendo un
maridín que no se entera de cuando su mujer va a la peluquería, no me extraña
que quieras gustar a otros, llevas el pelo precioso (aquí se lo acarició entre
los dedos) me gusta su suavidad, ¿Me dejas olerlo? me excita el olor del pelo.
Dana se encogió de hombros toda ruborizada,
sin negarse a ello, él le cogió la cabeza se la acercó metió la nariz en su
pelo aspirando su aroma y cerrando los ojos al hacerlo, mientras el brazo dejó
que descendiera hasta tomarla por los hombros.
- Uuummmmm, me gusta, el olor del cabello
de una mujer, es una de las cosas que me pone, mirad los dos, no puedo evitar
este efecto, señaló el bulto que se había formado en su pantalón.
En aquel momento no reaccioné ni supe que
hacer ni que decir, (aquella cita se me estaba escapando de las manos), pero no
obstante sonreí tontamente, como no dando importancia a aquel momento de tan
mal gusto; por su parte Dana tenía una risita nerviosa y la percibí bastante
rara, en ese instante llegó el camarero, dejó las bebidas y unas galletitas
para picar, seguidamente trajo el ticket, dándoselo a Jorge, este sin soltar a
mi señora del hombro, le dijo,
- El marido de mi amiga, le pagará, - Y me
pasó la bandejita con el importe.
Por aquellos años aún se podía fumar en los
establecimientos, así que él encendió un cigarrillo y al ir a depositar el
encendedor sobre la mesita, se le cayó al suelo, yo educadamente me agaché lo
recogí y se lo entregué, Jorge en ningún momento hizo ademán de moverse, cosa
que me extrañó un poco, además no me dijo ni gracias, solo hacía hablar con mi
mujer mientras le acariciaba el cabello, le decía cosas al oído y se reían, le
olía el pelo y le señalaba el bulto que presionaba su pantalón, yo era como el
convidado de piedra, me sentía ridículo y fuera de lugar, a veces me miraban y
se reían a carcajadas, yo sonreía por educación pero no sabía de qué y eso aún
les hacía más gracia, llegó un momento en que se le volvió a caer el mechero
quedando muy cerca de su pie, yo dignamente no hice ademán de recogerlo pero él
muy serio me dijo con voz seca y fuerte,
- Dámelo, tu estás más cerca del suelo y te
cuesta menos trabajo que a mi
- (Refiriéndose claramente a mi estatura),
sin resistencia alguna lo cogí y de mala gana se lo entregué ¿Qué podía hacer?,
mi mujer asistía a todo esto con cara de extrañeza y un brillo en los ojos que
no
supe como interpretar.
- Al rato otra vez cayó el mechero al
suelo, (para mi que lo hizo intencionadamente) esta vez, solamente me miró y lo
señaló con el dedo, en un claro gesto de orden, para no enrarecer el ambiente,
obedecí, fue al suelo dos veces más y ya no hizo falta que indicara nada yo
estaba atento, me sentí como esos perrillos que están esperando que su amo les
lance el palo, para ir corriendo a por él; la última vez que se lo recogí, se
dirigió a mi esposa diciéndole.
- Tienes una suerte que ni te imaginas, te
demostraré que tienes un regalo a tu alcance casi mejor que un premio de lotería,
si lo sabes manejar, tu vida cambiará y no puedes imaginar de que manera, yo no
soy psicólogo como os dije, pero no me falta vista para conocer a las personas
y a tu maridín ya lo tengo calado.
- ¿Qué quieres decir?, preguntó Dana con
mucha curiosidad
- Ya lo verás antes de salir de aquí haré
una prueba para confirmar lo que te estoy diciendo.
- Estuvimos allí un buen rato, yo muy
arrepentido de haber accedido a esa cita y deseando terminarla de una vez, pero
mi esposa sin embargo la estaba disfrutando, se la notaba distendida y
agradecida por las atenciones que Jorge le proporcionaba, incluso le dejó que
le desabrochara el botón de arriba de la blusa para mostrarle el color del
sujetador, vi como se asomaba y suspiraba con deseo, mi esposa me miraba como
diciéndome,
- No pasa nada tranquilo, que son
tonterías, - pero yo oí que él le decía alguna cosa más bien picante al oído,
comentó de pasada algo de los pub swinger, cosa que Dana escuchaba intrigada y
poniendo excesiva curiosidad, a veces mi señora le decía, apartándose, pero con
muy poco convencimiento.
- No, no, no, eso no, que tu vas muy
deprisita, ja,ja,ja,. - Se reía de forma nerviosa
Durante el transcurso de la conversación él
estaba desmigando un par de galletitas con los dedos, y las arrojó dentro del
cenicero, yo lo observaba y me parecía una marranada, pero no le di mayor
importancia, aunque debo confesar que sin darme yo cuenta seguía todos sus
movimientos casi con enfermiza atención.
Llevábamos ya bastante tiempo y se hacía
algo tarde, aquel hombre le dijo a Dana de quedar otro día y ella no se negó,
entonces viendo que estaba receptiva no desperdició la oportunidad y le propuso
para la noche siguiente ir a conocer un local de ambiente en el que decía había
estado alguna vez, le comentó que solo era tomar una copa y ver un poco a los
demás clientes, la quiso tranquilizar diciéndole que no tuviera preocupación
alguna porque allí no pasaba nada sin consentimiento y que la educación y respeto
eran obligados y norma del local.
Mi esposa se mostraba bastante intrigada y
le dijo que ya lo comentaría conmigo y que si a ambos nos parecía bien, lo
llamaríamos para confirmar la quedada.
Ya nos estábamos despidiendo cuando muy
serio dijo,
- No me he dado cuenta y mira lo que he
hecho, he mezclado las galletas con todas las colillas y restos del cenicero,
va a pensar el camarero que somos unos desagradecidos, me parece muy mal siendo
un obsequio del Hotel
- No te preocupes Jorge, que no va a decir nada,
es igual. - Dijo Dana
- No puedo permitir algo así, - contestó él
- yo soy incapaz de menospreciar a nadie, cuando tiene un detalle conmigo, (y
dirigiéndose a mi de forma imperativa)
- Haz desaparecer las galletitas del
cenicero, rápido.
- Déjalo Jorge, que da igual, - le dijo mi
esposa con cara sería.
- ¡¡No, no!! de eso nada, quiero que lo
haga pero ya mismo, además si recuerdas tiene un punto negativo y de alguna
manera ha de pagarlo, VENGA que nos tenemos que ir date prisa.
Con vergüenza y sin saber como reaccionar,
miré a mi esposa con gesto de súplica, pero vi que en su mirada solo había
expectación por ver mi reacción, viendo que no tenía salida ni coraje para
negarme, me apresté a recogerlas como podía ya que estaban muy desmigadas,
cuando fui a meter la mano, me paró en seco cogiéndome el brazo con fuerza, y
me dijo.
¿A ti te gusta que el volante de tu coche
huela a tabaco?, ¿verdad que no? pues eso pasará si tocas la ceniza y luego
coges el coche, hazlo con la boca.
Yo con gesto suplicante y muy nervioso por
todo aquello, tratando de evitar una situación tan humillante delante de mi
esposa, le dije
- Ya me lavaré, cuando termine si te parece
bien
- No hay agua, - respondió con mala cara-
comienza ya, ponte de rodillas (era una mesa baja) y así te tapará el sillón
para que no te vea el camarero y se ofenda, - ¡¡EMPIEZA!!, venga, que no
tenemos toda la noche, las manos atrás, en la espalda, quiero que no quede un
solo trocito de galleta, las colillas las vas apartando con la lengua o las
escupes si te entran en la boca, no dirás que no soy complaciente y miro por tu
salud, ¡VENGA ...YAAAA! .
Mi mujer miraba con los ojos abiertos como
platos y desconcertada por lo que estaba sucediendo, como si no creyera lo que
estaba viendo, entonces él le dijo.
- Esto que ves, es la confirmación de mi
regalo especial para ti, seguramente el mejor que te hayan hecho nunca, tienes
que saber aprovecharlo, esto no es más que el inicio, yo te iré guiando como
debes seguir trabajando para que puedas sacar el máximo beneficio para ti, eso
si, siempre que continuemos viéndonos.
Sin dar crédito a lo que estaba pasando, me
encontraba ya en aquella patética situación, de rodillas, aguantando las
naúseas, tratando de coger los trocitos de galleta sin mancharme y comerlos, pero
él de muy mala forma me cogió del pelo y empujó mi cabeza hacia abajo
restregándome la nariz y boca por el fondo de aquel cenicero, diciendo,
-Mete el hocico que vas muy lento y tu
hijita os espera en casa, por cierto........ ¿Es tan guapa como su mamá?,,,,,
no me importaría conocerla.
- Tragué ceniza, sin querer hacerlo,
escupía colillas, comía galleta con sabor a tabaco, fue una labor repugnante,
cuando acabé tan despreciable tarea, terminé con los labios manchados de negro,
Jorge con la excusa de la prisa, no me dejó limpiarme, yo llevaba los ojos
rojos como consecuencia del asco que había pasado, revisó el cenicero con gesto
burlesco y me dio su visto bueno, por fin nos levantamos y marchamos a la
barra, menos mal que solo estaba el camarero que nos había atendido, él llevaba
a mi esposa de la cintura totalmente pegada a él, se dirigió al empleado,
- Este sitio está muy bien, me gusta, si me
hace el favor, cuando le pague el esposo de mi amiguita, le de también una
tarjeta con la dirección, nosotros vamos saliendo cielo,
Yo esperé hasta que me dio la cuenta y la
pagué, eso si, evitando mirar a la cara del empleado y no sin pensar que estaba
haciendo un papel ridículo, fui corriendo a la parte trasera del coche, donde
vomité varias arcadas, las tripas me daban retorcijones y dolor, no sé si de asco o de haberme sentado mal lo
que fui obligado a comer.
Dana me miró con cara preocupada, pero
Jorge quitando hierro a lo sucedido, le dijo,
- Tranquila, amor, no pasa nada, unas cosas
van unidas a otras, este es el comienzo y sabrás que los principios no sueles
ser fáciles, pero todo será para tu bien guapa y tú chiquitín - se dirigió entonces a mi con
un gesto prepotente,
- Ve haciéndote a la idea de que las cosas
cambiarán en tu vida, tu esposa merece algo más y tu vas a complacerla, ¿está
claro? esto me lo dijo cogiéndome de la pechera contra el coche y de una manera
bastante brusca, - traté de apartar la mano pero su brazo era excesivamente
fuerte para mi.
- De acuerdo ya lo intentaré, Jorge -
contesté yo con la clara intención de acabar y marcharnos
- Primer error, - dijo apretando más y
haciendo que saltara un botón de mi camisa.
- Contesta BIEN, ¿Cómo se supone que debes
hacerlo?, a partir de ahora para ti soy Don Jorge, no vamos a empezar tu nueva
etapa con excesivas confianzas
- Perdón, Don Jorge, haré lo que dice.
- Bueno Dana, he disfrutado y ha sido un
placer conocerte, ya has visto que no ha pasado nada y te he respetado en todo
momento espero que te hayas sentido cómoda conmigo y desees que continuemos
juntos el proceso iniciado, te aseguro que si lo haces te descubriré horizontes
nuevos y muy agradables para tu vida.
- Si que he estado muy a gusto contigo,
pero ahora mismo estoy un poco desconcertada con todo, necesito meditar lo que
ha pasado, me parece como un sueño extraño...., no sé.
- Piénsalo despacio y valora todo lo que
puedes ganar - ¿No me das un beso de despedida?
- No sé que pensará mi marido, si te lo
doy, - dijo mi esposa poniendo carita de niña
- ¿Qué va a pensar?, solamente lo que debe
pensar un buen maridín, que quiere lo mejor para ti. ¿VERDAAAD? - Me dijo con
gesto brusco y algo amenazante
- Si Don Jorge - contesté sin saber que
decir y no negaré que algo atemorizado
- Cogió a Dana allí de pie delante mío,
apoyada contra el coche, buscó su boca, que ella trataba de evitar, aunque me pareció que con muy poca
convicción; al final ambos se fundieron en un beso metiendo la lengua del uno
dentro de la boca del otro durante un rato que se me hizo eterno y en el que
los celos afloraron en mi estómago, en el tiempo que duró ese beso, él le
acariciaba la nuca , la espalda y la parte superior de los glúteos, apretándose
cuerpo contra cuerpo y ella pasaba sus manitas por la cabeza de aquel hombre
que tan mal me lo había hecho pasar, por fin, al separarse los dos llevaban los
labios húmedos, entonces Jorge le cogió la mano y se la llevó a su entrepierna,
sin que Dana opusiera resistencia, diciéndole,
- Mira como me voy, por tu culpa, no dirás
que no me estoy ganando otra cita, te estoy respetando como a nadie. Adiós
cariño, espero tu llamada y tu cuídamela bien hombrecito. - Me dijo con voz
burlona y a modo de despedida.
¡Por fin! había terminado la pesadilla, nos
dirijimos a casa, yo respirando profundamente y con la inmensa alegría de que
aquella tarde se hubiera terminado; la cabeza me daba mil vueltas sin saber que
pensar, en el trayecto fuimos serios y sin hablar nada, al aparcar en el
garaje, pretendí darle un beso con la intención de dar todo por olvidado pero
Dana me apartó con asco, y con un gesto hosco de aprensión dijo
- Hueles fatal, me parece repugnante,
lávate y luego por favor, te quedas en el salón un buen rato, por lo menos una
hora, necesito pensar a solas, cuando vengas a acostarte da un golpe ligerito
en la puerta, si no te contesto pasas, me habré dormido, procura no
despertarme.
Todo eso me lo dijo con una cara muy
extraña y seria, mirándome a los ojos, no se si con pena o con desprecio.
- ¡Ah! y otra cosa, mañana iremos con Jorge
a ese pub, tengo mucha curiosidad y necesito satisfacerla, creo que será
interesante para nosotros dos el conocer un sitio así, quizás no volvamos a ir
nunca más y quiero aprovechar la oportunidad.
Me quedé estupefacto al escuchar esas
palabras en labios de Dana, me parecía una desconocida, no obstante le respondí
que lo de esa cita ya había sido más que suficiente, que no me apetecía ir y
que como experiencia ya era más que suficiente.
- Ella muy seria, me contestó,
- Pues si opinas así, mañana vamos y se lo
dices en la cara a Jorge, no tengo ganas de ser una desagradecida, una vez que
lo encares y se lo digas, se habrá acabado la cita, nos volveremos a casa y no
habrá pasado nada, ¿Contentoo?.
Me quedé en el salón, pensando una y otra
vez en que al día siguiente le diría a ese hombre, que muchas gracias por todo,
pero que habíamos decidido mi señora y yo, no seguir más con esas cosas,
trataba de autoconvencerme de la firmeza con que le iba a hablar, por otra
parte mi cabeza era un caos, no podía evitar pensar como me había atemorizado y
como había besado a la mujer que yo más quería, trataba de engañarme diciéndome
que Dana con toda seguridad lo había hecho forzada por la situación pero con
desgana.
Pasado un buen rato me entró sueño y me
acerqué al dormitorio de puntillas, pegué el oído a la puerta y escuché algún
gemido y pequeños grititos de mi mujer, pensé que estaba llorando, abrí una
rendija y lo que vi me dejó helado, se estaba estrujando los pechos con una
mano y con la otra estaba tocándose el coñito de una manera brutal,
masturbándose, desnuda totalmente encima de la cama y gimiendo como nunca la
había oído hacerlo, cerré la puerta con todo cuidado y noté como el estómago me
venía a la boca, no pude contenerme y vomite de nuevo en el baño.
Ya no pude dormir en toda la noche.
Me dí perfecta cuenta con dolor, de que
algo había empezado a cambiar ese día,
EXCITANTE y MORBOSO, me gusta
ResponderEliminarMuy excitante y las fotos extraordinarias ver el manso siguiendo al corneador y prepararla la polla para que pueda satisfacer a su esposa ¡¡¡
ResponderEliminarGrandisimo cornudo a las ordenes de su ama
Se estaban creando las bases o los antecedentes para que un buen cornudo empezara su andadura; era lo que se merecía ¿No crees?
EliminarHola ama, soy sueco2, me pones cachondisimo, me ha encantado tu blog, espero visitarlo muy a menudo, me encanta tu culo y ahora mismo acabo de correrme mirando una foto de tu culo con el tanga negro. me pones a mil un beso encanto. Saludos al cornudo de mi parte.
ResponderEliminarHola sueco2, que gusto saludarte por aquí también y además saber que vas a seguir visitándome, ya sabes que me encanta comprobar que mis formas despiertan vuestra líbido, así que te doy las gracias por esa corrida a mi salud
EliminarEl relato de vuestros inicios, Dana, es como El Quijote del FemDom y de las relaciones entre Ama y cornudo sumiso, sólo que aquí quien escribe el relato es un zote aborregado y, quien hace las veces de Cervantes, eres tú corrigiendo sus incontables errores. El relato acompañado es una garantía de excitación para todos y todas los que seguimos tus aventuras y las de tu mascota cornuda.
ResponderEliminarMe sobrevaloras Delfy, te lo agradezco, lo que si es seguro es que trato de contaros el principio de nuestra historia de la mejor manera que sé, dentro de mi falta de experinecia como escritora, pero en lo que más empeño pongo es en no dejarme nada que fuera morbosos de todo lo que nos ha ido sucediendo en estos años.
EliminarAsí que es un orgullo saber que consigo excitaros y poner vuestras pollas duras, aunque estéis lejos y no las pueda catar, pero alguna espero que caiga en mis redes.